“Hemos decidido aceptar los pedidos de nuestra militancia y de tantas hermanas y hermanos [...] para ser candidato a la presidencia de nuestra querida Bolivia”. De ese modo, Evo Morales fijó posición y, tácitamente, puso en duda la repostulación del Presidente Luis Arce con la sigla del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Morales asumió el poder en enero de 2006 y ha sido reelegido dos veces, en 2009 y 2014 como jefe de Estado. Siempre obtuvo una votación arrasadora de más del 50% de los votos. Gobernó el país por un tiempo de 13 años, nueve meses y 18 días, algo que ningún presidente latinoamericano había logrado.
Renunció a su cargo el 11 de noviembre de 2019, en medio de protestas sociales que tuvieron como líder al cívico Luis Fernando Camacho, el ahora gobernador de Santa Cruz recluido en el penal de Chonchocoro y acusado de gestar un “golpe de Estado”.
“Fórmula de unidad”
Evo firmó su postulación a un cuarto mandato presidencial con el aval del Tribunal Constitucional, que a través de su sentencia 0084/2017 estableció que la reelección “es un derecho humano” y dio vía libre al entonces presidente para terciar en las elecciones generales, desconociendo los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016, cuando se impuso el rechazo a una nueva reelección.
El 20 de octubre de 2019, Morales ganó con el 47,07% de los votos en unos comicios denunciados por “fraude electoral” a partir de un informe de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que halló “graves irregularidades” en el cómputo.
Tres meses después, desde Argentina –donde permaneció como refugiado durante el gobierno transitorio de Jeanine Áñez–, el exmandatario anunciaba a Luis Arce y David Choquehuanca como la “fórmula de unidad” para las elecciones generales de octubre de 2020, que después ganarían con el 55,1%.
El punto de quiebre
Pero, cuando muchos habían asumido que Morales ejercería una gran influencia sobre Arce, este se resistió a ser un mero “delfín” y empezó a rechazar algunas solicitudes del expresidente en temas como nombramientos ministeriales y, desde entonces, ambos se enemistaron.
Ahora, Morales se ha convertido en un acérrimo crítico de su antiguo aliado, para el que no ahorra en calificativos tales como el de “traidor” al Movimiento. En sus ataques al actual Presidente, suele mencionar su desilusión por el manejo de la política interna del país.
Aunque el Jefe de Estado ha mencionado en varias oportunidades que está concentrado en su gestión de Gobierno y, en estos momentos, no piensa en una reelección, entre los “renovadores” del MAS abren un escenario con posibilidades de candidatura hacia 2025.
Este divorcio político es casi idéntico al de otros en la región: ocurrió con Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos (Colombia); con Rafael Correa y Lenín Moreno (Ecuador). En estos casos, el presidente siempre escogió a su sucesor, allanó su ascenso y, ya instalado en el poder, el protegido rompió con su mentor y se convirtió en su rival.
¿Principio del fin?
Hoy, la división interna anuncia el final de la historia de hegemonía del MAS. Por lo menos así lo entiende el empresario y político opositor Samuel Doria Medina.
El aliado de Jeanine Áñez, la expresidenta que cumple una pena de diez años de cárcel por el caso “Golpe de Estado II”, sostiene que el MAS “tuvo mucho apoyo hace 18 años”, pero de aquello en la actualidad “solamente tiene el recuerdo en algunos lugares del campo”, pues en las ciudades “cada vez tiene menos apoyo”.
“Esta pelea entre Arce y Morales, con los golpes que se dan cada uno con las medidas que toman, los debilita más, y muestran que no les interesa lo que pasa en Bolivia, sino lo preocupados que están en ver quién va a ser candidato cuando faltan más de dos años y medio para las elecciones”, afirmó Doria Medina en CNN.
La historia de la sigla
El Movimiento Al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) tiene 28 años de vigencia y desde 2006 se ha constituido, de lejos, en la principal fuerza política del país.
Históricamente deriva del Movimiento Al Socialismo-Unzaguista (MAS-U), una línea de izquierda que, en 1987, se desprendió de lo que fue la Falange Socialista Boliviana (FSB). Esta línea, cuyos fundadores fueron David Áñez Pedraza y Filemón Escóbar, heredó el color azul de la bandera de la FSB.
Ocho años después, en 1995, en el departamento de Cochabamba se fundó el MAS, eliminando la “U” de su sigla como un modo de dejar atrás su relación con la Falange. Más adelante, y en vistas a las elecciones de 1997, el MAS se fusionó con el Instrumento de Soberanía Popular y la Confederación de Trabajadores del Trópico Cochabambino, por lo que fue refundado el 23 de julio de 1997, ya bajo la dirección de Evo Morales.
En 2020, frentes políticos como Libre21, Comunidad Ciudadana y Creemos denunciaron que el MAS había incumplido la Ley Electoral al difundir resultados de encuestas fuera de plazo y demandaron la anulación de su personería jurídica. Pero la Sala Plena del Tribunal Supremo Electoral (TSE), por unanimidad, desestimó estos pedidos con el argumento de que no se adecuaban a las causales previstas en la Ley 1096 de Organizaciones Políticas.
Antes también se había exigido que el MAS perdiera su personería debido al supuesto fraude electoral cometido en 2019. Sin embargo, hubo criterios, incluso desde el Gobierno transitorio, como el del entonces ministro de Gobierno, Arturo Murillo, a favor de que el denominado instrumento político participe en nuevas elecciones.
El exsenador Omar Aguilar (MAS), uno de los actores de las negociaciones durante la crisis política de 2019, dijo que gracias a su estrategia se salvó esa sigla.
En esa oportunidad, le dijo a la oposición que, si seguían con la lógica de anular al MAS, no continuarían con las negociaciones, no habría elecciones, habría convulsión y la gente de El Alto saldría a las calles, igual que las organizaciones sociales, a marchar y convulsionar en defensa de la personería jurídica. “Obviamente era falso, porque en ese momento todos los dirigentes de las organizaciones estaban en la clandestinidad”, confesó después, en julio de este año, el exlegislador chuquisaqueño.
Una voz opositora
Para el diputado de Creemos Walthy Egüez, la “irreversible guerra sucia” en el oficialismo es por la sigla, pues tanto Arce como Evo están conscientes de que ninguno tiene opción de ganar las elecciones sin el MAS.
“Se va a quedar (con la sigla del MAS) el que más eficiente sea en su ‘guerra sucia’, en su guerra de ataque, de denuncia, de corrupción, de vinculaciones con el narcotráfico. Quien sea más eficiente se va a quedar con la sigla para ser candidato a presidente el 2025”, dice el diputado.
El voto masista
Para el analista Andrés Delgadillo, al MAS le pasa algo similar que al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) de 1952, cuando “no importaba quién era el candidato”, sino la sigla.
Sobre su electorado, el académico estima que de acuerdo a estudios que se han hecho al respecto, del 100% del capital político que tiene el MAS, un tercio responde a la sigla, otro tercio al contexto, pues no todos los que votan por el MAS son militantes, y otro tercio por el candidato. [P]
¿Evo fuera?
La expectativa puesta en el TCP
El estratega político y sociólogo electoral Andrés Delgadillo, consultado por PÉNDULO POLÍTICO, considera que Evo Morales podría quedar fuera de la carrera electoral si el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) decide cumplir la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en 2021 estableció que la reelección presidencial indefinida no es un derecho humano.
El MAS arguyó que la reelección es un “derecho humano” y recurrió al TCP, instancia que en noviembre de 2017 emitió la Sentencia Constitucional 084/2017, habilitando a Morales para ir, una vez más, por la presidencia de Bolivia en 2019.
El TCP dispuso en su sentencia que se aplicará con preferencia el artículo 23 de Convención Interamericana sobre Derechos Humanos, ya que era más favorable que la Constitución boliviana en relación con los derechos políticos. Sin embargo, en 2021 el Gobierno de Colombia planteó una Opinión Consultiva a la CIDH bajo el título de “La figura de la reelección presidencial indefinida en el contexto del Sistema Interamericano de Derechos Humanos”. En respuesta, la Corte estableció que “la reelección presidencial indefinida no constituye un derecho autónomo protegido por la Convención Americana sobre Derechos Humanos ni por el corpus iuris del derecho internacional de los derechos humanos”.
El 13 de septiembre de 2023, sólo 24 horas después de decir que la sentencia 084/2017 estaba vigente, el presidente del TCP, Paul Franco, anunció que se aplicaría en las sentencias la Opinión Consultiva de la CIDH –la que estableció que la reelección indefinida no es un derecho protegido por la Convención Americana de Derechos Humanos–.
“Entonces, el día en que nosotros tengamos que resolver un caso concreto donde se tenga que analizar cualquier Opinión Consultiva, analizar la aplicación preferente de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, del Pacto Internacional de Derechos Civiles, Políticos, Económicos, Culturales y todo aquello que emerge del corpus iuris de derechos, así lo vamos a hacer”, manifestó en ese entonces.
El ministro de Justicia, Iván Lima, expresó que los magistrados del TCP –cuyo mandato se cumple el 31 de diciembre de este año– no pueden irse sin resolver el tema de la reelección de Morales. Desde la óptica de Delgadillo, si el TPC declarara procedente esta acción, “Evo Morales queda inhabilitado como candidato para siempre, fruto de una errónea interpretación en su reelección”. [P]
¿Arce fuera?
La pelea por el estatuto del MAS
El Estatuto Orgánico del MAS, vigente desde 2021, impediría que Luis Arce sea candidato presidencial, en las elecciones generales de 2025, con esa sigla política. Su artículo 64, numeral 2, señala que para ser candidato a Presidente o Vicepresidente se requiere “contar con 10 años de antigüedad y una trayectoria política intachable como militante del MAS-IPSP”.
De acuerdo con el registro del Órgano Electoral, Luis Arce Catacora está inscrito en el MAS desde 2018.
El 11 de enero de 2023 la diputada del ala ‘renovadora’ del MAS, Deisy Choque, presentó una Acción de Inconstitucionalidad Abstracta ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) para impugnar siete artículos del estatuto del partido oficialista; entre ellos, el referido a los años de antigüedad para poder ser candidato.
La legisladora oficialista también reclama la expulsión de parlamentarios y militantes de ese partido de forma injustificada.
El 24 de agosto pasado se informó que el TCP había admitido su recurso, pero, de nueve artículos de la norma interna del partido objetados, sólo uno fue aceptado, el numeral 15 del artículo 6, el que toca al reconocimiento y respeto del “liderazgo nato” de Morales.
“Admitir la acción de inconstitucionalidad abstracta planteada por Deisy Choque Arnez, diputada titular de la Asamblea Legislativa Plurinacional únicamente en lo que respecta a los artículos 6.15 del estatuto del MAS – IPSP y 30 de la LOP”, señala la parte resolutiva del fallo.
¿Qué dice el texto cuestionado por Choque? “La militancia del MAS–IPSP ratifica el respeto al liderazgo nato del hermano Evo Morales por los grandes logros, avances y saltos cualitativos que realizó a nivel nacional, dignificando a Bolivia en el contexto internacional como líder del Movimiento Al Socialismo - Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos”.
Se prevé que, en el próximo Congreso del MAS, convocado para el 3, 4 y 5 de octubre en Lauca Ñ –en el que no participará Arce porque, según dijo, allí no estarán representadas las organizaciones sociales, “verdaderas dueñas” del instrumento político– se ratifique el liderazgo de Morales.
El también abogado constitucionalista Andrés Delgadillo considera que Arce “tiene en el Tribunal Constitucional gran parte de su futuro político, y ahí también debemos entender las sugerencias que tienen ‘evistas’ y ‘arcistas’ por controlar el TCP, por eso no tenemos elecciones judiciales”. “El TCP se va a pronunciar sobre estos recursos, cuyos plazos ya se han cumplido, yo estimo, antes de enero de 2025”, finaliza el analista. [P]
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