En Sucre y Potosí solo trabaja el 50% de las empresas hoteleras
En varios casos han despedido al 100% del personal directo y eventual porque no pueden cubrir costos operativos
Que la actividad hotelera en Sucre y Potosí está en crisis no es ninguna novedad. Lo que mucha gente no sabe es la gravedad de la situación por la que atraviesa este sector.
Coincidentemente, en ambas ciudades, alrededor del 50 por ciento de las empresas hoteleras cerraron sus puertas, despidiendo al 100% de su personal directo y eventual. Representantes de este rubro piden apoyo al Gobierno nacional para que puedan encarar este periodo de aprietos y salir adelante.
UNA FUERTE APUESTA
Inversionistas privados de la capital del país y de la Villa Imperial, ciudades patrimoniales que resguardan una rica historia, así como atractivos arquitectónicos y naturales, apostaron fuertemente por la infraestructura de recepción, que es imprescindible para la actividad del turismo.
Luego de realizar importantes inversiones económicas, al menos hasta antes de la llegada de la pandemia, ofrecían a los visitantes la oportunidad de contar con todas las comodidades para pernoctar, bañarse, pasear, planificar sus actividades individuales o familiares durante uno, dos, tres días o semanas, si así lo requieren. No imaginaban llegar al punto de que tener que cerrar esos espacios por falta de huéspedes tras decretarse cuarentenas en el mundo y, luego, tampoco pensaban que la reactivación fuera tan lenta y difícil.
Este sector, acostumbrado en Bolivia a ser uno de los golpeados por los conflictos políticos y sociales, ahora afronta severos problemas debido a la emergencia sanitaria.
CAPACIDADES OCIOSAS
María Teresa Molina, presidenta de la Cámara Hotelera de Chuquisaca, manifiesta que Sucre, además de su clima envidiable, tiene una gran riqueza turística no solo en la ciudad, sino también en áreas rurales, como las culturas vivas de Tarabuco.
Además, está relativamente cerca de atractivos naturales como el Área Natural de Manejo Integrado El Palmar, que acaba de sufrir por los incendios forestales. “Lamentablemente, esa riqueza está escondida en un baúl que nadie se atreve a abrir y pulir”, dice ella.
Afirma que antes de la pandemia, Sucre ya registraba una de las capacidades ociosas más altas de Bolivia. Es decir, del total de camas que tenía el sector hotelero, solo se ocupaba entre un 30 o 35 por ciento. En los últimos años, las fluctuaciones de visitantes eran mínimas, sobre todo en turismo externo.
A decir de Molina, esto pasaba porque los diferentes niveles del Estado no se esforzaban en volver a Sucre un destino turístico, todo lo contrario a lo que hace con Santa Cruz o La Paz.
“En cambio, la capital del país está estancada sin poder capear la crisis”.
CIERRES Y DESPIDOS
La Cámara Hotelera de Chuquisaca tiene 59 empresas afiliadas. Con el inicio de la pandemia, todas cerraron sus puertas y comenzaron a retomar sus actividades a finales del 2020, paulatinamente. Hoy en día, hay 30 que trabajan y 29 permanecen cerradas.
Entrevistada por PANORAMA, Molina afirma que la mayoría de esos establecimientos están con un flujo de caja casi negativo, pues los costos de los servicios básicos en Sucre son muy elevados. Así tengan uno o 100 huéspedes, deben pagar gastos de TV cable, internet, agua y energía eléctrica. Es decir que el 80% de sus gastos son fijos.
Antes de la pandemia, las pocas empresas ahora vigentes tenían personal jerárquico encargado de administración, comercialización y ventas, pero, como despidieron hasta el 60% de los trabajadores, ahora también deben cumplir roles operativos de recepción y secretariado. “Uno de nuestros orgullos era ser generadores de empleo”, recuerda Molina.
La representante del sector hotelero en Sucre explica que cada establecimiento generaba una media de diez empleos directos y siete eventuales.
Las 29 empresas que se cerraron, despidieron al 100% de su personal porque no podían cubrir más sus costos. Quedaron sin fuente laboral 290 empleados directos y 203 eventuales (en fines de semana realizaban trabajo de lavado, planchado y otros).
Además de las empresas afiliadas a la Cámara, hay 60 que no están afiliadas a ese ente matriz. Según Molina, los que están afiliados reciben casi al 80% del total de los turistas.
Están registrados en la Cámara Hotelera de Chuquisaca todos los hoteles, salvo dos. Estos se encuentran entre los no afiliados junto con la mayoría de las casas de hospedaje, alojamientos y hostales. Molina asegura que entre ambos grupos se recuperó un 18% del flujo que había antes de la pandemia.
HUÉRFANOS DEL ESTADO
En 2020 todas las cámaras hoteleras presentaron diferentes estrategias de salvataje al Gobierno. En otros países, sus autoridades preservaron a las líneas aéreas y a los hoteles. En Bolivia no hubo ninguna empatía con el rubro de la hotelería, cuestiona Molina.
“A nivel local hicimos gestiones ante las empresas de servicios para que nos hicieran una rebaja, porque no estábamos atendiendo, pero, no recibimos ningún tipo de apoyo. Los hoteles que están funcionando se sienten huérfanos y están en emergencia porque no saben hasta cuándo podrán soportar”.
Algunos datos: en 2019, Sucre recibió a 120 mil turistas nacionales que llegaban por trabajo, negocios o paseo. O sea, había una media de 10 mil turistas por mes.
Con la leve reactivación del turismo interno que acontece este año, entre enero y agosto recibió a 12.200 turistas. Eso quiere decir que albergaron en ocho meses la cantidad que recibieron en un mes, hasta antes de la emergencia sanitaria.
Molina destaca que el nivel de hospedaje en Sucre es muy valorado a nivel nacional e internacional, por la inversión que se hizo para darles carácter y estilo a cada infraestructura, especialmente en hoteles y hostales.
“Me siento preocupada por la falta de soporte y apoyo que hay en Sucre. El turismo es una actividad estratégica que puede lograr mejor calidad de vida para todos los habitantes porque genera un movimiento económico en la agroindustria, entre los productores de alimentos, el trasporte, otras industrias como el chocolate, museos, servicios médicos, etc. Mueve a muchos sectores de la economía, pero no se le da la importancia que merece”, concluye.
DESDE 2019
Aldo Fuertes, presidente de la Cámara Hotelera de Potosí, coincide en que la actividad hotelera es una de las más golpeadas a causa de la pandemia de coronavirus. “En realidad, el sector turístico y hotelero está en crisis en Bolivia desde 2019, por los conflictos políticos y sociales que se vivieron. Luego, la pandemia nos obligó a cerrar durante cuatro o cinco meses. Cuando retomamos las operaciones lo hicimos cumpliendo todos los protocolos establecidos, trabajamos cinco meses con capacidades reducidas”, explica él.
El turismo es la segunda vocación productiva que tiene el departamento de Potosí y la industria hotelera, una de las actividades formales que mayor cantidad de empleos genera.
Según Fuertes, este año la hotelería no se pudo reactivar, especialmente, por las cuarentenas que acataron durante varios fines de semana.
DE LA CRISIS A LA ESPERANZA
La Cámara Hotelera de Potosí tiene registrados a 60 establecimientos, divididos en categoría de hoteles, hostales, residenciales y alojamientos.
Actualmente, de ese número solo el 50% está atendiendo. La otra mitad ha despedido o ha dado licencia indefinida a su personal. No pudieron generar el movimiento económico necesario para cubrir sus costos de operación.
Se estima que fueron desvinculados 150 trabajadores con empleos directos y otro tanto de personal eventual. Detrás de cada uno de ellos hay una familia dependiente.
“Sin embargo, tenemos la esperanza de que en 2022 por lo menos un 75% de las empresas se activen”, complementa Fuertes.
Según la Secretaría de Turismo de la Gobernación potosina, hasta antes de la pandemia había registradas 100 empresas. De ellas, 40 no estaban inscritas en la Cámara Hotelera.
DOS TRABAS
Con la reducción del flujo de huéspedes en los hoteles también otros sectores se vieron afectados, como las empresas de servicios.
El empresario explica a este suplemento que la inoperatividad de los hoteles también perjudica a la cadena del turismo, como la contratación de servicios de limpieza, elaboración de alimentos, panadería, repostería, proveedores de artículos de higiene, establecimientos de recreación, venta de artesanías y suvenires, entre otros.
“Al no estar reactivados plenamente nos es muy difícil cumplir con las obligaciones tributarias y pago de patentes municipales. Sería un alivio si se pudiera negociar ciertos descuentos con estos sectores”, coincide con Molina.
Dice que otra traba que impide la reactivación de la economía del área hotelera, a nivel nacional, es la exigencia del cumplimiento de la cuarentena durante 14 días para que los turistas extranjeros puedan ingresar al país.
“Esto podría subsanarse con la presentación del certificado de vacunas y con una prueba PCR que tenga dos días de vigencia anteriores al viaje, así como muchos países están haciendo para fortalecer el movimiento turístico”, recomienda Fuertes.
FALTA DE APOYO ESTATAL
Créditos bancarios flexibles y con un tiempo de pago a largo plazo, es otra de las sugerencias de la Cámara Hotelera de Potosí, después de constatar que este sector no ha recibido apoyo de ningún sector, ni púbico ni privado.
Al ser un segmento deprimido de la economía, la banca no les considera como sujetos de crédito.
Por eso, Fuertes pide al Gobierno nacional que les colabore con créditos, al menos, para cubrir sus costos de operación.
“Otra necesidad es remozar la ciudad. Que podamos pintarla, trabajar en la iluminación y limpieza, porque es una ciudad turística patrimonial. Para que cuando pase la pandemia podamos recibir una gran afluencia de turistas que están ávidos de viajar”, sugiere.
Y, antes de finalizar, Fuertes agrega: “obviamente, cuando se alcancen ciertos niveles de vacunación, seguro la gente se podrá movilizar con mayor libertad y seguridad. Debemos prepararnos para ese momento aumentando nuevos atractivos turísticos”.