La universidad pública en Bolivia se asemeja a un templo en ruinas, cuyo altar, antaño sagrado, ahora está marcado por grietas financieras, académicas, sociales y administrativas. Sostiene su misión con las ofrendas limitadas del Tesoro General del Estado, insuficientes para ampliar su santuario ante la creciente congregación de estudiantes, quienes, aunque representan el ideal de inclusión, desbordan la capacidad de sus recintos. Sus escrituras, los planes de estudio, parecen pergaminos antiguos, desconectados de las revelaciones del presente y las necesidades del mundo laboral. En sus claustros, las disputas internas y las ambiciones personales erosionan la fe en su liderazgo, mientras que sus guardianes, los representantes estudiantiles, son señalados por carecer de la rectitud necesarias. Sin reformas que iluminen su camino y sin voluntad para aceptar el cambio, el templo corre el riesgo de convertirse en un símbolo vacío, incapaz de guiar a su comunidad hacia la redención del desarrollo y la transformación social. Sin embargo, es posible advertir excepciones a esta regla.
La Universidad Pública de El Alto (UPEA), la más joven de las universidades bolivianas, ha tenido el infortunio de ser tratada con el esmero reservado a los parientes incómodos: discriminada por sus hermanas mayores y arrastrada por las mismas crisis que ellas, pero sin los privilegios de la experiencia ni los recursos suficientes para afrontarlas. Durante mucho tiempo, su altar careció de sólidos líderes; las máximas autoridades eran como sacerdotes efímeros, cambiados cada trimestre, dejando el templo en un estado de anarquía ritual. Este caos de renovación perpetua mantuvo a la universidad en un estado de parálisis. Así, atrapados en un círculo vicioso, la UPEA estaba condenada a mirar desde abajo mientras el sueño del crecimiento se desdibujaba en las alturas.
Hoy, al contemplar el pasado, es evidente que las tempestades de anarquía que asolaban a la UPEA han quedado atrás, como un exorcismo que purgó las sombras del desorden. La elección de sus actuales autoridades, el Dr. Carlos Condori como Rector y el Dr. Efraín Chambi como Vicerrector, marcó el inicio de un liderazgo académico providencial que devolvió la fe a la comunidad académica. Bajo su dirección, el templo de la enseñanza alzó su mirada hacia el horizonte, estableciendo un camino firme y guiado. Así, de la incertidumbre surgió la estabilidad institucional, y con ella, una nueva era de crecimiento para la universidad. Este hecho puede observarse en el informe de gestión de las máximas autoridades que se presentó en una gran Asamblea General Docente Estudiantil este 29 de noviembre, la misma que se llevó a cabo en inmediaciones del majestuoso edificio emblemático de la universidad. Este acto de participación democrática es como una joya rara, pues desde hace tiempo, otras universidades públicas han dejado de cultivarla en su seno.
La universidad, según el informe del Rector y Vicerrector, similar a un río que comienza con un pequeño arroyo, pero a medida que avanza, recoge las aguas de múltiples afluentes, se hace cada vez más fuerte y caudaloso. Ha crecido tanto en cantidad como en calidad, pasando de ser una semilla modesta a un árbol robusto que extiende sus raíces a lo largo de 37 carreras y 11 subsedes provinciales. En poco tiempo, ha logrado congregar a 80.000 estudiantes, una corriente imparable que se compara con las grandes universidades del país. Más allá de su expansión, este año ha nutrido al mundo profesional con 4.754 nuevos titulados de alta calidad, que florecerán en diversas instituciones públicas y privadas, aportando su talento y conocimiento a la sociedad.
La UPEA no solo ha experimentado un notable crecimiento en términos de cantidad, sino que también ha logrado destacarse en el ámbito de la excelencia académica. Actualmente, 11 de sus carreras cuentan con la acreditación del CEUB, incluyendo programas tan relevantes como Medicina, Odontología, Ciencias de la Educación, Ciencias Políticas y Enfermería, entre otros. Este reconocimiento es solo el comienzo, ya que el compromiso de la universidad con la calidad educativa asegura que, en un futuro cercano, todas sus carreras estarán acreditadas. Y más allá de las fronteras nacionales, con el paso del tiempo, la UPEA no solo se conformará con ser una institución de prestigio a nivel local, sino que se perfila para obtener la acreditación internacional, consolidándose como un referente global en la formación de profesionales altamente capacitados.
En cuanto a infraestructura y equipamiento, la universidad ha experimentado una evolución notable, similar al crecimiento de un edificio que se erige ladrillo a ladrillo, avanzando de lo básico hacia lo sofisticado. Hoy en día, sus 37 carreras cuentan con espacios modernos y bien equipados, diseñados para proporcionar a los estudiantes las herramientas necesarias para convertirse en profesionales competentes, plenamente preparados para afrontar los retos y necesidades de nuestra sociedad. Cada aula, cada laboratorio, cada instalación, refleja el compromiso de la UPEA con la excelencia educativa y con la formación integral de los futuros líderes del país. Muy pronto, como parte de este proceso de transformación, será inaugurado un moderno coliseo cerrado, que no solo representa un espacio de esparcimiento y desarrollo físico, sino también un símbolo tangible del continuo crecimiento de la universidad, que avanza con firmeza.
Finalmente, es fundamental resaltar la destacada gestión económica de las autoridades, que ha sido clave para su estabilidad y crecimiento. Con un manejo financiero eficiente, la UPEA se ha consolidado como la única universidad del país sin déficit, un logro que no solo refleja una administración prudente, sino también un compromiso con el bienestar de todos sus miembros. Gracias a esta sólida gestión, la universidad ha logrado garantizar el pago puntual y adecuado a nuestros docentes, trabajadores administrativos y estudiantes becarios, asegurando así la continuidad y calidad del proceso educativo. Este éxito económico no solo facilita el desarrollo de las actividades académicas, sino que también permite la ejecución de proyectos, asegurando una educación accesible y de calidad para todos.
Así, la UPEA ha demostrado que, a pesar de las dificultades y los desafíos iniciales, ha logrado superar los obstáculos con una gestión visionaria y un liderazgo académico comprometido. De ser una institución atrapada en la incertidumbre y el caos, ha emergido como un ejemplo de crecimiento, tanto en cantidad como en calidad.
Sin duda, la UPEA está marchando de menos a mejor, y vamos por el camino correcto. Debemos felicitar y agradecer a nuestras máximas autoridades. Como docentes y estudiantes, brindemos todo nuestro respaldo para que este camino de crecimiento y transformación continúe.
Hoy somos testigos de cómo un sueño toma forma, de menos a mejor. Sigamos construyendo juntos esta gran universidad. [P]