Bolivia, entre república y plurinacionalidad

Bolivia, entre república y plurinacionalidad

Péndulo político Franz Flores Castro 07/08/2023 04:40
Bolivia es un país raro. Cada 6 de agosto festeja la creación de un Estado republicano que, desde 2009, ya no existe.
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Bolivia es un país raro. Cada 6 de agosto festeja la creación de un Estado republicano que, desde 2009, ya no existe. Nuestra actual Constitución Política del Estado Plurinacional así lo dictamina en su preámbulo: “Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal. Asumimos el reto histórico de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario”.

No obstante, el gobierno no deja de organizar festejos y desfiles para el 6 de agosto. Fecha en la que se recuerda la firma del acta de independencia de nuestro país en 1825.  A la vez, cada 22 de enero, el gobierno conmemora la emergencia del Estado plurinacional como la antípoda del republicano, porque se lo considera oprobioso y negador de la diversidad étnica. 

Pero ambas fechas no son celebradas por igual entre la población. En agosto existe algarabía, desfiles, sonoras bandas y festejo ilimitado; en enero, las acciones son como más calmadas y no se dan por igual a lo largo del territorio. 

Por eso, el cambio del denominativo de Estado republicano por el de Estado Plurinacional, que se dio en la constituyente de 2006, tiene todas las características de una ilusión, de un exceso de expectativa, puesto que intenta cambiar las bases mismas del imaginario de nación boliviano. Imaginario imprescindible en toda comunidad política democrática, porque ella genera cohesión social; hace que, a pesar de todas sus diferencias, las personas se reconozcan como solidariamente iguales. 

Como señala Benedict Anderson en su Comunidades imaginadas, “la nación se concibe siempre como un compañerismo profundo, horizontal”. Las personas pueden ser ricas o pobres, cambas o collas, de Potosí como de Chuquisaca, pero todos ellos finalmente se sienten parte de la nación boliviana. Este factor colabora, y mucho, con la estabilidad política y evita la fragmentación social.

Las sociedades rara vez cambian su imaginario de nación o lo sustituyen por otro. Esto puede ocurrir de dos modos: que a lo largo de un tiempo (que suele medirse en siglos) los dispositivos educativos transmitan una historia, unos ritos (por ejemplo, desfiles) y una narrativa que configura la identidad nacional. Pero también puede darse por medio de la imposición, la violencia: se puede obligar a las personas a dejar de ser quienes son, para forzarlas a abrazar otra identidad, no propia de cada uno. El gobierno del MAS ha tratado de ir por la primera ruta: ha inaugurado museos, construido edificios y cambiado el aparato simbólico del Estado (escudo, colores, ceremonias), pero su éxito ha sido muy relativo. Lo prueba el hecho de que se haya mantenido el 6 de agosto como la fiesta patria por excelencia y que haya formado una pequeña burocracia para celebrar el bicentenario del nacimiento de la república de Bolivia. 

Será por ello que los gobiernos de izquierda, que optaron por procesos constituyentes, como la Venezuela Hugo Chávez o el Ecuador de Rafael Correa, tuvieron mesura y prudencia a la hora de cambiar el denominativo de república de sus países y menos convertirla en sinónimo de exclusión y oprobio. Venezuela no sólo que no repudió su pasado republicano, sino que a su nombre le aditamentó “Boliviariano” en alusión a Simón Bolívar que, como se conoce, soñaba con establecer repúblicas por los países que el había liberado o ayudado a liberar del dominio español. 

Hoy Bolivia se alegra, hoy los bolivianos recordamos el 6 de agosto de 1825, fecha en la que se resolvió formar un Estado republicano que, aunque ya no es reconocido por la actual Constitución, permanece en el imaginario colectivo generando identidad y unidad. 

Los gobiernos son coyunturales, las naciones son eternas. [P]

Franz Flores Castro, Politólogo

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