Chile: Mirar adelante o por el retrovisor
El país trasandino acaba de elegir al izquierdista Gabriel Boric nuevo presidente

Cuando el dictador Augusto Pinochet convocó el referéndum que le sacaría del poder, Gabriel Boric tenía apenas dos años. El hoy mandatario electo es el presidente más joven de la historia de Chile y ha vivido prácticamente toda su vida en democracia. Ello representa un cambio generacional notable y se esperaría de él una mirada al futuro chileno que supere las cicatrices del pasado.
Sin embargo, la campaña estuvo llena de evocaciones a ese pasado sangrante. “!Comunistas!”, gritaron unos; “!Pinochetistas!”, respondieron los otros, en un país mayoritariamente de centro que no supo escapar de la polarización.
Además, el resultado de la jornada de este domingo, en el que el ultraderechista José Antonio Kast obtuvo 44,13% y Boric 55,87%, es prácticamente idéntico al resultado del plebiscito de 1988 en el que Pinochet obtuvo 44,01 % por el «sí» y la Concertación 55,99 % por el «no». Las cifras son demasiado parecidas como para que luzca como casualidad. ¿Qué ha pasado en más de 30 años para que permanezcan idénticas las proporciones de los bloques ideológicos?
Wn 30 años, Chile dio un viraje extraordinario. De 44% de pobreza se pasó a 8%. La pobreza extrema pasó de 18% a 1,5%. Hubo un país en movimiento y desarrollo que abrazaba la democracia con fervor: obras viales, un sistema educativo masivo, un sistema sanitario de amplio alcance, infraestructuras, telecomunicaciones… Un Chile con crecimiento económico y globalmente integrado, en el que, pese a ello, o quizás por ello, ya en 2015 un 42 % de la población se declaraba “perdedores del desarrollo” (encuesta PNUD).
Algo faltaba en ese Chile boyante que hacía que la mayoría de los chilenos se inclinaran a favor de la igualdad cuando se les forzaba a elegir entre libertad o igualdad.
Lo tibio puede aburrir
En la primera vuelta se presentaron candidatos que abrazaron el centro político y su promesa de serenidad, como Yasna Provoste o Sebastian Sichel, pero lo tibio puede aburrir y resultar insatisfactorio en una sociedad demandante de cambio. Fueron los dos candidatos más extremistas, Kast por la derecha, con 29%, y Boric por la izquierda, con 25%, quienes pasaron a segunda vuelta.
Ninguno contaba con más de 14% de base electoral, considerando que solo participaron 47% de los electores que podían votar. En Chile el voto fue compulsivo hasta 2010, pero desde que se hizo voluntario en 2012 el promedio de participación ha sido de 47%. En el balotaje o segunda vuelta el nivel de participación subió hasta 55%, indicador claro de la importancia que los electores concedían a esta elección.
Brechas ideológicas
Sin embargo, la campaña ha sido erosiva y casi la mitad del país siente que Boric representa un peligro para Chile. Más allá de la dimensión ideológica hay también brechas demográficas: los jóvenes, las mujeres y los urbanitas votaron mayoritariamente por Boric, mientras que los mayores, los hombres y las zonas rurales lo hicieron por Kast. Boric ganó en ocho provincias, pero Kast lo hizo en cinco, y empataron en tres.
Chile tiene enormes retos
La Convención Constituyente está por definir una nueva constitución, pródiga en derechos, en un país con enormes dificultades económicas en el horizonte post-pandemia.
Se estima que 70 mil millones de dólares podrían haber salido del país desde las turbulentas protestas de 2019 y los mercados han reaccionado con temor ante la victoria de Boric. Abordar los retos adecuadamente implica mirar hacia adelante, olvidando los retrovisores anquilosados. Léase como se lea, la derecha tiene hoy casi la mitad del país, y eso es mucho más que el país pinochetista.
El nuevo presidente debe hoy llegar a acuerdos fundamentales con su contraparte en aras de lograr estabilidad económica y convivencia social.
Carlota Pérez también aleccionaba al hoy presidente electo: “La izquierda tiene dos tipos de militantes: los que odian a los ricos y los que aman a la humanidad. Los primeros son muy peligrosos como compañeros de ruta”. Y suelen también estar obsesionados por el retrovisor. Confiemos en que el nuevo Gobierno que escoja Boric sea parte del segundo grupo.The Conversation