Cuarenta años de urnas: La evolución electoral desde el retorno de la democracia

Cuarenta años de urnas: La evolución electoral desde el retorno de la democracia

Péndulo político Marisol Muñoz 07/08/2025 15:09
Antes de 1980, Bolivia vivió tres elecciones fallidas en su intento de recuperar la democracia. En 1978, un fraude electoral favoreció a Juan Pereda Asbún y desató una nueva ola corta de golpes militares.
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Antes de 1980, Bolivia vivió tres elecciones fallidas en su intento de recuperar la democracia. En 1978, un fraude electoral favoreció a Juan Pereda Asbún y desató una nueva ola corta de golpes militares. En 1979, la falta de acuerdo entre partidos impidió la conformación de un gobierno, pese al ajustado triunfo de la UDP de Hernán Siles Zuazo.

En 1980, la UDP ganó con claridad, pero un nuevo golpe militar, el 17 de julio, impidió su posesión. Tras dos años de dictadura y presión social, el gobierno de facto de Guido Vildoso decidió reconocer los resultados de esa elección. Así, el 10 de octubre de 1982, Siles Zuazo asumió finalmente la presidencia, marcando el retorno formal a la democracia.

Desde entonces, Bolivia vivió diez procesos electorales. A menos de dos semanas de unos nuevos comicios generales —a los que algunos consideran los más importantes de la historia del país—, estos fueron los resultados de los procesos anteriores:

El 14 de julio  de 1985

Se llevan a cabo las elecciones presidenciales con la participación de 18 candidatos, el número más alto en la historia. Hugo Banzer Suárez (ADN) obtiene el triunfo con el 32,8%, seguido por Víctor Paz Estenssoro (MNR) con el 30,4%, Jaime Paz Zamora (MIR) con el 10,2% y Roberto Jordán Pando (MNRI) con el 5,5 %.

El triunfo de Banzer se produce apenas siete años después de su gobierno dictatorial, lo que significa un giro de su rol en la historia contemporánea del país. A partir de entonces, sus aportes a la consolidación democrática y política son relevantes.

Por prescripción constitucional, el Parlamento tiene que decidir la elección y, por primera vez en la historia de Bolivia, elige al segundo, Paz Estenssoro, por 94 votos contra 51 de Banzer.

Una vez en el poder, el nuevo presidente aplica el Decreto Supremo 21060, que marca un cambio radical en la política económica nacional. La medida incluye un paquete de reformas de “shock”: devaluación de la moneda, congelamiento de salarios, eliminación de subsidios, reducción del aparato estatal y liberalización del mercado.

7 de mayo de 1989

Para las elecciones de 1989 se mantienen aspectos de 1985, como los requisitos para votar y el tamaño de las circunscripciones. En 1988 se había abierto el padrón electoral, permitiendo inscribirse con cédula, libreta militar, certificado de bautismo (para los nacidos antes de 1940) o de nacimiento. 

El Estado habilita oficiales móviles de Registro Civil para emitir certificados, lo que genera denuncias de fraude por parte de la oposición contra el MNR. Sin embargo, el padrón apenas varía respecto al de 1985. 

Se presentan 10 candidaturas, destacando por primera vez opciones distintas a las tradicionales, como la de Carlos Palenque (Condepa). El MNR lleva a Gonzalo Sánchez de Lozada junto a Walter Guevara, símbolo del nexo entre la Revolución Nacional y las nuevas generaciones. Aunque Sánchez de Lozada gana con 25,65%, seguido por Banzer (25,24 %) y Jaime Paz Zamora (21,83%), es este último quien asume la presidencia gracias a un pacto legislativo con Banzer y Palenque. 

El Congreso elige a Paz Zamora el 5 de agosto, en un sorpresivo “acuerdo patriótico” que descoloca a muchos de los votantes.

6 de junio de 1993

La elección de 1993 marca el ascenso de una nueva generación política. El país ya estaba habituado a la estabilidad macroeconómica, pero la ciudadanía comenzaba a exigir mayor inclusión social y modernización institucional. Gonzalo Sánchez de Lozada se presenta con una alianza renovada entre el MNR y el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (MRTKL), un gesto que busca incorporar el discurso indígena a la narrativa liberal.

Sánchez de Lozada gana con el 35,55% de los votos, seguido por Hugo Banzer (ADN) con 21,05%, Carlos Palenque (Condepa) con 14,29% y Max Fernández (UCS) con 13,77%. Sin mayoría absoluta, el Congreso lo elige el 4 de agosto.

Durante su gestión, Sánchez de Lozada profundiza el proceso de privatización mediante el modelo de capitalización, transfiriendo empresas públicas estratégicas a capitales privados a cambio de inversiones. 

Después de las elecciones de 1993, como parte de un gran acuerdo político entre las principales fuerzas políticas del país, se implementa el sistema proporcional mixto, donde se utilizan simultáneamente diferentes fórmulas para asignar escaños en una misma elección. Una característica común a todos los sistemas electorales mixtos es que un elector emite dos votos: uno para un candidato a representante de distrito electoral y otro para una lista de candidatos de un partido.

1 de junio de 1997

El modelo proporcional mixto boliviano se utiliza por primera vez en las elecciones de 1997. En esta elección, 68 diputados son elegidos por voto directo en circunscripciones “uninominales” donde el único curul se da al candidato con la pluralidad de votos. Solo 62 diputados se eligen en lista a través del voto proporcional.

Las elecciones evidencian una creciente fragmentación del sistema político. Hay un 71,36% de participación, lo que refleja tanto el desgaste del modelo neoliberal como la falta de alternativas sólidas. Hugo Banzer, líder de ADN, vuelve al ruedo con un discurso moderado y obtiene el 22,26 % de los votos, seguido por Juan Carlos Durán (MIR) con 18,20%, Remedios Loza (MNR) con 17,16% y Jaime Paz Zamora (Condepa) con 16,77%.

Sin una mayoría absoluta, el Congreso elige a Banzer como presidente el 4 de agosto gracias a una megacoalición con MIR, Condepa y UCS. 

Durante su gobierno, se refuerzan las políticas de lucha contra el narcotráfico con apoyo estadounidense, intensificándose las erradicaciones forzosas de cultivos de coca. Esto provoca enfrentamientos con sindicatos cocaleros, entre ellos Evo Morales, quien empieza a ganar notoriedad nacional. 

En 2001, Banzer renuncia por motivos de salud y es reemplazado por su vicepresidente, Jorge Tuto Quiroga, quien completa el mandato hasta 2002. Su salida anticipada cierra un ciclo de liderazgo tradicional. Las tensiones sociales acumuladas durante este periodo alimentarían la crisis política que se desatará pocos años después.

30 de junio de 2002

Las elecciones de 2002 son el inicio del colapso del sistema político tradicional y el ascenso del MAS como nueva fuerza nacional. El país se encuentra en una profunda crisis de legitimidad: los partidos establecidos sufren una caída sostenida en apoyo, y los movimientos sociales comienzan a desafiar abiertamente al Estado. La desigualdad estructural, el desempleo y el desencanto con la democracia representativa crean un caldo de cultivo para propuestas rupturistas.

Gonzalo Sánchez de Lozada, nuevamente candidato por el MNR, gana con apenas el 22,46% de los votos y en segundo lugar aparece Evo Morales, líder cocalero y candidato del MAS, con el 20,94%. La diferencia de menos de dos puntos porcentuales refleja un país dividido. Carlos Mesa acompaña a Sánchez de Lozada como vicepresidente, con la promesa de reformar desde dentro un sistema cada vez más cuestionado.

El Congreso elige a Sánchez de Lozada presidente el 6 de agosto, respaldado por una coalición con el MIR. Sin embargo, la falta de legitimidad del Gobierno y su intento de reactivar políticas llamadas neoliberales encienden focos de conflicto en todo el país. La “Guerra del Gas”, provocada por el proyecto de exportar gas natural por puertos chilenos, detona una oleada de protestas masivas en 2003, especialmente en El Alto y La Paz.

La represión estatal deja decenas de muertos y profundiza la crisis de gobernabilidad. Finalmente, Sánchez de Lozada renuncia en octubre de 2003 y huye a Estados Unidos. Es reemplazado por Mesa, quien también renunciaría en 2005 ante la presión social. La elección de 2002 es vista como el principio del fin del viejo orden político y el preludio del ascenso del MAS al poder.

18 de diciembre de 2005

Bolivia llega a las elecciones de 2005 en medio de una aguda polarización, tras las renuncias consecutivas de Sánchez de Lozada y Carlos Mesa. El país es administrado de forma interina por Eduardo Rodríguez Veltzé, que tiene como principal tarea la de convocar a elecciones. Durante este periodo, el MAS consolida una amplia base social que combina sectores campesinos, indígenas, cocaleros y trabajadores urbanos, apelando a un discurso de soberanía, justicia social y refundación del Estado.

Evo Morales gana con el 53,74% de los votos, convirtiéndose en el primer presidente indígena en la historia del país. Su victoria refleja un cambio de paradigma político. En segundo lugar queda Jorge Tuto Quiroga (Podemos), con el 28,59%, muy lejos en términos porcentuales. El MAS también logra una importante representación en el Congreso, lo que le permite encarar reformas estructurales.

Morales promete nacionalizar los hidrocarburos, convocar a una Asamblea Constituyente y construir un Estado Plurinacional. 

La Asamblea Constituyente se instala el 6 de agosto de 2006 en Sucre y aprueba la nueva Constitución Política del Estado el 10 de diciembre de 2007. Después, se convoca a un referéndum nacional para ratificarla el 25 de enero de 2009. El 61% de los votantes aprueba la nueva carta magna.

6 de diciembre de 2009

Tras la aprobación de la Constitución Política del Estado en 2009, se convoca a elecciones generales bajo el nuevo marco jurídico del Estado Plurinacional. El texto constitucional reconoce a Bolivia como un país plurinacional, con autonomías indígenas, y promueve una visión de justicia social y redistribución de la riqueza. Este nuevo contexto fortalece al MAS, que se presenta como el arquitecto de un nuevo país .

Evo Morales es reelegido con el 64,22% de los votos, obteniendo una de las victorias más amplias de la historia democrática de Bolivia. Su principal oponente, Manfred Reyes Villa (PPB-CN), alcanza el 26,46%. Además, el MAS logra dos tercios de representación en la Asamblea Legislativa Plurinacional, lo que le permite aprobar leyes sin necesidad de negociar con la oposición. 

Durante este mandato comienzan a surgir conflictos con algunos sectores indígenas y medioambientales, especialmente por el proyecto de construcción de una carretera en el parque natural y territorio indígena Tipnis.

Estas tensiones internas muestran las contradicciones del Gobierno entre discurso indígena y políticas extractivistas. Aun así, Morales mantiene altos niveles de aprobación, esto sustentado en el crecimiento económico y el éxito de los programas sociales. La elección de 2009 consolida al MAS como fuerza hegemónica, mientras empiezan a aflorar las primeras fisuras en su base social.

12 de octubre de 2014

La elección de 2014 está precedida por una polémica decisión del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), que habilita a Evo Morales a postular a un tercer mandato consecutivo pese a que la Constitución solo permite dos. La justificación es que el primer periodo (2006–2009) no cuenta bajo la nueva CPE. Aunque genera críticas, Morales sigue contando con un fuerte apoyo popular debido al crecimiento económico y los programas sociales.

El Presidente es reelegido con el 61,36% de los votos, frente a Samuel Doria Medina (Unidad Demócrata) que logra el 24,23%. El MAS alcanzó los dos tercios en la Asamblea Legislativa. Su campaña se había centrado en la estabilidad económica, la industrialización del litio y la consolidación del Estado Plurinacional como modelo exitoso.

Morales gana en ocho de los nueve departamentos, incluido Santa Cruz, principal bastión opositor. Solamente pierde en Beni.

La economía continúa dependiendo en gran medida de la extracción de recursos naturales. A pesar de la nacionalización de los hidrocarburos, el Gobierno mantiene una relación estrecha con empresas transnacionales, sin lograr una industrialización significativa del sector

En 2016, Morales convoca a un referéndum para modificar la Constitución y permitir una nueva reelección en los próximos comicios. El “No” gana con el 51,3%, pero el MAS desconoce el resultado, lo que marcaría el inicio de una etapa de creciente polarización y pérdida de legitimidad. 

20 de octubre de 2019

Es una de las más controversiales desde el retorno a la democracia. Evo Morales se postula a un cuarto mandato, pese al referéndum de 2016 que lo había rechazado. El Tribunal Constitucional Plurinacional falla a su favor alegando el “derecho humano” a ser elegido. Esta decisión polariza al país y debilita la credibilidad del proceso electoral desde su inicio.

Las encuestas auguraban una segunda vuelta entre Morales y Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana), pero, el día de la elección, el conteo es interrumpido durante más de 20 horas. Cuando se reanuda, el margen había aumentado abruptamente, dando a Morales una victoria en primera vuelta con 47,08% frente a 36,51% de Mesa. Las denuncias de fraude se multiplican, y la OEA detecta “manipulación dolosa”.

Las protestas se extienden por todo el país, con enfrentamientos entre sectores afines al MAS y opositores. Tras semanas de tensión, la Policía y las Fuerzas Armadas retiran su apoyo a Morales, quien renuncia el 10 de noviembre y huye del país.

Jeanine Áñez asume un gobierno interino, en medio de una sucesión constitucional discutida y tras superar un vacío de poder de cincuenta horas.

La elección es oficialmente anulada y se convoca a nuevos comicios. Los hechos de 2019 siguen siendo motivo de controversia en Bolivia: para unos fue un “fraude electoral”; para otros, un “golpe de Estado”.

18 de octubre de 2020

Tras el conflicto de 2019 y un gobierno interino marcado por la pandemia, Bolivia llega a las urnas en 2020 con un clima de incertidumbre. Jeanine Áñez, con malos pronósticos, retira su candidatura y las elecciones se postergan varias veces a causa de las medidas sanitarias del covid-19. El país atraviesa una crisis económica, sanitaria y política, con instituciones debilitadas y una ciudadanía profundamente dividida.

Luis Arce, exministro de Economía de Evo Morales, se presenta como candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS) y, respaldado por el exmandatario, gana con el 55,10 % de los votos, seguido por Carlos Mesa con 28,83 % y Luis Fernando Camacho con 14 %. La victoria es reconocida por observadores internacionales, lo que ayuda a restaurar cierta legitimidad al proceso democrático.

Arce promete una gestión más técnica y menos confrontacional, centrada en la recuperación económica y el control de la pandemia. Si bien el MAS vuelve al poder, no logra la mayoría absoluta en la Asamblea; esto le obliga a negociar con la oposición. Además, surgen nuevas figuras en el partido, como Andrónico Rodríguez, delfín político del cocalero Morales y quien cobraría especial protagonismo a partir de sucesivas gestiones al frente del Senado.

Actualmente, el gobierno de Arce enfrenta desafíos estructurales: inflación, falta de combustibles y de dólares, déficit fiscal, tensión social y desconfianza institucional en todos los niveles. Las elecciones de 2025 se avizoran como un nuevo ciclo de transición —aún incierta— dentro del proyecto del MAS.

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