Antes de dejar el poder, Merkel vuelve a sus raíces

A dos semanas de unas elecciones legislativas que pondrán fin a sus 16 años al frente de Alemania, la poderosa canciller Angela Merkel retorna a sus raíces en Templin, ciudad de la ex-RDA comunista donde creció. “Aquí, ella es totalmente natural”, dice uno de los pobladores.

CANCILLER. Angela Merkel.

CANCILLER. Angela Merkel. Foto: AFP

ORIGEN. Templin, la pequeña ciudad de la antigua Alemania Democrática donde nació Angela Merkel.

ORIGEN. Templin, la pequeña ciudad de la antigua Alemania Democrática donde nació Angela Merkel. Foto: AFP


    Isabelle Le Page y Mathieu Foulkes/AFP
    Panorama / 20/09/2021 23:26

    A dos semanas de unas elecciones legislativas que pondrán fin a sus 16 años al frente de Alemania, la poderosa canciller Angela Merkel retorna a sus raíces en Templin, ciudad de la ex-RDA comunista donde creció. “Aquí, ella es totalmente natural”, dice uno de los pobladores.

    En un soleado día de septiembre, la Canciller alemana hace una visita oficial a la ciudad donde vivió desde los tres años de edad hasta terminar su bachillerato.

    Con su atuendo de canciller –chaqueta color melocotón, pantalón negro, zapatos confortables–, Merkel inaugura las obras de una nueva guardería y planta un tilo en el “jardín ciudadano” de esta ciudad del Brandenburgo que celebra sus 750 años, con uno de retraso debido a la pandemia.

    La ceremonia es campechana, con sus discursos oficiales y sus diversiones locales. Pacientemente, la mujer de Estado escucha a una niña que se esfuerza en interpretar un extracto de la 9ª sinfonía de Beethoven en acordeón, y luego va a saludar, a buena distancia, al centenar de habitantes congregados para la ocasión.

    "Mis raíces" 

    “Pese a la tutela del Estado y a la falta de libertad que teníamos”, dice Merkel aludiendo al régimen autoritario de la ex-RDA, “tengo muchos buenos recuerdos de mi infancia y mi juventud aquí en  Templin”.

    “De aquí vengo, aquí tengo mis raíces, y siempre estarán aquí”, proclama entre aplausos.

    Los 16 mil habitantes de la localidad, con numerosos vestigios medievales, conocen a otra Angela Merkel, no oficial, simple.

    “Ella es una de los nuestros. Cuando está aquí, es totalmente natural, como nosotros”, cuenta Manuel Wichmann, educador de 46 años, que aunque “no vota CDU”, el partido conservador de la canciller, elogia la estabilidad que ha aportado al país.

    Merkel, de 67 años, vuelve regularmente a esta ciudad, situada a 80 km al norte de Berlín, donde están enterrados sus padres.

    Nacida en Hamburgo el 17 de julio de 1954, Angela Kasner era aún un bebé cuando la familia se muda a Alemania del Este, una opción a contracorriente en la época, incluso si la frontera no había sido aún cerrada por el telón de acero.

    Tras varias etapas, se instalan en 1957 en Templin, donde su padre, pastor luterano, dirige un seminario de formación a la teología con la voluntad de intentar remediar la falta de eclesiásticos en una RDA hostil a la religión.

    Su madre, profesora de inglés, no estaba autorizada a dar cursos de este “idioma del enemigo”. Se ocupaba entonces de los niños, Angela, la mayor, Marcus, nacido en 1957, e  Irene, siete años más tarde.

    Viven en una casa de muros verdes y amarillos colindante con un centro para discapacitados psicomotores. 

    La casa de la infancia y ese centro siguen ahí, igual que el colegio, cercano, hoy convertido en una escuela Montessori. 

    "Tenacidad" 

    Angela Merkel posee en una aldea próxima una modesta casa de cuatro piezas, con vistas al campo, su “datcha”, como ella la llama con humor.

    Ahí se refugia a veces los fines de semana con su marido Joachim Sauer y recobra fuerzas en la región del Uckermark, conocida por sus grandes bosques y lagos, asiste a la misa, y se funde con el entorno.

    “Es completamente normal. Cuando va a hacer compras, apenas se la nota, está casi de incógnito”, relata Bernd Retter, un jubilado de 68 años, quien dice haber asistido a la misma escuela que la canciller.

    Entonces, ella no llamaba la atención, afirma el hombre. Salvo por su talento de estudiante, pues era excelente en matemáticas y en ruso, y obtendrá su bachillerato con la nota máxima antes de ir a estudiar Física en Leipzig.

    Aunque no comparte sus convicciones, el alcalde de la ciudad, Detlef Tabbert, miembro de la izquierda radical, no oculta su orgullo por tener a una originaria de Templin convertida en “primera mujer de Alemania”, y saluda su gestión de las crisis.

    “Quizá le haya servido la mentalidad de la gente de la región”, dice con una sonrisa en los labios, y enumera “la calma, la paciencia y, cuando es necesario, una buena dosis de tenacidad”.

    El rombo de Merkel y el culto a la personalidad, un gesto ahora icónico

    El “rombo” de Angela Merkel, su gesto con las manos juntas frente al estómago y los pulgares y yemas de los dedos tocándose, se ha vuelto casi tan famoso como la propia canciller alemana.

    A principios de los 2000, cuando aún no dirigía el ejecutivo, pero presidía la democristiana CDU (centroderecha), Merkel “no sabía dónde poner las manos”, explicó unos años después la fotógrafa Claudia Kempf sobre el origen del gesto, ahora icónico.

    “Las dejaba colgadas al lado de su cuerpo, lo que la hacía parecer impotente. O las unía y entonces le dije: 'Así parecéis la hija de un pastor'”, explicó en 2009 la fotógrafa del periódico Rheinische Post. 

    La canciller dio en 2013 su propia versión de cómo surgió este gesto, un hallazgo personal según ella. 

    “Siempre hubo la duda de saber dónde poner los brazos, así me vino la idea”, dijo pocos meses antes de las elecciones legislativas de ese año.

    Según ella, este “rombo” demuestra “quizás un cierto amor por la simetría”, lo que recuerda el estilo de gobierno de Merkel, marcado por el pragmatismo, la búsqueda del consenso, pero también criticado por la falta de visión política en determinados momentos.

    “Culto a la personalidad” 

    En 2013, Merkel, que abandonará este año su cargo como canciller tras 16 años al frente del gobierno alemán, aspiraba a ser reelegida por tercera vez.

    Entonces, la CDU basó su campaña en esos comicios en torno a la personalidad de la canciller.

    Un cartel gigante, de 20x70 metros y que se inspiraba del famoso gesto, fue colgado en la estación central de Berlín. 

    En él aparecía una imagen de las manos de Merkel haciendo el rombo, acompañada por 2.000 imágenes de manos y con el eslogan: “El futuro de Alemania entre buenas manos”.

    Esta campaña indignó a sus rivales por su carácter personalista y en las redes sociales llegaron a caricaturizar a Merkel como si fuera Mao.

    Sus adversarios socialdemócratas denunciaron un “culto a la personalidad monstruoso y vacío de contenido”. “Si esto es la política, hemos caído muy bajo”, criticaron los verdes.

    No obstante, la dirigente, conocida como “Mutti” (madre) por los alemanes, se impuso con claridad en esos comicios y desde entonces su gesto se convirtió, según el diario británico The Guardian, “en una de las posiciones de manos más reconocibles en el mundo”.

    El “rombo” dispone de su propio emoticono (“<>”) y página en Wikipedia y en el famoso museo de cera Madame Tussauds en Londres la canciller fue representada haciendo ese gesto.

    Imitado por el socialdemócrata Scholz 

    “Pienso que el rombo fue adoptado primero de manera inconsciente, luego el público detectó su efecto distintivo y empezó a utilizarlo conscientemente como una marca”, explica Jochen Hörisch, especialista en comunicación en la universidad de Múnich.

    Según este profesor universitario, autor de un ensayo sobre las manos, el “rombo”, “transmite tranquilidad y a diferencia del puño cerrado o de la mano tendida no da señales emocionales”, lo que le permite generar una sensación intermedia “entre proximidad y distancia”.

    Se dieron numerosas interpretaciones de este gesto, desde que representa un “puente” o un “tejado protector” hasta confabulaciones conspirativas que lo consideraba una prueba de que forma parte de los Illuminati, una supuesta organización secreta que dispone de las riendas del poder. 

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