Más cáscara que nuez

Más cáscara que nuez

Péndulo político Rodrigo Pacheco Campos 25/09/2022 05:34
Eva Copa y Santos Quispe generaron expectativas de renovación política. Copa se proyectaba como presidenciable. Hoy, esa proyección se ha nublado.
PUBLICITE AQUÍ

Los resultados de las elecciones subnacionales de 2021 reconfiguraron el campo político de forma parcial en el departamento de La Paz y el municipio de El Alto. 

El liderazgo político de Eva Copa y Santos Quispe –este último amparado solamente en la figura de su padre, el líder indianista Felipe Quispe “Mallku”–, emergió desde el campo nacional popular en el marco del contexto de la crisis política de 2019 - 2020. 

En el pasado, ambas figuras “nuevas” fueron parte o tuvieron cierta cercanía con el MAS y ganaron las elecciones de 2021 en disputas electorales que no respondieron al eje ideológico “masismo vs antimasismo”, utilizando como vehículo político-electoral a la agrupación ciudadana Jallalla, una organización política sin estructura, ideología y militancia, con la que rompieron relaciones al poco tiempo de ser posesionados como autoridades electas. 

Liderazgos diluidos

Ese fenómeno, principalmente para el caso de Eva Copa, causó expectativas en los analistas políticos y en amplias capas de la sociedad, porque vislumbraron posibilidades reales de que se configure una alternativa al MAS desde el campo nacional popular. 

Algunas de las reflexiones, expresadas por analistas políticos en distintos medios, en torno a las características de la joven alcaldesa –“Eva es la antítesis de Yanine Añez, pero también de Evo” (Galindo, 2019)–, de su liderazgo y legitimidad –“dispone de capacidad para interpelar al oficialismo desde posturas distintas a la oposición tradicional, así como de legitimidad para disputar la orientación del proceso de cambio” (Mayorga, 2021)–, de su proyecto –“estamos ante un momento constitutivo de una variante del Proceso de Cambio claramente popular, menos burocrática y sobre todo, menos machista” (de la Fuente, 2020)–, y de su futuro político –“aparece en el firmamento político boliviano como uno de los liderazgos más potentes y con mayor proyección para la próxima etapa del país” (Paz, 2021) –, son indicativas de las expectativas que generaron.

Pasado más de un año del cierre del ciclo electoral, esas posibilidades parecen haberse diluido al influjo de algunas derivas a las que se vieron expuestas las figuras políticas en el marco del ejercicio de sus funciones como autoridades. Actualmente, son más las voces críticas que las tendientes a resaltar sus características y las proyecciones de su liderazgo político. 

En ese contexto, la pregunta que parece tener mayor relevancia es si Santos Quispe y Eva Copa fueron solamente líderes políticos que le disputaron la representación de lo nacional popular y el poder político al MAS en términos electorales, o si se constituyeron en una suerte de renovación y/o recambio más profundo para el campo político boliviano y, por tanto, para el campo nacional popular. 

Puede ensayarse al menos una hipótesis: Eva Copa y Santos Quispe le disputaron al MAS el poder y la representación de lo nacional popular, principalmente en términos electorales. En la actualidad, no existen las condiciones mínimas para poder hablar acerca de una renovación política profunda, pues Copa y Quispe no generaron un horizonte o proyecto político propio, tampoco configurado nuevas formas de pensar la sociedad o el Estado, y menos aún, lograron posicionar nuevas identidades políticas que trasciendan el “antievismo” y el “aymarismo”.

Figuras coyunturales

Si su disputa fue predominantemente electoral, las causas de ello son múltiples; sin embargo, responden tanto a las particularidades del momento político que vivió el país como a las dinámicas sociopolíticas propias de los escenarios locales, que delimitaron un marco propicio para la consolidación política de estos actores, donde destancan los siguientes aspectos:

Para el caso de Eva Copa, la capitalización electoral de su posición distante con respecto a la “oposición tradicional” y al MAS, en un momento en el que la sociedad daba signos de buscar superar la polarización que revestía a todo el escenario político nacional. 

Para el caso de Santos Quispe, el impulso electoral que le supuso el renovado capital político de su fallecido padre, así como el efecto polarizador de la segunda vuelta, que le permitió capturar los votos “antimasistas” del electorado paceño. 

Para ambos, la capitalización político/electoral de los sentimientos de identidad y pertenencia colectiva –así como de politización de la aymaridad–, que se presentaron en El Alto y en las zonas rurales del departamento de La Paz como consecuencia de la violencia represiva en Senkata y la violencia simbólica al quemar la wiphala, ocasionada en el marco del despliegue del proyecto de poder del gobierno transitorio.

Así, la comprensión de Copa y Quispe como liderazgos con la capacidad de trascender su éxito electoral y con posibilidades de diseñar proyectos políticos, que signifiquen renovación y disputa con respecto al MAS, también parece haber sido más un fenómeno sintomático del momento sociopolítico que vivía el país, que la posibilidad real de materializarse en el corto plazo. Recuérdese que la coyuntura de crisis ocurrida en 2019 - 2020, y la respectiva dinamización del campo político, activaron la idea de que en el país concluía un ciclo político, iniciando otro. Como sucede con frecuencia, actores políticos, analistas y amplias capas de la sociedad civil, proyectaron el nuevo ciclo de acuerdo a sus intereses, inquietudes y anhelos, no a los datos de la realidad. [P] 

Compartir:
También le puede interesar


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor