De la desolación ¿al voto castigo?

De la desolación ¿al voto castigo?

Péndulo político Humber Eugenio Velásquez Torrico 11/06/2025 01:31
Las guerras traen consigo desolación, ruinas, dolor y recuerdos.
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Las guerras traen consigo desolación, ruinas, dolor y recuerdos. No solo fueron pugnas internas las que vivió el Movimiento Al Socialismo (MAS), sino una guerra interna que le está trayendo como consecuencia la pérdida de presencia e identidad electoral de sus facciones que, por el momento, es lo que refleja la última encuesta de Ipsos-CIESMORI.

Fueron tres golpes los que aceleraron la desintegración del MAS. El primer golpe fue la ruptura entre Evo Morales y el presidente Luis Arce. El segundo, fue la proclamación de la candidatura de Andrónico Rodríguez, causando una tempestad sobre el trópico de Cochabamba, sobre todo para la base social del “evismo”. Y un tercer golpe fue la elección por parte del masismo estatal de Eduardo Del Castillo, ex ministro de Gobierno, como candidato presidencial por el MAS. 

Actualmente este partido o instrumento político de las organizaciones sociales está atravesando por un periodo de desestructuración. Es difícil señalar que también pasa por un momento decisivo, por la simple razón de que el escenario electoral es siempre complejo, dinámico y cambiante, donde las alianzas políticas no están consolidadas todavía y pueden terminar afianzándose hasta el último momento. Lo cierto es que el MAS sufre de una agonía lenta por la hostilidad de los acontecimientos por los que atraviesa: división, traición y guerras internas en un escenario de crisis económica que está afectando el bolsillo de las familias bolivianas.

Bajo ese contexto el partido de gobierno no contempla una alternativa económica, por el contrario, está culminado un ciclo con el agotamiento de su modelo económico, conocido como “El Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP)”, que es en el fondo un modelo estatista que antepone intereses corporativos en desmedro de la iniciativa privada. 

En el tema político, la elección de Del Castillo devela una de las grandes debilidades del MAS en términos formales (burocrático) y es que nunca pudo salir de la lógica estatal, no concibió otra forma de reproducir el poder que no sea desde el Estado, durante 20 años no pudo reinventarse fuera del mismo. 

En cambio, la otra parte del masismo, después de la ruptura entre Evo y Arce, se replegó a sus zonas de confort, por ejemplo, al Chapare. Este repliegue más tarde se verá afectado por el distanciamiento de Andrónico Rodríguez del “evismo”, lo que profundizará aún más las diferencias dentro de las organizaciones sociales del pacto de unidad. 

Pero sin ir más lejos, el tema de la división no es algo nuevo, cuando Evo Morales era presidente de Bolivia, dividía a toda organización que se le oponía, fueron los casos de la CIDOB y el CONAMAQ.   

Ahora bien, cuando se habla de responsabilidad de esta crisis que atraviesa el MAS, es señalado el expresidente Morales, quien hasta ahora pareciera vivir en una realidad totalmente alterada, pues no concibe otra realidad que no sea la de jefe de Estado, aunque la responsabilidad también recae sobre las organizaciones sociales del Pacto de Unidad que avalaron cada decisión de Evo.

Esto trajo como consecuencia la implosión interna en el MAS, no todo el tiempo la figura caudillista de Morales estaría opacando o evitando la irrupción de nuevos liderazgos, lo que finalmente aconteció y ahora se tiene a un Evo Morales atrincherado en su región, abatido y hasta desconfiado de su propio entorno y/o viceversa, que, cada vez más va quedando solo, por supuesto sin menospreciar esa base social que (a pesar de todo) seguiría votando por él. De acuerdo con las primeras encuestas del año su intención de voto sería del 10 al 20 por ciento. 

Paralelamente, se afianzaba el liderazgo de Andrónico Rodríguez y su nombre como candidato presidencial fue potenciado gracias a las diversas encuestas que le posicionaban en primer lugar con el 18 al 25 por ciento en intención de voto. Esto aumentó la confianza de muchas organizaciones sociales para proclamarlo candidato presidencial. Fue un momento eufórico, un pre candidato que se pone de moda, hasta que hubo descontento y diferencias de las organizaciones sociales con su entorno.

Es interesante observar que después de implosionar el MAS, las irrupciones continúan, pero ahora dentro de los propios bloques del “arcismo”, el “evismo” y el “androniquismo”, es decir, las pugnas internas ocasionan indisciplina orgánica, y claro, se pierde la cadena de mando. Poco o nada queda del Pacto de Unidad.

El voto castigo

Investigadores de la Fundación Juan March y la Universidad de Duke (Estados Unidos) analizaron el voto de castigo como una forma de expresar la insatisfacción con un partido político. Es visto como una forma de "castigar" a un partido o candidato por su desempeño en el ámbito de la gestión pública.

El voto castigo consiste también (en esencia) en votar a favor del contrario. En este caso, a favor de la oposición, como también puede traducirse en voto nulo o blanco.  En definitiva, se trata de un malestar generalizado que lo único que hace es dispersar el voto, todo lo contrario al voto útil, que tiene más bien la finalidad de concentrar la votación al mejor posicionado.

Más allá del planteamiento conceptual, el voto castigo se escucha cada vez más fuerte en las capas inferiores del Estado y empieza precisamente a sonar en las zonas rurales, en los bastiones electorales del MAS. ¿Qué es lo que dicen? "Este partido ya no me representa”. El MAS como nombre está perdiendo representatividad y legitimidad ante su militancia, simpatizantes y la población. 

El MAS se está desconectando con su base social histórica y con la población en general, que ha dejado de creer en su capacidad de gobernar. Esto ocurre no solamente por las pugnas o guerras internas en el MAS o por las denuncias de corrupción en los niveles del Estado, que atañe incluso a la familia del presidente Arce, sino, sobre todo, por el mal manejo económico. 

Se percibe una rabia contenida de la población por la escasez de dólares, combustibles y el aumento, cada vez mayor, de los precios de la canasta familiar. Además, se nota el deseo de la gente de que sean las elecciones generales las que canalicen todo ese malestar con la expectativa de cambiar el modelo económico actual. 

A manera de conclusión, aún está por configurarse el escenario político electoral, donde hoy más que nuca, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) debe tomar un rol más protagónico y garantizar las elecciones generales del próximo 17 de agosto. En relación al MAS, si el problema es Evo Morales, la solución pasa por él. Lo cierto es está a contrarreloj y una mala decisión lo puede dejar a la intemperie política. [P]

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