
“La democracia es perfectible y es mejor que la sangre”
Jimena Costa conoce la política desde fuera y desde dentro, como política en ejercicio del partido político Unidad Nacional de Samuel Doria Medina, en el pasado, y como estudiosa de la política, actualmente. Por tanto, una voz autorizada para hacer el balance de los 40 años de la democracia boliviana que, como señala en la entrevista, piensa que la sociedad hizo su elección a favor de las urnas democráticas y en rechazo a los tanques dictatoriales.
PREGUNTA (P). 40 años de democracia en Bolivia, el período más largo de nuestra historia, ¿cuál es tu balance?
RESPUESTA (R). Después de casi 20 años de dictaduras, persecuciones, torturas, asesinatos y desapariciones, el balance siempre es positivo. Pero no es un proceso homogéneo. Los primeros años fueron de construcción de la institucionalidad democrática: elección de alcaldes por voto popular, creación de un sistema de partidos, reformas constitucionales que impulsaron el tránsito de una democracia representativa hacia una más participativa, creación de la uninominalidad, el Defensor del Pueblo y muchas otras. También se crearon mecanismos de transparencia, electoral y administrativa, y el proceso de municipalización y descentralización, también reformas a favor de las mujeres, como la Ley de Cuotas. A pesar de las deficiencias de funcionamiento del sistema y la limitada representatividad de los partidos, avanzamos mucho. La participación popular, por primera vez en la historia, posibilitó la presencia de Estado en todo el país y con redistribución de recursos. La tendencia era optimista.
P. ¿Queda algo en el tintero?
R. Esa primera fase amplió la participación ciudadana y posibilitó que actores “no tradicionales” ingresen en la política. Primero CONDEPA, luego UCS y después el MAS. Los tres representan el populismo nacionalista, pero solo los dos primeros fueron democráticos. El MAS nunca lo fue. En la segunda fase, llega el MAS al poder con un discurso socialista, se separa gradualmente de los actores de base constructores del proceso, y se vuelve un proyecto elitista de poder fundado en una visión andinocentrista, que instrumentaliza a los demás actores y que desmonta las instituciones democráticas para sustituirlas con la voluntad y el capricho de los gobernantes.
Es un proceso autocrático, de tendencia totalitaria, que busca imponer un sistema de partido único. Esta fase es un retroceso en la construcción democrática, aunque la incorporación de gran parte de la población al hecho estatal es fundamental, lamentablemente esa incorporación se da a partir de una cultura patrimonialista, de asalto al Estado Botín, de mediocridad de la política y de crisis de valores. Seguimos en esa fase.
P. 2. ¿Los bolivianos estamos preparados para apuntalar una democracia de calidad?
R. Sí y no. Creo que existe una sociedad que ya tomó decisiones y creo que son irreversibles: prefiere las urnas y no los tanques. Después de tantos años de dictadura la decisión fue por la democracia, y aunque imperfecta e incompleta, es perfectible y es mejor que la sangre. Pero no predomina una cultura política democrática. Hay tendencias autoritarias. Por ejemplo, cuando Evo se mandó el “yo le meto nomas”, nadie se desgarra las vestiduras. Parte de la sociedad acepta a los caudillos autoritarios, porque aún piensa como siervo y espera que el papá Estado lo resuelva todo
P. ¿Qué se vislumbra para nuestra democracia de cara al futuro? ¿Asistimos a su muerte a cámara lenta?
R. El futuro de la democracia no depende del gobierno y sus tendencias autoritarias, ni siquiera depende de todo el sistema político, depende de la comunidad política, y creo que la enseñanza de la crisis de 2019 es que la sociedad boliviana le da la oportunidad a los políticos, a los aplazados del pasado y a los aplazados del presente. Pero tiene límites. Y cuando se exceden, la gente está dispuesta a movilizarse para defender la democracia. Creo que mientras más autoritarios se ponen, mientras más abusan de los cargos y de los recursos públicos, más acortan su estadía en el poder. A esto se suman las denuncias de narcotráfico, corrupción y hasta de ejecuciones extrajudiciales recientes, que aceleran el desgaste.
P. ¿Y qué sucede con la oposición? ¿Está cruzada de brazos?
R. Por ahora no se ve una oposición que coseche el descontento, tal vez caerán con el MAS, pero el vaciamiento discursivo es la oportunidad para que surjan nuevas propuestas. Ojalá sean democráticas. [P]