De acuerdo con Octavio Paz, el célebre escritor mexicano, el ideal democrático es contar con “Un pueblo fuerte y un gobierno débil”. En Bolivia, hace cuarenta años, las elecciones se constituyeron en el mecanismo para legitimar la selección de los titulares del gobierno y de la élite política (su democracia); pero, la desconfianza generada por el oscuro ejercicio del poder político ha provocado que desde la ciudadanía se desarrollen un conjunto de “contrapoderes” orientados a “vigilar y castigar” a los gobernantes (nuestra democracia). Este texto describe la relación entre estas dos formas de democracia durante las últimas cuatro décadas de nuestra historia política.
El gobierno de la UDP (1982-1985) no pudo soportar los dos “contrapoderes” ejercidos desde la sociedad: el “poder de control” y el “poder de obstrucción”. El primero hace referencia a la vigilancia, la denuncia y la calificación acerca de la gestión gubernamental. Durante este gobierno, la ciudadanía organizada en torno a la Central Obrera Boliviana, fue un vigilante permanente de las acciones erróneas del presidente Hernán Siles Zuazo, sus dirigentes sobresalieron por sus constantes críticas a las equivocadas decisiones gubernamentales y sus frecuentes evaluaciones negativas a la administración de la UDP. El segundo “contrapoder” está relacionado con el derecho de resistencia que tiene el pueblo para impedir, modificar o anular las actuaciones de sus gobernantes; en este caso, las nueve huelgas generales llevadas a cabo por la COB revelan el ejercicio de este poder orientadas a trabar, rectificar o derogar la implementación de casi todas las políticas del gobierno. El asedio ciudadano, a través de estos dos “contrapoderes”, sumados a la ineficiencia del gobierno para controlar la crisis económica y la embestida intransigente de la mayoritaria oposición política en el parlamento, derivó en la renuncia de presidente Hernán Siles Zuazo.
Entre 1985 y 2003 el MNR, MIR y ADN promovieron acuerdos y pactos que les permitió no solo acceder al gobierno sino inutilizar a la oposición política y, con la imposición del neoliberalismo y la relocalización principalmente de los mineros (vanguardia de los trabajadores), debilitar a la COB. Sin una ciudadanía organizada e incapaz de ejercer aquellos “contrapoderes”, los diferentes gobiernos implementaron sus políticas sin demasiado “control” y con escasa “obstrucción”. Sin embargo, luego de una prolongada acumulación de fuerzas, surgieron varios movimientos sociales que, liderados por la FEJUVE de El Alto, reemplazaron a la COB y se constituyeron en los portavoces críticos del gobierno que durante la “guerra del gas” (octubre de 2003), ejerciendo el “poder de control” y el “poder de obstrucción”, consiguieron la renuncia del presidente Sánchez de Lozada.
En las elecciones de diciembre de 2005, el triunfo por mayoría absoluta del MAS (53,7%) les permitió a Evo Morales y Álvaro García asumir el gobierno de manera directa y contar con una cómoda mayoría parlamentaria. Esto se reafirmó en las subsiguientes elecciones, lo que significó la hegemonía del MAS en el Congreso y la anulación de la oposición política; simultáneamente, el MAS se empeñó en evitar los “controles” y “obstrucciones” de la ciudadanía y procedió a cooptar a los movimientos sociales; sin embargo, desde el inicio de su gobierno, los comités cívicos, principalmente el de Santa Cruz, se constituyeron en las entidades con una fuerte capacidad de ejercer aquellos “contrapoderes” ciudadanos. Los cívicos llevaron a cabo estas acciones de manera más evidente en dos ocasiones: por un lado, durante el desarrollo de la Asamblea Constituyente (2006-2007) donde, entre otras cosas, lograron imponer las autonomías departamentales y la reelección del presidente por un solo periodo continuo; y, por otro lado, durante las jornadas de protesta de octubre y noviembre del 2019 en contra del fraude electoral que desembocó en la dimisión del presidente. Sin duda, Luis Arce no puede ignorar el “contrapoder” que ejercen los cívicos sobre su gobierno, los temas fundamentales no son viables sin su consentimiento.
Así, en el ideal democrático de Octavio Paz, el pueblo es fuerte no cuando se elimina al gobierno, sino cuando la ciudadanía se organiza y evita los excesos del poder político: cuando nuestra democracia controla su democracia. [P]