El arte del ser panadero con los ingredientes de la vida
Tres tahoneros comentan su experiencia en el día a día para cumplir con sus clientes
Llegar a casa con el pan fresco en la mañana o para tomar el té de la tarde, puede ser una de las experiencias cotidianas más agradables, ya sea por el aroma que desprende su presentación, entre otras cosas. Este es el cierre de un ciclo que se inicia con un trabajo sacrificado y esforzado: la de ser panadero.
Este 10 de septiembre se recuerda el Día del Panadero, en honor a San Nicolás de Tolentino. Algunos horneros en Sucre, se predisponen a recibir ese día con peticiones al santo, y comentan su experiencia en este oficio que permite tener en la mesa, probablemente, el alimento más importante de la canasta familiar.
Para tener el producto final el pan pasa primero, según la experiencia de cada quien, por adquirir los ingredientes, organizarlos para preparar la masa, amasar, dividir la masa, bolear, tallar, reposar y hornear.
Para satisfacer al estómago y a la vista, los panaderos se las ingenian en cómo presentarlos en tamaños y formas, combinando distintos ingredientes y otros.
CON DEVOCIÓN A SAN NICOLÁS
“Hola caserito, ¿cuálsito vas a llevar?”, pregunta Flora Chambi Vda. de Santillán, a quien parece ser su asiduo comprador.
Afanosa alista sus panes por el valor de Bs 5 en diferentes bolsas, con la intención de agilizar su venta, los apila por tipos: de trigo, harina blanca, con queso, ajonjolí... Y para mantener el calor del otro lote, lo envuelve en aguayos.
Doña Flora nacida en Betanzos (Potosí), tiene 63 años y seis hijos; solo uno es varón y todos saben elaborar el pan, asegura.
Heredó el oficio de su esposo fallecido Juan Santillán, quien se desempeñaba como obrero panificador en Villa Charcas y luego en Sucre en otros establecimientos. Más adelante, decidió amasar su propio pan, negocio que decidieron fortalecer en casa, con su esposo.
Desde hace unos 12 años ofrece sus productos en la zona del Cementerio General; por su edad, a veces recibe ayuda de sus hijos.
Como devota de San Nicolás, recuerda que las festividades en su honor solían ser importantes. La imagen del santo permanecía en casa de los pasantes, también tahoneros. En las eucaristías, se compartían pequeños panes bendecidos, una acción del santo con los pobres.
“He pasado la fiesta hace unos 22 años. Era bien, como hacen para las fiestas (de otros santos). Le llevábamos a la misa al Tata San Nicolás y le llevábamos donde hay pasante”, relata.
Ahora, parece ser que las cosas han cambiado, ya poco tiene certeza de cómo se lo conmemora. “Hace tiempo que no nos avisan para ir a la misa. Ya no nos convocan”, lamenta.
AMAR LO QUE UNO HACE
Con amor y entusiasmo, así prepara sus panes Mario Soria, propietario de la panadería Calentito. Allí mismo, donde los vende, está su equipo para hornear, lo que le permite entregar panes recién salidos del fogón.
Aunque nació en Camiri, fue adoptado en Sucre desde hace 20 años y decidió dedicarse a la panadería hace seis años.
Coincide en que es un oficio sacrificado, pero que es poco visibilizado y poco valorado; sin embargo lo disfruta.
Aunque no profesa la fe católica, asegura que “ser panadero significa tener las ganas de trabajar todo el tiempo porque se necesita mucha energía y tener el gusto por hacer esto”.
En Calentito ofrece panes especiales con orégano, ajo, integrales con chía, avena, linaza o integrales puros, entre otros tradicionales.
PANADERA DE NACIMIENTO
“Hace unos 40 años o quizás un poco más, cuando yo nací, mis papás ya eran panaderos. Prácticamente vivieron de eso”, comenta Marcela Flores mientras espera a sus clientes en uno de los puestos del Mercado Central.
En su familia llegaron a ser seis hijos, todos aprendieron el arte de hacer pan.
En su experiencia, el trabajo de un panadero es sacrificado porque se requiere dedicación casi a tiempo completo, y en muchos casos –comenta– aleja de los familiares.
Para cumplir con la población, cada día se levanta entre las 3:00 y las 4:00. En su caso, hornea más de 1.000 panes, una meta que cubre todos los días sin problema.
Marcela prepara en mayor cantidad el pan caspa o pan toco, como se lo conoce en otros lugares, dice; esa variedad es la preferida de la gente.
A su patrono San Nicolás, le pide salud y energía para trabajar todos los días.
San Nicolás
Nicolás nació en Sant’Angelo, en la región de Marche, actualmente parte de Italia, en el año de 1245, como un milagro de San Nicolás de Bari que sus padres de avanzada edad le pidieron conceder, según la tradición.
Nicolás tuvo una juventud muy marcada por la piedad, por lo que entró a la orden ermitaña de San Agustín. Le entregó su vida a Dios, dando fe de su intachable cumplimiento de la castidad sacerdotal, la autoimposición de duros ayunos y una profunda vida de oración.
Fray Nicolás solo salía del convento para llevar comida a los pobres. El sacerdote trataba a todos con gran dulzura y delicadeza, logrando atraer los corazones de los pobres al Señor. Su dura vida ascética llamó la atención de todos, alimentándose cuatro días a la semana de solo pan y agua. Murió el 10 de septiembre de 1305 en el monasterio de Tolentino. También es conocido como Patrono de las almas del Purgatorio.