Las mujeres casi siempre tienen más que perder por su condición de género
Sucre y Potosí tienen La Casa del Hombre, donde se atiende a varones víctimas de sus parejas
La violencia no da tregua a las familias de las mujeres, que son las que más pierden. Según datos de la Fiscalía General del Estado, en 2021 ocurrieron diez feminicidios en el departamento de Potosí, mientras que en Chuquisaca se registraron seis. Todas esas muertes tienen un común denominador: la brutalidad y la saña.
El año pasado, Bolivia, en este penoso conteo, terminó con un saldo de 108 feminicidios, cinco menos que 2020, según el Ministerio Público. El Observatorio Para la Exigibilidad de los Derechos de las Mujeres sostiene que fueron 111.
UN LEVE DESCENSO
En cualquiera de los dos casos, este descenso no es ningún logro ni mucho menos. Más de cien muertes de mujeres a manos de hombres por violencia machista es una cifra significativa que debería llevar a todos los ciudadanos del país a preguntarse qué nos está pasando, por qué ocurren estos crímenes.
La diferencia podría deberse a la imprecisión en la tipificación de los casos a causa del manejo conceptual técnico o a la manipulación de la información en el proceso de la investigación, según comentan los entendidos.
De acuerdo con las cifras oficiales, en La Paz hubo 43 feminicidios, en Santa Cruz 17, en Cochabamba 15, en Oruro 10, en Potosí 10, en Chuquisaca 6, en Beni 3, en Tarija 3 y en Pando 1.
Siempre según el Ministerio Público, de los 113 feminicidios registrados en 2020 en el país, 43 fueron en el departamento de La Paz, 19 en Cochabamba, 18 en Santa Cruz, 13 en Oruro, 6 en Beni, 5 en Potosí, 5 en Chuquisaca, 2 en Pando y 2 en Tarija.
BRUTALIDAD Y SAÑA
La coordinadora del Programa Defensoría de la Mujer del Centro Juana Azurduy, Lila Carrasco, dice a CAPITALES que el decremento ha sido mínimo e insustancial en relación con la estadística. Lo que sí llama la atención es que los crímenes se producen con una alta carga de brutalidad y ensañamiento.
La mayoría de las víctimas murieron por asfixia, golpes, flageladas o como consecuencia de las heridas que les produjeron con armas blancas, lo cual da una pauta de la saña con la que actúan los agresores, agrega Carrasco.
TIPIFICACIÓN DE FEMINICIDIO
Antes de la creación de la Ley 348 (Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia), este tipo de crímenes pasaban como lesiones seguidas de muerte o por emoción violenta; pero, con la tipificación de feminicidio, se visibiliza que los agresores de las víctimas: esposos, concubinos o enamorados, consideran a sus parejas como objetos de su propiedad, de los cuales pueden disponer como les plazca.
Esto constituye una aberración que debería ser condenado con mayor fuerza por la sociedad en su conjunto, sin excepciones, como una muestra de que nadie está dispuesto a permitir más casos de violencia contra la mujer y para, de una vez por todos, demostrar a los agresores que su actitud no va a ser tolerada nunca más.
“Es la expresión más cruel del patriarcado y de la forma de cómo la sociedad ve a las mujeres; de que, pese a existir una normativa, no se influyó en el cambio cultural del pensamiento. Eso nos debe llamar la atención para realizar acciones de prevención, tan descuidadas en este tiempo”, reflexiona Carrasco.
EL SISTEMA
Janet Sánchez, directora del Centro Juana Azurduy, manifiesta que, en Bolivia, en promedio, cada tres día muere una mujer a manos de su feminicida. Y de forma brutal y cruel.
En su criterio, es necesario reflexionar sobre el hecho fáctico de que vivimos en un sistema patriarcal que se vale del uso del cuerpo de la mujer para sobrevivir, y que de esta preocupación debe participar toda la sociedad.
También es importante pensar en una crianza de los hijos con un pensamiento diferente, haciendo énfasis en lo pernicioso del sistema patriarcal, pues, con la violencia, solo consigue es provocar dolor en todos los integrantes de las familias.
“Hay que empezar el 2022 con una nueva forma de ver la vida y las relaciones inequitativas de poder entre hombre y mujeres, especialmente el que ejercen los varones sobre las féminas”, dice Sánchez.
Explica que el Centro Juana Azurduy trabaja desde diferentes niveles; por ejemplo, el individual –porque se requiere del empoderamiento de cada mujer– y el reflexivo –sobre cómo están las relaciones sociales, cómo se vive o cómo estamos todos insertos en un sistema patriarcal, además de colonial y capitalista.
“Hacemos énfasis en estos tres sistemas (patriarcal, colonial y capitalista) porque se alimentan entre sí para el beneficio del patriarcado del hombre. El capitalismo también se apropia de la fuerza de trabajo de las mujeres en beneficio del capital, y el colonialismo sabemos que es la supremacía de una cultura sobre otra y las más afectadas siempre somos las mujeres”.
LAS MÁS OPRIMIDAS
La representante del Centro Juana Arzurduy dice que mediante tal reflexión se ve que las mujeres más oprimidas son las de procedencia rural que viven en zonas urbanas y que sufren triple discriminación: por ser mujeres, por su cultura y por ser pobres.
La apuesta de su institución, según explica Sánchez, es por un empoderamiento individual que sirva para formar una fuerza colectiva, porque la situación de las mujeres no se puede cambiar desde las individualidades sino desde el ámbito colectivo organizativo.
“Por eso es importante que las mujeres se organicen en colectivos, grupos de feministas, mujeres barriales que pueden hacer frente a esta situación traduciendo políticas públicas a favor de las mujeres, pero, haciendo también incidencia y movilización colectiva para que se cumplan esas leyes”, concluye Sánchez.
TELÉFONOS
Las mujeres que sufren cualquier tipo de violencia pueden llamar a la línea gratuita nacional 800102414 de Contact Center #MujerSegura, para que puedan ser contenidas, orientadas y aconsejadas para salir del círculo de violencia.
El Centro Juana Azurduy tiene la línea 70314858 para atender y apoyar a las mujeres que están viviendo violencia.
Si estás viviendo una situación de riesgo también puedes llamar a la línea gratuita de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv), 800140348.
Asimismo, puedes contactarte con Servicios Legales Integrales marcando el 77114241.
Un tema preocupante: Incumplimiento de asistencia familiar
Un tema que problema especialmente en el Centro Juana Azurduy es que el 37% de las denuncias que reciben son por incumplimiento de asistencia familiar, situación que se agravó con la pandemia.
Además de ser proveedoras de recursos económicos, sin tener una fuente de ingresos mensual sino diaria, muchas se han visto obligadas a darse modos para que sus hijos continúen pasando clases con la modalidad virtual. Si antes cumplían doble jornada laboral, ahora la triplicaron porque tienen que asistirles en la casa para el colegio.
Carrasco sostiene que las mujeres son vistas como seres inferiores, y lo peor es que muchas se consideran así. Esto se confirmó con un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2016, que arrojó que 7 de cada 10 mujeres han sufrido violencia en algún momento de su vida. También, que alrededor del 37% de ellas piensa que si no cumple con su rol materno o engaña a sus parejas, es válido que se la discipline o castigue.
“Esos principios, valores y estructuras con las que crecen las mujeres en la sociedad, donde los estereotipos creados dicen que tiene que ser el pilar de la casa y el hombre el proveedor, el independiente, tiene como resultado que los varones piensen que las mujeres son de su propiedad al punto de disponer de sus vidas”, añade Carrasco.
De las 546 denuncias que el Centro Juana Azurduy recibió en 2021, la violencia psicológica ocupa un 40,3%, seguida de la violencia económica con 38,3%.
Carrasco dice que si bien hay un alto grado de violencia física denunciada en la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv) y en el Ministerio Público, en el ámbito penal, también existen denuncias de violencia psicológica, económica y patrimonial en el ámbito penal, pero que se atiende en el área familiar.
La profesional asegura que uno de los mayores sufrimientos por el que pasan las mujeres es la petición de asistencia familiar. Hay casos en los que, pese a ejecutarse mandamientos de apremio, los obligados son recluidos seis meses y al siguiente semestre no se puede activar uno nuevo.
“Si bien no hay una pérdida de la asistencia familiar, la mujer no puede cubrir los gastos de manutención de sus hijos a diario y eso le provoca mucho sufrimiento y desgaste emocional. Son situaciones que no percibe la sociedad; contrariamente, las naturaliza al decir que ella tiene que responsabilizarse de la manutención de sus hijos”, detalla.
La violencia psicológica, física y económica se da en todos los estratos sociales. El hecho de ser una mujer de un grupo social de clase alta o que tenga varios estudios no la libra de sufrir violencia.
La Casa del Hombre en Sucre y en Potosí
Cada vez más varones se animan a denunciar a sus agresoras en La Casa del Hombre. De todos modos, aunque se conoce de casos de mujeres violentas, no hay punto de comparación con el número de víctimas femeninas a manos de personas del sexo masculino.
Según datos del Ministerio Público, en 2021 se atendieron 46.744 casos en el marco de la Ley 348 (Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia). En esa lista nacional, Potosí está en quinto lugar con 3.140 casos (6,72%) y Chuquisaca en el sexto con 2.540 casos (5,43%).
La Casa del Hombre, una institución creada con el objetivo de brindar apoyo jurídico, psicológico y social a víctimas del sexo masculino que sufren violencia de parte de sus parejas, para que se animen a salir del círculo de violencia en el que viven, atendió en Sucre 83 casos en seis meses durante el año pasado, mientras que en Potosí se denunciaron 32 en menos de tres meses. En el 100 por ciento de esos casos, se trataron de denuncias de varones contra mujeres.
En Sucre, abrió sus puertas al público en junio de 2021. Tiene de responsable nacional a una mujer, Marcia Subirana, quien destaca a PANORAMA lo positivo que les pasó en estos casi seis meses de trabajo.
Comenzó la atención con un solo equipo multidisciplinario y ahora tiene dos más: además de Subirana hay dos abogados, dos trabajadoras sociales, tres psicólogas y un par de trabajadoras sociales junior.
Recientemente publicaron una convocatoria para voluntarios en derecho, psicología y trabajo social, a los que se les otorgará un pequeño bono mensual.
Los voluntarios recibirán tres certificados: uno de La Casa del Hombre, otro de la Fundación Micro Justicia Bolivia y una acreditación de la Universidad San Francisco Xavier, con la que tienen un convenio para atender el Consultorio Jurídico Integral de la Mujer.
Asimismo, elaboran informes psicosociales en materia penal, familiar y de contención psicológica a nivel nacional, vía online.
Otra novedad es que La Casa del Hombre también se abrió en Potosí. La Paz ya cuenta con un equipo de profesionales y hasta fines de enero abrirá una oficina propia, mientras que en Tarija trabajan una exfiscal y una psicóloga.
En Santa Cruz, mediante un convenio con las fundaciones Esperanza y Ayuda en Acción, hay un abogado de La Casa del Hombre y los casos son monitoreados por un administrador de empresas.
Subirana también destaca el hecho de que el Centro Juana Azurduy ya remita casos a La Casa del Hombre.
LO NEGATIVO
Al tener que autofinanciarse, en La Casa del Hombre se cobra por la atención. Pero la gente no entiende esta situación y a veces se molesta, según explica Subirana. Dejan de cobrar solo en casos extremos, y lo hacen en un 50% del arancel establecido para el área penal.
En Sucre, en seis meses, los 83 casos se clasificaron en: 25 familiares, 17 procesos penales cumplidos, 14 evaluaciones y terapias, 11 requerimientos fiscales, 8 informes de cumplimiento de sentencia con terapia, y 8 informes sociales.
A través de la Plataforma de La Casa del Hombre ofrecen atención online para contención a víctimas varones. Y en estos dos últimos meses, los equipos interdisciplinarios trabajan con Eliana Arancibia, directora nacional de Control Social, dictando talleres a grupos de madres sobre temas de violencia y la Ley 348 en varios distritos.
Verónica Guerrero, una de las psicólogas de La Casa del Hombre, explica que trabajan de la mano con la Fiscalía porque ingresan varios requerimientos por violencia. Aclaran que no solo hay víctimas, sino también agresores, que necesitan someterse a terapia y orientación psicológica.
Los casos más atendidos son los requerimientos fiscales y de juzgados que solicitan un informe psicosocial y una evaluación para ver qué tipo de personalidad tienen los hombres y sobre su nivel de agresividad.
LA LEY 348
Según Subirana, “un gran avance es que, dentro de los casos en materia penal, los hombres cuenten con medidas de protección para alejar a sus agresoras”, dice antes de sostener que las mismas medidas de protección que dispone la Ley 348 para las mujeres se aplican también para los hombres. “Antes el Ministerio Público no percibía que un hombre pueda ser víctima de violencia, ahora se está dando”, dice ella.
Además, los Servicios Legales Integrales Municipales (Slim) están rechazando la atención a las mujeres agresoras. “Eso es muy positivo para nosotros”, afirma Subirana.
Actualmente, tienen dos casos en juicio oral a punto de culminar, con muy buenos resultados, según palabras de Subirana, y con medidas de protección para varones. “Cosa que antes no ocurría. Ahora la intención es cambiar también la atención y tratar de generar jurisprudencia para la atención a hombres”, enfatiza.
En Sucre, La Casa del Hombre está ubicada en la calle Miguel Ángel Valda 100. Los interesados en obtener más información o hacer una denuncia pueden llamar al 76117614.
La Casa del Hombre en Potosí: “Machismo institucional”
Daniel Alcaraz Montes, representante de La Casa del Hombre en Potosí, relata que esa oficina abrió sus puertas a la población en octubre de 2021. Junto a él trabajan dos asistentes egresadas de la carrera de Derecho.
Indica que la violencia ejercida por la mujer hacia el hombre es una realidad que también ocurre en la Villa Imperial, pero es un tema poco abordado, pues los varones sienten vergüenza de que los demás sepan que son maltratados. Esto se da, especialmente, en el grupo de los mineros, según Alcaraz.
Agrega que los pocos hombres que alguna vez se animaron a denunciar sufrieron “machismo institucional”, porque no quisieron atenderles en la instancia a la que acudieron y minimizaron la violencia física o psicológica.
La Casa del Hombre socializa los servicios que presta a través de su plataforma virtual y otros medios de comunicación. Brinda apoyo durante todo el proceso penal que inician las víctimas de violencia.
CASOS ATENDIDOS
Entre octubre y diciembre, La Casa del Hombre atendió 32 casos, la mayoría por violencia psicológica (18). La violencia física está en segundo lugar (11), seguida de la violencia sexual en tercero.
Según Alcaraz, los hombres se aferran más que las mujeres a la idea de arreglar la relación con sus parejas. Dice que, en general, prefieren no provocar la ruptura de su familia. De esa manera, muchas veces no denuncian los casos de violencia.
La Casa del Hombre en Potosí está ubicada en la Avenida del Maestro 354, edificio Santa Rosa, ambiente 16. Los interesados pueden llamar al 72425843.