La contradictoria lucha entre fracciones del MAS ha llevado sin duda a un complicado impase en el campo político que nada bueno le está trayendo al pueblo boliviano. Hasta la víspera, la polarización entre los bloques “arcista” y “evista”, no dio pie a la visibilización de las posturas centristas al interior de ambas fracciones. Tuvo que pasar un buen tiempo y mucha controversia para que estas posturas se desarrollen y, en algunos casos, puedan visualizar su autonomía.
El caso Richter, representa, en mi entender, la expresión política de las conductas centristas en el ala arcista, que no pudieron desarrollarse dentro de la misma fracción como corriente de pensamiento autocrítica con la posibilidad de superar lo que yo denomino el proceso de vaciamiento ideológico del MAS, esto debido a la presencia de una capa burocrática que bordea como una cerca de hierro cualquier tipo de discusión ideológico política y que, al contrario, tiene preferencias por el pragmatismo, y esto, como es obvio, genera un síntoma de autoritarismo estatal.
Richter, a diferencia de Andrónico R. sí pudo adquirir autonomía de los controles absolutos del poder, de esas cercas de hierro burocráticas llenas de gente pedante y tecnócrata que siempre remplaza la dinámica de la política por la estática del poder. El goce de la burocracia por el aparato, siempre tiene un sentido perverso.
Asumir una posición defensista, de un presidente sitiado, falto de carácter, en situación de ingobernabilidad y crisis económica solo lo haría una persona desquiciada que quisiera acentuar conductas autoritarias desde la burocracia estatal, incluso, si esto representa pisotear al líder máximo. Este recurso, no ha sido, sin duda, el camino de Richter; al contrario, ha preferido resguardar su imagen simbólica como un buen “mediador” y no dejarse manchar por el lodo que dejan ambas fracciones.
En cambio, por el ala Evista, Andrónico R. no pudo adquirir autonomía de acción que le permita expresar políticamente a las corrientes moderadas del masismo. Esto quizás tenga su explicación en que, a diferencia del ala “arcista”, los “evistas”, están en la ofensiva; y, tienen, un líder con mayor experiencia en el campo social, en especial, en los movimientos sociales de base que actúan en base a caudillos y que tienen mayores instancias de control social. Andrónico se ha tenido que rendir a vivir a la sombra de Evo Morales, a su egoísmo y a su cesarismo perverso.
Sin duda, la salida de Richter ha dado pie a pensar la importancia que tienen las corrientes centristas en contextos polarizados. Los centrismos cumplen una función política importante, porque pueden mediar entre los polos y resolver impases formales, siempre y cuando el contexto se los permita, pero difícilmente resuelven las contradicciones de fondo, y creo que, de eso, se dio cuenta Richter, la crisis del MAS es orgánica, de fondo, no de coyuntura y, por eso, su salida, ratifica la tesis de la crisis en el bloque popular y en su hegemonía, pero, de ninguna manera, esto representa el fin de la época estatista. Al contrario, tal parece que estamos ante un momento histórico de encuentros entre dos tendencias del pensamiento económico, el mercado y estado que parecen determinar la conducta de la población. Ese neoliberalismo de la década del 80 no ha muerto y este estatismo “progre” parece requerir una nueva reorientación, como tendencias no opuestas sino complementarias, y esto, al fin y al cabo, es lo que parece guiar el espíritu de los centros. [P]
Javier H. Villegas, sociólogo