Ha causado revuelo las últimas elecciones primarias en la Argentina (PASO) en las que Javier Milei, al frente de La libertad Avanza, logró ganar las elecciones con el 30,04% de los votos, frente al Sergio Massa con el 21,40% y a Patricia Bullrich con el 16, 98%. Si bien este certamen electoral no tiene mayor efecto político, puesto que no se elige ningún cargo, sino a los candidatos de cada partido, es un evento que anticipa los resultados de las presidenciales que se llevarán a cabo el venidero 22 octubre. De ser elegido Milei como Presidente, lograría cambiar la política argentina como lo hizo Evo Morales con la boliviana.
Aunque disímiles entre sí, Morales y Milei son dos caras de la misma moneda. Ambos emiten un discurso anti élite: Evo Morales repite que un grupo minoritario se dedica a saquear, explotar y marginar al pueblo boliviano, dejando una estela de pobreza y subdesarrollo. Asimismo, Milei acusa a la “casta maldita hija de puta” de todos los desastres económicos y sociales que hoy padece Argentina.
Tanto Milei como Evo son nacionalistas. Milei habla que la Argentina en un pasado lejano era uno de los países más prósperos del planeta, pero que un grupo de políticos la habría llevado a un descalabro de dimensiones bíblicas, al punto que hoy tiene el 45% su población en la pobreza. Por su parte, Morales sostenía que Bolivia estaba atrapada por un grupo de oligarcas proimperialistas que le negaban progreso y bienestar y que la condenaban a ser una semicolonia del imperialismo norteamericano.
Ambos son incomprendidos por la prensa y los comentaristas políticos. Cuando Morales logró vencer en las elecciones de 2005, se dijo que los votos hacia él eran votos emocionales, un respaldo lleno rabia contra el sistema de partidos tradicionales (MIR, ADN y MNR), que se había enfangado en inoperancia y corrupción. En el caso de Milei, luego de su triunfo en las PASO, todos o casi todos dicen que el respaldo a él contiene bronca, un rechazo al sistema. Pero esa es una explicación inexacta y fácil.
Crisis
“Asistimos a una crisis profunda del peronismo, cuyo naufragio político tiene relación directa con el descalabro económico que se encargaron de generar a base de demagogia y corrupción.
En la base doctrinaria de Milei están importantes economistas como Adam Smith o Friedrich Hayek o filósofos como Karl Popper. Así como en la ideología de Morales están intelectuales como Walter Mignolo, Boaventura de Sousa Santos o Silvia Rivera. Afirmar que la gente sólo vota emocionalmente es menospreciarla o no esforzarse por entenderla. Hay algo en el giro a la derecha en Argentina que no cuadra del todo con lo que pasó en el Brasil de Bolsonaro o en el Ecuador de Lasso. Cada país tiene su especificidad, su propio ritmo y sentido en su cambio político.
Con todo, nada asegura que Milei logre vencer en las próximas elecciones argentinas. Lo que sí se tiene certeza es que asistimos a una crisis profunda del peronismo, cuyo naufragio político tiene relación directa con el descalabro económico que se encargaron de generar a base de demagogia y corrupción. Con una inflación desbocada del 113%, un estancamiento de su crecimiento económico y una pobreza creciente, el electorado argentino parece pedir cambios radicales y profundos. Es tal la emergencia argentina, que cerrar el Banco Central y dolarizar la economía parecen propuestas extravagantes y utópicas, pero (paradójicamente) muy realistas.
Con todo, Morales es socialista y Milei liberal. No es una diferencia de poco calado. El socialismo apunta a menos libertad a cambio de más igualdad y el liberalismo a más libertad, pero menos igualdad. Empero, este debate que ya lleva más de un siglo en otros espacios, nunca ha sido un asunto mayor en América Latina. En este continente todos somos estatistas de tomo y lomo, aquí ricos y pobres, obreros y empresarios, jóvenes y viejos, todos por igual, tienen fe en la mano supuestamente bienhechora y bienpensante del Estado.
Lo sucedido en la Argentina coloca al liberalismo, sus virtudes y límites, en el centro del debate político. Lo hace en un país dominado por una corriente política que, ya sea en su versión de izquierda (los Kirchner) o en su versión de derecha (Carlos Menen), nunca dejó de creer en el Estado. [P]
