¿SE DIVIDIRÁ EL MAS COMO LO HIZO EL MNR?

¿SE DIVIDIRÁ EL MAS COMO LO HIZO EL MNR?

Péndulo político César Rojas Ríos 25/09/2022 05:28
Para entender la “revolución democrática y cultural” del MAS es posible hacerlo en el espejo de la revolución del MNR. Los paralelos históricos son evidentes. ¿Ambos procesos revolucionarios siguen los mismos pasos?
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Si en un inicio el MNR cristalizó como una explosión revolucionaria (1952), evolucionando luego hacia la implosión política (1964) y posteriormente, con el paso de los años, generó otra explosión social que acabó con el propio MNR (2003), caben dos preguntas de alto rendimiento: una, ¿está caminando el MAS hacia su implosión política? Y otra, ¿está generando una posterior explosión social que pondría en riesgo la propia existencia del MAS?

De la explosión de 1952 a la implosión de 1964

Bolivia hasta 1952 tenía en los barones del estaño un oasis de riqueza en medio de un océano de pobreza y atraso. Esta Rosca minera además había constituido un Superestado poderoso enquistado en un Estado nacional famélico. Lo único robusto era el movimiento sindical minero y su proyecto político vanguardista. La Tesis de Pulacayo era la evidencia ideológica de sus anhelos precoces y sus movilizaciones intermitentes la activación de su malestar (tenazmente reprimidas). Por detrás se encontraba el MNR con un discurso vago, pero con un genuino sentimiento nacionalista. Ensombreciéndolo todo, el trauma colectivo de la derrota en la Guerra del Chaco.

Hasta que se produjo la revolución a 3.600 metros de altura. El antecedente más cercano fue el “mamertazo”. En las elecciones de marzo de 1951 ganó el MNR. El presidente Mamerto Urriolagoitia dio el paso fatal al desconocer el resultado electoral, alegando que era un peligro para la democracia, y entregó el poder a las fuerzas armadas. La artillería militar bombardeó el centro de La Paz desde las zonas altas y en Oruro el ejército ametralló a la multitud reunida en la plaza principal. La rebelión popular se rehízo, asumiendo un carácter resuelto, resueltamente violento. El ejército no resistió el embate y sucumbió el 11 de abril después de tres días de lucha. En las calles de La Paz quedaron abandonados los uniformes y las armas de un ejército en desbande. El gobierno oligárquico se desmoronó como un castillo de naipes. En el Palacio Quemado los obreros fabriles hicieron guardia en la noche. Ese día no pasaría desnudo y sin historia.

Luego de esa jornada épica, sobrevendría la etapa dorada. El MNR se entroncó con el proletariado minero y se nacionalizó las minas; posteriormente, bajo presión del movimiento campesino, también se entroncaron y se anunció la reforma agraria. El voto universal entroncó al MNR con los sectores populares. Pueblo y partido se abrazaron batiendo las banderas de abril. El uno es para el otro y el otro es para el uno. El poder se ensambló monolíticamente y tenía en un puño a las milicias obreras y en el otro a las campesinas. El cogobierno MNR-COB empezó a funcionar, y luego el Palacio Legislativo cobró un aire de “parlamento obrero-campesino”. 

Erosionó el piso de ese abrazo íntimo y cerrado la crisis económica y la inflación con su trabajo de topo a partir de 1956. No cayó con un soplo de las masas revolucionarias la perfección celestial sobre el macizo andino; más bien la brecha entre la COMIBOL y los sindicatos se abrió y estallaron los conflictos. La luna de miel ideológica había concluido. Y se inició paulatinamente otra por interés: la del MNR con los Estados Unidos. El gobierno movimientista de Paz requería urgentemente de fondos (para impulsar la diversificación económica, para estabilizar la moneda, para vertebrar el país, para paliar el hambre) y Estados Unidos los tenía. Los entregó a medida que el MNR también se entregó. 

Ese mismo año de 1956 se celebraron elecciones. Las ganó Siles Zuazo acompañado por Ñuflo Chávez, quienes contaron para su postulación con el aval de Paz, líder indiscutido del partido. El desafío del nuevo gobierno fue transformar el triunfo político en un triunfo económico a través de la estabilización. No fue así; entonces los conflictos se multiplicaron como una plaga. Lechín en el Congreso trascendental de 1957 señaló que la estabilización se estaba convirtiendo en la “enajenación de abril”. El MNR perdió coherencia y empezó su extravío. Había empezado “el tiempo de las cosas pequeñas” de la revolución, así como de sus grandes fracasos y rupturas. 

La minería nacionalizada estaba en crisis endémica, Bolivia continuaba siendo un país monoproductor y endeudado, el gobierno movimientista atacó directamente el papel de los sindicatos obreros y se produjo la ruptura mortal. Las “vivas” al MNR quedaron sepultadas por los “mueras”. Los sindicatos obreros implantaron el “poder dual” al separarse del segundo gobierno de Paz Estenssoro y construyeron su propio poder desde la sociedad y contra el Estado. El gobierno usó al ejército para reprimir a sus antiguos aliados y en Oruro se produjo la “masacre de Sora Sora”. René Barrientos organizó un típico golpe de Estado militar que estalló el 4 de noviembre de 1964 (Siles, Guevara y la izquierda tradicional, participaron en el golpe para castigar el tercer, último y efímero gobierno revolucionario de Paz). Esta vez los pocos milicianos del MNR que aun combatían en el cerro Laicacota y en el Montículo de la ciudad de La Paz huyeron derrotados dejando la revolución inconclusa. La rebelión en las venas terminó con un Réquiem para la revolución y poniendo fin a la fiesta de la plebe.

De la implosión de 1964 a la explosión de 2003

Después vino un largo eclipse histórico para el MNR (y la COB) por la sucesión de varios gobiernos militares. Los doce años del ciclo revolucionario fueron desplazados por quince años de poder militar. En 1966 se realizaron elecciones generales, se proscribió a Paz y Siles. Ganó René Barrientos, luego de haber ejercido la co-presidencia con Ovando Candia, continuó su “Revolución Restauradora” y firmó el idílico “pacto militar-campesino”. Barrientos murió en un accidente aéreo el 27 de abril de 1969. El entierro, para ese hombre signado por un carisma personal increíble, fue multitudinario. 

En 1969 inició el tercer gobierno del general Ovando –derrocado el presidente Siles Salinas–, que puso el espejo retrovisor hacia las líneas maestras de la revolución del 52. La derogación del código de petróleo lo acercó con la COB. En su gabinete contó con militares, independientes, miembros de la Democracia Cristiana y del MNR. Luego de varios avatares y el levantamiento militar del 6 de octubre de 1970, Ovando renunció agotado. Un golpe, apoyado por la huelga general de la COB, encumbró al general Juan José Torres. El suyo fue un gobierno en permanente estado de emergencia en medio de una fiebre revolucionaria convulsiva. En ese marco se creó la Asamblea Popular el 1 de junio de 1071. El gobierno de Torres naufragaba entre la derecha que lo cercaba y la izquierda que lo despreciaba, convencida de que tomaría el cielo revolucionario por asalto. 

Fue el general Banzer más bien quien tomó por asalto el gobierno (apoyado por Paz, rompiendo así el pacto de unidad del MNR que habían acordado en Lima con Siles, y después de una enemistad a muerte de largos años, confluyeron los dirigentes de la FSB y el MNR en la organización del golpe). Banzer juró a la presidencia el 21 de agosto de 1971. La COB y los partidos de izquierda empezarían a vivir un calvario. La bonanza inició al calor de los créditos internacionales y se apagó cuando se congelaron. Banzer abrió las compuertas para unas elecciones fraudulentas, su delfín, el general Pereda Asbún tiró las puertas con un golpe de estado. Luego continuó una saga de generales golpistas: Padilla (el breve gobierno constitucional de Guevara); Natusch, en alianza con parlamentarios del MNR y del MNRI (la presidencia constitucional interina de Lidia Gueiler, apoyada en parte en el MNR), García Meza, Torrelio y Vildoso.

En 1982 Siles Zuazo fue elegido en el Congreso Nacional. Una tenaza feroz se cernió sobre su gobierno: la oposición sistemática del Congreso y las movilizaciones hormigueantes de la COB lideradas por Lechín. Y una hiperinflación sofocante. Adelantó las elecciones: Paz con el respaldo de Jaime Paz, anterior aliado de la UDP, asumió la presidencia. Promulgó el decreto 21060 que consiguió estabilizar la economía y sustituir el modelo de capitalismo de estado. Le sucedió Paz Zamora –tercero en las elecciones– gracias al respaldo de Banzer. En las elecciones de 1993 ganó Sánchez de Lozada del MNR con el 35,5% de los votos y lo volvería a lograr en 2002, pero solo con un 22%.

En Bolivia el gobierno de Sánchez de Lozada implementó el modelo neoliberal, pronto la esperanza fue sustituida por la frustración. No llegó ni el crecimiento ni los empleos ni el bienestar prometidos. Los aventajados obtenían beneficios adicionales y los recursos naturales (los hidrocarburos) hacían las delicias de las transnacionales. Entonces se pasó de la mano invisible del mercado a los pies visibles de la protesta. La rivalidad encarnizada entre los que tienen y los que están  desesperadamente necesitados, entre los que están dentro del sistema y los muchos que permanecen excluidos (indígenas), asumirá la dinámica de un crescendo insurreccional, bordeando el síndrome del abismo, hasta hacer de la presidencia de Sánchez de Lozada una “presidencia fallida”.

El MNR estuvo presente en la vida política del país desde el 7 de junio de 1942 hasta el 17 de octubre de 2003. ¡Nada menos que sesenta-y-un-años! Una lujuria de tiempo para países como el nuestro donde la inestabilidad y las crisis acortan el ciclo de vida de los partidos. [P]

Del poder dual a la dualización personal del poder

Guevara Arce rompió con el MNR y fundó el Partido Revolucionario Auténtico (PRA). Lechín Oquendo creó el Partido Revolucionario de Izquierda Nacional (PRIN). Y Siles Zuazo el Movimiento Nacionalista Revolucionaria de Izquierda (MNRI). El MNR no pudo contener el antagonismo con el “poder dual” de la COB, y dio paso a una pérdida y una ganancia: perdió su apoyo gravitante y ganó a cambio un adversario colosal. En esa centrifugación todo salió disparado por los aires. ¿Paz, el líder histórico de la revolución, aliado del golpista y dictador Banzer? ¿Guevara, fundador y diputado del MNR, colaborador de Barrientos, de quien puso fin al gobierno revolucionario de Paz, y años después, compañero de fórmula de Paz en las elecciones de 1978? ¿Paz y Siles, ambos presidentes de la revolución y camaradas, luego convertidos en contendientes electorales acérrimos en las elecciones de 1978, 1979 y 1980? Lejos, muy lejos quedaba la épica de la revolución y su etapa dorada. El tiempo de las cosas grandes se diluyó en la neblina de los tiempos y se abrieron paso los grandes apetitos personales.

El “poder dual” quebró al MNR, ¿qué sucederá con el MAS? Evo Morales fue contra viento y marea para prorrogarse en el poder: saltó sobre la constitución, sobre el referéndum, sobre los resultados de las elecciones. Pero no pudo. La insurrección ciudadana de 2019 dio de bruces con sus pretensiones. Entonces, nominado por Morales, sobrevino Luis Arce con su 55% de votación. Y una vez instalado en el poder empezó a padecer el sorojchi político, o sea, el poder embriagante de las alturas. No de las alturas apolíneas de una presidencia normal, sino de las alturas dionisiacas de la presidencia revolucionaria. No ejerce un poder limitado por los pesos y contrapesos de un Estado republicano, sino un poder ilimitado y concentrado. Una tentación mayúscula para quien ostente la corona popular. Evo lo añora, apoyado por su base cocalera (satisfecha por lo obtenido). Choquehuanca siente que llegó su turno, respaldado por los indígenas del Altiplano (en falta respecto a los chapareños y esperan ser resarcidos). Arce lo disfruta y lo quiere retener (incitado por su entorno presidencial).

¿Los une hoy la agenda histórica de 2006? No, pues pasó el tiempo de las grandes gestas y están instalados en el “el tiempo de las cosas pequeñas”. Entonces cada ego cuenta y con los egos los intereses de sus apoyos. ¿Cejará Morales en su empeño en favor del aventajado por las encuestas? Evo demostró ser un poseso del poder y de ahí su intensificación en el acoso y ¿derribo? del gobierno de Arce. ¿Cederán Choquehuanca y Arce? Ellos resisten, son el objeto inmóvil frente a la fuerza en movimiento del asedio.

¿Cuál es el resultado de esta dualización personal del poder? Un juego de suma cero, donde lo que el uno gana, lo pierden los restantes, porque presidencia hay una sola. Aunque evaluado desde el punto de vista del MAS, se trata de un juego de suma negativa: al “golpearse” entre ellos, pierde el partido. Y corre el riesgo de partirse en tres o que uno se salga de sus filas debilitándolo severamente. Para el “movimiento de movimientos” son horas aciagas, pues pueden desgranarse sus movimientos sociales y perder la fuerza del movimiento hacia sus objetivos históricos que da una unidad vigorosa. 

En el ruedo nacional, el “poder dual efectivo”: Santa Cruz, una región para-sí, es decir, con conciencia de poder, organización corporativa y cultura de la movilización, espera su momento (durante la revolución fue opositora al MNR). Puede dirimir el pleito, puede apuntalar a uno de los contendientes en su camino al poder, a cambio de recibir su alma; entonces el MAS quedará apagado y extraviado al pie de su “proceso de cambio”. Finalmente, Santa Cruz, como La Paz en su momento y Sucre en un inicio, sentará su soberanía sobre el Estado boliviano. El MAS pasará a ser un mal sueño, y sus militantes recordarán con impotencia la ceguera histórica que tuvieron al desconocer para quién trabaja el diablo. [P]

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