
La guerra en Ucrania obligó a la Unión Europea (UE) a erigirse como una potencia geopolítica, una transformación impulsada en parte por el activismo y las ambiciones europeístas de Emmanuel Macron desde su llegada al poder en 2017 en Francia.
Tras cinco años de mandato, el dirigente liberal no consiguió muchos éxitos en su política exterior, ya que muchas de sus iniciativas han fracasado como las relativas a Libia, a Líbano y más recientemente a Ucrania, así como sus relaciones con Argelia.
En cambio, desempeñó un papel determinante en el ascenso de la UE como una entidad política en un mundo sacudido por las crisis y el recrudecimiento de la tensión en las relaciones internacionales, según expertos y observadores consultados por la AFP.
Con “el método Macron, que consiste en empujar, empujar, empujar”, preparó el terreno para permitir que algunos países clave, como Alemania, cambien de política, apunta Tara Varma, del centro de reflexión Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
El presidente francés, como otros pocos líderes europeos, “está movilizado desde hace tiempo en torno a esta idea de soberanía europea” y “vemos que los hechos (...) [le] dan la razón”, reconoció esta semana el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Líder de ideas
“Francia ha sido líder en el lanzamiento de iniciativas, pero Alemania sigue siendo indispensable para su aplicación y para crear las coaliciones necesarias”, dijo Varma, que destaca dos hitos: la mutualización de la deuda y la ayuda militar a Ucrania.
“El papel tradicional de Francia en Europa ha sido siempre el del agitador de ideas. La presidencia de Macron es ante todo la encarnación de una visión de Europa”, afirma el presidente de la Fundación Robert Schuman, Jean-Dominique Giuliani, en el diario Le Figaro.
Varios proyectos y expedientes técnicos han avanzado durante su mandato, pero Sébastien Maillard, director del Instituto Jacques Delors, destaca “tres cosas importantes del balance europeo” de Emmanuel Macron.
En primer lugar, “hay algo tangible y concreto con el plan de recuperación (poscoronavirus), es sólido y pone fin a la austeridad europea”, asegura Maillard.
Para un diplomático de un país de la UE, “ha sido un éxito deslumbrante”. “No podíamos ni imaginar antes de mayo de 2020 que consiguiera convencer a los alemanes” de aceptar la idea de emitir una deuda común europea, agrega.
La crisis del euro, registrada el decenio anterior, había sacado a relucir de hecho las profundas divisiones entre países europeos en materia de finanzas públicas.
Orgullo europeo
Para Maillard, Macron acompañó a continuación el cambio en Europa en materia de poderío, en cuestiones como la defensa o "empujando a la Comisión Europea a adoptar herramientas de reciprocidad como el impuesto sobre el carbono en las fronteras" de la UE.
Y, “finalmente, respecto a los franceses, trató de encarnar un orgullo europeo”, agrega. A veces generando polémica, como a principios de año cuando colgó una bandera europea bajo el Arco del Triunfo de París con motivo de la presidencia francesa del Consejo de la UE.
Por supuesto, todo esto no se hizo sin tensión. El presidente francés se enemistó así con algunos de sus socios europeos al hablar, sin coordinarse previamente, de una "arquitectura de seguridad y confianza entre la UE y Rusia", resume un diplomático de los países del Este del bloque.
“Temíamos que hiciera concesiones a nuestras espaldas”, agregó.
Este método proactivo, incluso apremiante, se pudo ver desde el principio con su discurso pronunciado en la Soborna el 26 de septiembre de 2017, horas después de conocerse el resultado de las elecciones legislativas alemanas.
Macron no esperó a que los partidos en Alemania –país considerado como el motor del bloque junto a Francia– alcanzaran un laborioso acuerdo de coalición, que llegaría meses después, en febrero.
En la prestigiosa universidad parisina, pidió que Europa adquiriese una “soberanía real” a partir de seis claves: defensa, fronteras, política exterior, transición ecológica, sector digital y finanzas.
“Parecía la lista de papá Noel, pero al final se han hecho muchas cosas”, estima Tara Varma.
Reelección
De resultar elegido, como auguran los sondeos, el dirigente europeísta deberá completar su ambicioso programa de reformas interrumpido por la pandemia, en la línea de lo recomendado por la Comisión Europea para estabilizar su economía.
DESDE PROTESTAS INTERNAS HASTA CONFLICTOS EUROPEOS: Macron, el presidente de todas las crisis
El presidente francés, Emmanuel Macron, enfrentó desde su llegada al poder en 2017 duras protestas contra sus reformas y una pandemia mundial, con la misma determinación con que opta ahora a su reelección en plena guerra en Ucrania.
“Soy candidato para crear con ustedes, una respuesta francesa y europea única frente a los desafíos del siglo”, escribió Macron en una “Carta a los franceses” publicada por varios medios.
Meses antes de llegar al Elíseo, ya advirtió que sería un “presidente jupiterino”, una expresión que, según el diccionario Larousse, evoca el “carácter dominador y autoritario” del dios romano Júpiter. Y no defraudó.
La crisis de los “chalecos amarillos” fue su máximo exponente. Esta protesta, surgida en 2018 por el alza de los precios del combustible, se extendió por Francia para denunciar las medidas hacia las clases populares de este exbanquero.
La movilización apuntaló su imagen de “presidente de los ricos” y desconectado de la realidad, que se granjeó con polémicas frases como cuando dijo que en las estaciones de tren “te cruzas con gente que ha tenido éxito y personas que no son nada”.
“Creo que llegué [al poder] con una vitalidad, que espero seguir teniendo, y con una voluntad de sacudir” el sistema, se justificó en diciembre durante una entrevista sobre su mandato, en la que reconoció “errores”.
A partir de 2020, la pandemia de coronavirus acabó con estas protestas en una nueva Francia de confinamientos y mascarillas e impulsó el perfil más "jupiterino" de Macron: “Estamos en guerra” contra el covid-19, subrayó entonces.
GESTIÓN PERSONALISTA
Su gestión personalista de la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial le valió los ataques de la oposición y, pese al recelo inicial de la población, supo ganarse su confianza e imponer polémicas medidas como el pasaporte sanitario.
“Las crisis requieren una hiperpresidencialización (...) En esos momentos, Macron está como pez en el agua”, a diferencia de cuando el "mar está en calma”, analizaba recientemente la periodista Corinne Lhaïk en el diario L'Opinion.
La actual ofensiva rusa en Ucrania representa otra crisis que sacó a relucir el hiperliderazgo del presidente centrista que, pese a fracasar en su intento de evitar la guerra, ve como su intención de voto progresa en los sondeos.
Sin embargo, su éxito no se debe a su popularidad. “Su principal fuerza reside sobre todo en la debilidad de los otros candidatos”, aseguraba recientemente Gilles Finchelstein, director general de la Fundación Jean Jaurès.
Dos tercios de los franceses lo ven además como un presidente “autoritario”; la mitad, “competente”; y solo un tercio, “sincero” o “cercano” a los problemas de los ciudadanos, según un sondeo de Ifop realizado antes de la invasión rusa.
Este hombre elegante, de esbelta figura y ojos azules era poco conocido hasta su nombramiento como ministro de Economía en 2014 por el entonces presidente francés, François Hollande, tras ser su consejero económico.
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