Una vez más, como si de un déjà vú se tratara, la oposición tradicional está intentando formar una alianza nacional anti-MAS. ¿Logrará esta alianza destronar al oficialismo del poder? La división dentro del MAS agrega una interesante variación que podría beneficiar a la oposición tradicional para romper con el ciclo repetitivo de derrotas electorales de los últimos quince años.
El contexto para la organización electoral del oficialismo, la oposición evista y la oposición tradicional podría estar definido por cuatro momentos. Dos de ellos son fácticos: el congreso del MAS en mayo y las elecciones primarias. Los otros dos son aún incógnitas: la posibilidad del tratamiento de la “Ley de Elecciones Primarias, Abiertas, Obligatorias y Competitivas” –proyecto impulsado por Carlos Mesa a través de CC–; y la posibilidad de la modificación a través de resoluciones de la Sentencia Constitucional 1010/2024 que anula la reelección presidencial indefinida.
Pero, volviendo a estos déjà vú, nos queda claro que el deseo personal de ser presidentes y ostentar el poder se sobrepone. Sin embargo, existe un fenómeno político que explica la constante derrota electoral de la oposición: el partido de clase, fenómeno descrito por M. Quiroga en “La victoria de abril sobre la nación” (1960).
A diferencia de un partido político que propone a todo el país un proyecto de nación, el partido de clase canaliza, en este caso, el deseo más profundo de las clases medias citadinas a las que representa: un gobierno no masista. Por otro lado, en el artículo “Los desafíos de los liberales bolivianos”, H.C.F. Mansilla argumentó que la improvisación y la confusión teórica son por ahora la principal característica del bloque “liberal” opositor.
Sin embargo, son ellos quienes tienen más o menos una aproximación “más sólida” a un proyecto de nación, además del anti-masismo, que sigue siendo la columna vertebral en la argumentación y discurso.
La realidad boliviana es compleja, plural, informal, donde aún persisten distintos modos de producción. Es por este motivo que Bolivia no necesita candidatos con propuestas políticas trabajadas unos meses antes de las elecciones junto con la publicación frenética de contenido en redes sociales.
Y bajo estas dos premisas, ¿estará lista la oposición para aglutinar las demandas económicas y sociales no solo de las ciudades, sino también de las zonas periurbanas y rurales? ¿Podrá trabajar orgánicamente fuera de la clase a la que representa? ¿Será que cuando veamos la boleta electoral vamos a decir: “aah déjà vú”? [P]
* La Aparicio, politóloga apartidista