Primer hito: La Asamblea Constituyente de 1826 que le da a Bolivia su primera Constitución, con la participación de representantes de todo el país, incluido un indígena, que deciden fundar un Estado moderno, con los principios de una república, con cambio de autoridades y una asamblea que deliberara para decidir su futuro.
Segundo hito: La inserción de Bolivia a la economía mundial a partir de la exportación de plata, de 1870 a 1879, que brinda estabilidad económica y permite, a la larga, aprobar la Constitución de 1880. El contexto: la Revolución Industrial en una Europa ansiosa de materias primas y el rezago de Bolivia respecto a Perú, Chile y Argentina.
Tercer hito: La Constitución de 1880, la primera Constitución moderna, que permite conformar un sistema de partidos y el surgimiento de nuevos liderazgos frente a los caudillos militares. Los efectos: estabilidad e institucionalidad política hasta la segunda década del siglo XX, que permitió avanzar en el proyecto nacional, situación que solo se reprodujo en los años 50 y a inicios del siglo XXI.
Cuarto hito: La Guerra Federal porque representa un cambio en el eje económico: de los mineros de la plata que ya estaban en decadencia, a los comerciantes paceños que toman el poder y lo trasladan la sede de gobierno. Lo positivo: un dibujo diferente del siglo XX. Lo negativo: un conflicto regional irresuelto, sur y norte, Chuquisaca-Potosí y La Paz, que se extiende todo el siglo XIX y cambia después a los ejes de Oriente contra Occidente.
Quito hito: La Guerra del Chaco porque, al margen de las pérdidas, permite un reconocimiento entre bolivianos. Los soldados vuelven convencidos de que son bolivianos y que deben defender la bandera, el territorio y el espíritu nacional. Además, los indígenas pelean por su ciudadanía y tienen una acción importante a diferencia de lo ocurrido en la Guerra del Pacífico.
Se convierte en la cuna del nacionalismo revolucionario que estalla en 1952. También tiene una influencia muy fuerte en la literatura, la música y el pensamiento; en suma, un movimiento que le da una identidad nacional al país.
Sexto hito: La reforma educativa de 1957 que cambió cómo se enseñaba en las escuelas y formó gente capacitada para empezar un cambio y auge económico en los años 60 y parte de los 70. Aunque solo se enseñaba en castellano, destaca una generación de profesionales en diversas áreas que permitirá forjar un país con mayor experticia, una falencia que tenía desde el siglo XIX.
Séptimo hito: La recuperación de la democracia y la institucionalidad en 1982 a partir de la presión social y porque en las propias Fuerzas Armadas ya no querían mantener el poder con persecución y tortura. Mostró un consenso boliviano para entregar el gobierno a los civiles a través del voto popular y las leyes. El reinicio de la democracia, afectada y deficiente en el Bicentenario, pero ya sin gobiernos dictatoriales y con consensos ciudadanos ante vacíos de poder.
Octavo hito: La Constitución de 2009, cuestionada en muchos aspectos, pero fruto de un momento constituyente en el que la sociedad boliviana en su conjunto decidió que había que hacer cambios. Además selló la conversión de República a Estado plurinacional, una demanda de los pueblos indígenas que, sin embargo, no revirtió su olvido
Al final de un ciclo
“Creo que estamos al final de un ciclo. Tengo la impresión de que esto va a terminar en 2030, que vamos a terminar de hundirnos y probablemente ahí surjan nuevos liderazgos, porque si tú ves la papeleta en términos políticos, yo no veo liderazgos nuevos, no veo gente que tenga nuevas propuestas, son los mismos de siempre. Ahora en términos sociales, la sociedad boliviana todavía se está recuperando del lavado de cerebro del Movimiento al Socialismo (MAS), de lo plurinacional, del ‘Cóndor Pasa’ de (David) Choquehuanca, y no acabamos de salir de eso. Estamos en una etapa de transición porque yo creo que todos hemos abrazado el proceso de cambio, pero ahora las contradicciones del proceso de cambio están derribando este sistema y no sabemos muy bien para dónde ir. Pienso que estamos terminando un ciclo y que nos va a costar un poco porque como ha sido tan fuerte, ha sido un impacto muy grande el del MAS, positivo en algunos aspectos; pero ahora que está cayendo, no el MAS, sino el planteamiento del proceso de cambio junto con el modelo económico, la gran corrupción que hay que nos ha demostrado que la así llamada reserva de la moral de la humanidad era tanto o más corrupta que la que depusieron y ahí los bolivianos estamos buscando cuál va a ser nuestra identidad.
No queremos volver al pasado neoliberal, pero tampoco queremos seguir con este llamado proceso de cambio que excluye a muchos grupos étnicos, que excluye a los que nos identificamos como mestizos y que ya está desgastada y tampoco responde a las prerrogativas del mundo indígena porque los ha traicionado.
Ha destruido los movimientos sociales, la COB, que en los años 80 era un movimiento fuerte, legítimo, con liderazgos positivos, con propuestas, que cuando había la crisis ha presentado una propuesta económica; hoy es una agrupación de oportunistas que están tratando de aferrarse al poder, que ganan salarios elevados, que no les importa, se han desclasado por completo. Estas son instituciones desclasadas porque ya no responden al proletariado, a la gente de abajo y están ahí aferrándose a cargos, defendiendo a Luis Arce porque les da la pega y creo que esas contradicciones nos están abriendo los ojos a los bolivianos, pero tampoco queremos volver atrás al pasado neoliberal, pero la cuestión es que no hay para dónde saltar y eso también demuestra la ausencia de liderazgos, ese vacío de liderazgos que es una crisis que también tenemos, más allá de la crisis económica.
(…) Yo valoro mucho que los bolivianos no somos de esos países que se enfrascan en guerras fratricidas de años. Nosotros tenemos conflictos, somos una sociedad conflictiva, pero en el fondo de todo somos pacíficos porque terminamos resolviendo. Si te pones a pensar la crisis de 2003 habría durado mucho más, habría sido mucho más dura, pero en un momento la gente decidió detenerse, darle el poder a Carlos Mesa y permitir que gobierne. Y luego se llamó a elecciones. Luego en 2019 estuvimos a punto de dividirnos, hubo gran polaridad, pero a pesar de que el Movimiento Al Socialismo quería, como lo ha dicho (Gustavo) Torrico, como lo decía (Juan Ramón) Quintana, que aquí se cuenten los muertos, que va a ser como Vietnam, no pasó porque el pueblo boliviano es en el fondo pacífico, porque el pueblo boliviano en el fondo busca la solución. Se sienta a dialogar. Puede haber desgaste, puede haber conflicto, puede haber enfrentamiento, pero en última instancia, siempre somos más sabios y apelamos al diálogo. Y creo que eso es un motivo que debería enorgullecernos y eso pasa en el norte, en el sur, en el oriente, los chuquisaqueños, los paceños, los tarijeños, todos hemos aprendido a sentarnos a hablar y a salvar los conflictos.
Nuestros conflictos no duran años, no estamos uno, dos años en lo mismo, no tenemos esa anarquía de la que habla (Dina) Boluarte, no somos un Estado fallido, porque los estados fallidos no pueden sentarse a conversar y nosotros si algo hemos aprendido a hacer es sentarnos a conversar a pesar de que a veces hay heridas, de que hay conflicto, de que hay diferencias, nos sentamos a conversar y llegamos a soluciones”.
Transcripción de una entrevista en Correo del Sur Radio