La Divina Comedia, escrita por el poeta italiano Dante Alighieri entre 1308 y 1321, es una de las obras más trascendentales de la literatura mundial. En ella se describe un viaje a través del infierno, el purgatorio y el paraíso, donde las almas se encuentran en distintos estados según sus acciones. El infierno refleja las consecuencias del pecado, el purgatorio ofrece esperanza de redención para los arrepentidos, y el paraíso simboliza la perfección y la unión con lo divino, marcando el fin de la búsqueda espiritual.
En esta columna, tal como se entendía en la Italia medieval, la palabra “comedia” no tiene la connotación de divertida. Al contrario, hace referencia a un contexto que inicia en una situación difícil y termina en una solución feliz; no evoca diversión, sino un recorrido que empieza en el abismo y culmina en la cima del bienestar. Por ello, no debe esperarse una mirada jocosa sobre las elecciones; más bien, se toma el esquema de La Divina Comedia como un mapa para explorar las etapas y complejidades por las que transitará la competencia electoral, siguiendo en paralelo el viaje emprendido por Dante.
El infierno electoral. En La Divina Comedia, el Infierno es el lugar de castigo para aquellos que cometieron graves faltas. En los comicios electorales esta es la etapa donde las campañas se distinguen por ataques, acusaciones y estrategias agresivas entre los candidatos. En esta fase, los discursos de los partidos o candidatos brindan desinformación, ataques Ad Hominem y promesas vacías.
De manera análoga a las almas condenadas, es muy probable que los candidatos recurran a la desinformación a través de manipulaciones y mentiras. Este recurso político puede advertirse cuando el actual presidente de Bolivia y proclamado candidato, Luis Arce Catacora, mantiene con una admirable determinación que su gobierno ha logrado “garantizar una economía estable”, a pesar de que el 80% de la población parece tener una opinión ligeramente diferente.
El precandidato Samuel Doria Medina, en Cabildeo Digital, el renombrado programa de la aclamada periodista Amalia Pando, negó con total naturalidad haber tenido algún vínculo con el gobierno de Janine Añez. Sin embargo, aunque él lo negó, parece que figuras como Arturo Murillo (ministro de gobierno), Jaime Navarro (representante de Unidad Nacional ante el gobierno de Añez), y Wilson Santamaría (viceministro), entre otros, estaban encantados de colaborar allí. Pero claro, detalles tan pequeños no tienen importancia para Samuel.
Similar a los castigos de los pecadores, los ataques personales entre candidatos posiblemente se conviertan en la norma en el proceso electoral. Es posible ilustrar esta estrategia cuando Doria Medina, en un video publicado en redes sociales, destacó con evidente admiración que, tras su paso por la presidencia, Jorge “Tuto” Quiroga ha optado por una exitosa carrera de inactividad en Bolivia; lleva nada menos que 23 años disfrutando de la pensión vitalicia, generosamente financiada por los impuestos de los bolivianos. Sin duda, un ataque personal despiadado contra Quiroga, comparado con el empresario exitoso que es él.
Como las almas condenadas a sufrimientos eternos, quizá los candidatos realicen promesas que nunca cumplirán. Sin lugar a dudas, una de las promesas más “realistas” es la de Samuel Doria Medina, quien asegura con total convicción que solucionará la crisis del país en solo 100 días. ¿Quién no confiaría en una transformación tan rápida y sin precedentes? Evidentemente es una oferta electoral que no se cumplirá.
El purgatorio electoral. En Dante, el purgatorio es el lugar donde las almas se purifican antes de ascender al paraíso. En el ámbito electoral, esta fase corresponde al período de reflexión y ajuste de las propuestas políticas. Aquí, los partidos o candidatos deberán revisar sus errores y reformular sus estrategias, buscando mejorar y ganar el favor de los votantes. Así, se trata de revisar las propuestas, y, reconciliarse con los otros candidatos.
Los candidatos deberán revisar sus promesas y empezar a ajustar y matizarlas para hacerlas más creíbles y convincentes. Después de un tiempo de campaña electoral, es bastante probable que los candidatos más sensatos se vean obligados a ajustar sus promesas poco creíbles y suavizar los ataques a sus contrincantes. Quizás, Samuel proponga resolver la crisis no en 100 días sino durante su gestión; quizás, Arce Catacora admita que no hizo buena gestión pero que mejorará sustancialmente si le reeligen; quizás las agresiones personales entre candidatos disminuyan. Etcétera, etcétera. No hacerlo, por supuesto, será un tremendo error estratégico que se puede pagar con la derrota electoral.
El paraíso electoral. El paraíso en La Divina Comedia es el reino de la recompensa, donde las almas alcanzan la salvación. En el contexto electoral, esto se corresponde con la fase final del proceso electoral: el día de las elecciones y el resultado de las urnas. Aquí, los “elegidos” (los candidatos victoriosos) se sentirán premiados por el apoyo de los votantes, mientras que los demás deberán aceptar los resultados y prepararse para continuar luchando en futuras contiendas.
Así, el proceso electoral, como La Divina Comedia, es un viaje fascinante de altibajos. Empieza con una animada etapa de confrontaciones y desinformación, sigue con momentos de profunda reflexión y ajustes estratégicos (porque todos sabemos que las promesas iniciales eran demasiado exageradas), y termina con el día de las elecciones, donde solo los más afortunados por el voto se llevarán la victoria. [P]