
¿Qué candidato será el vencedor?
Una elección, múltiples miradas
Ever Romero Ibañez, sociólogo
Los resultados de la lucha electoral nunca son providenciales o fruto de golpes de suerte o de azares dadivosos, no; son la consecuencia de decisiones deliberadas y de estrategias calculadas para lograr el voto que decidirá los perdedores y los ganadores en la disputa del poder político. Y el día ha llegado. Hoy se desvelará el triunfo o la derrota; el sabor de la victoria o la amargura del fracaso, para quienes tuvieron el valor —hay que decirlo— de ofrecerse como opciones de un mejor gobierno para Bolivia.
No obstante, la legítima expectativa por el desenlace eleccionario, en la sociedad o en aquellos que votarán o incluso en los renuentes a hacerlo, no existe la misma ilusión de que, la alternativa triunfal, proscriba la incertidumbre, imponga las certezas o configure un horizonte con esperanzas compartidas, porque el lugar desde el que se mira la economía, la política, el Estado, la sociedad o las oportunidades, no es el mismo para todos (no hay un Aleph borgiano que homogenice las miradas). Los ciudadanos tienen posiciones heterogéneas en la estructura social, hablan desde ellas y defienden intereses que chocan con otros, porque no comparten la misma idea de un destizo común.
¿Qué miradas circulan y se oyen en la calle y en los medios?
Están aquellas que ven en las elecciones la ocasión para redireccionar los viejos clivajes sociales y étnicos, (siempre desafortunados y autodestructivos de la idea de la nación boliviana), o como la oportunidad de ajustar cuentas con quienes desbarataron los ideales de la igualdad y malgastaron, sin sonrojarse, no solo una inédita legitimidad social, sino también un tiempo irrepetible de vacas gordas.
Otros ven propicio el momento para el regreso indiscutible de la «mano invisible» del mercado; dejando atrás el añejo dilema de más Estado o mercado en la economía, mientras los defensores del estatismo miran —azorados e impotentes— cómo el uso discrecional del aparato gubernamental se les va de las manos. No es sino el cíclico desplazamiento de las izquierdas por las derechas, incluyendo el marginamiento de los postulados comunitarios de base nacional-popular, para encumbrar las ideas de la libertad, la propiedad y la primacía del individuo, como el motor del cambio hacia una época de desarrollo y bienestar. Es el regreso neoliberal —vaya paradoja—prohijado por la dilapidación y el mal gobierno de quienes pregonaron la idea de una revolución que nunca llegó y que murió con sus primeros pasos.
Otros buscan el centro político, sin encontrarlo, debido a que fue omitido como un lugar de rédito electoral y de articulación social, porque se ha impuesto fácticamente la victoria de los extremos; la subjetividad maniquea de la radicalidad expresada en unir a los míos para derrotar a los tuyos. Y ese es el riesgo que amenaza, una vez más, la convivencia pacífica y que podría cerrar las puertas a pactos de protección de las conquistas sociales, a cambio de gobernabilidad y estabilidad política y social.
Otros ciudadanos ven en las elecciones la manifestación más elevada de la democracia, al considerar el voto como el sublime momento en el cual recuperarán, por un instante, la titularidad del poder, para entregarlo en el siguiente segundo, a un representante imaginado como la encarnación de las soluciones que el país espera: dólares, combustibles, combate de la corrupción, oportunidades de trabajo, institucionalidad, educación, salud, justicia, inclusión, honestidad, autonomías, desarrollo.
Y no faltarán los incrédulos que no irán a votar o lo harán en blanco, porque consideran que apoyar a un candidato, es respaldar la demagogia y el engaño. Estarán también los que buscan, con el voto nulo, simbolizar la redención imposible de un líder que transita su aciaga mala hora judicial y política.
¿Por qué nos aferramos al futuro de la mano de un candidato? Porque creemos que, a través de una opción política, podemos moldear el porvenir como quisiéramos que sea y porque las soluciones para un cambio histórico, nunca deben dejar de tener un componente utópico, expresado en la búsqueda permanente de un lugar deseable, distinto al que tenemos: «la imagen de un mundo futuro y mejor» en el cual creer y por el cual luchar.
Mientras nos preparamos para la segunda vuelta, apostemos por la democracia votando, porque ella, además de ser un ideal, es «aquel sistema que quizá no sirva para elegir a los mejores gobernantes, pero sí sirve para expulsar a los peores». [P]
Domingo de liquidez, incertidumbre y esperanza
Javier Rolando Huarachi Villegas, sociólogo
La llegada a las urnas fue un viacrucis y aún no sabemos si realmente podremos contar en paz los votos, pues los despistados no faltan. Algunos indicios parecen prever que sí y otros que no. En realidad, el ambiente electoral está marcado por la incertidumbre, la esperanza y una dosis infaltable de tensión.
Incertidumbre porque estamos ante unas elecciones líquidas, en dónde la intención de voto de los ciudadanos puede cambiar en cuestión de minutos. A la vez, esta liquidez hace que las encuestas tengan un margen de error alto, más allá del denominado +- 2% de error muestral que comúnmente se comunica a la población y que, por ello, la probabilidad de acertar en las predicciones sea baja. La incertidumbre también está asociada a otros factores, entre ellos, el voto de los indecisos que bordea el +-30% del electorado. Este voto puede tener tres caminos posibles: que gran parte de ellos vote por Andrónico, impulsado por un movimiento rural de último minuto; que se inclinen por Samuel o Tuto, consolidando un duelo en segunda vuelta entre derechas; o que se sumen a Paz y Lara como tracción del voto al centro y en último término al voto nulo de Evo, debilitando más al bloque popular. Con todo, no se sabe a ciencia cierta qué pasará con esta conducta electoral. Cuantitativamente, la probabilidad estadística de una segunda vuelta está dada; cualitativamente, la conducta electoral y la historia electoral del país hacen prever que tendremos novedades, en especial, en lo que respecta al voto popular.
Esperanza, porque aún en condiciones de crisis económica, institucional y de valores políticos, la mayoría de los bolivianos se ha volcado por el control emocional colectivo, en la que ha primado la esperanza de encontrar un nuevo gobierno, nuevas figuras y nuevas ideas. Aunque no se han tenido al cien por cien las representaciones políticas demandadas por la sociedad, o estas hayan sido reconstruidas con viejas figuras y nuevas ideas, o viejas ideas con nuevas figuras, nuestra sociedad no ha optado por el radicalismo de Morales, ni por las intenciones de desestabilizar o postergar las elecciones desde el ejecutivo y judicial. Al contrario, la esperanza ha servido como un mecanismo de seguridad del proceso electoral.
Algo de tensión, ¡sí! Definitivamente hay algo de tensión. El grado de tensión y conflictividad no es el mismo de hace algunos meses; se ha reducido significativamente. Sin embargo, el grado de confianza en las instituciones como el Órgano Electoral, el Tribunal Constitucional, la Policía o los propios partidos políticos, ha hecho que los bolivianos también estemos en estado de alerta permanente, y este aspecto a tensionado el otro lado de nuestra realidad: aquella en la que no se confía ni en la planta de tu zapato. La tensión social está presente en el inconsciente de nuestra mente colectiva como un mecanismo de defensa. La tensión actúa ahora como un mecanismo positivo; permite estar con ojos abiertos y nos lleva a la acción.
El domingo por la noche no solo sabremos quién pasa a la segunda vuelta, sino también si Bolivia entra en un nuevo ciclo político. Dos derechas en el balotaje sería un giro histórico; Andrónico en segunda vuelta demostraría que el voto rural sigue siendo decisivo; y un crecimiento fuerte del voto nulo confirmaría que Evo, sin estar en la papeleta, sigue condicionando la política nacional.
Con todo, lo más importante de este proceso de elecciones nacionales 2025 es la valoración de los bolivianos a llegar a las urnas defendiendo el voto como medio para reconstruir el tejido social bifurcado que nos ha dejado el proceso de cambio. Pero, además, incluso en el caso de que el voto popular nos dé sorpresas, aún en esas condiciones, nuestro país demostrará que ha cultivado una cultura democrática a su manera.
En un momento de bifurcación social, no podemos esperar los bolivianos alta gobernabilidad y gobernanza; serán procesos de tensión permanente, de idas y venidas, de calles y parlamento. En este escenario, los bolivianos seguramente sabremos poner límites, ser pacientes y, por qué no, interpeladores activos. La censura no es lo nuestro, ni tampoco el lenguaje ofensivo; lo que valoramos es la pluma, que nos permite ser escuchados. [P]
Tic tac… tic tac: No hay MAS
José Rafael Vilar, docente universitario y analista político
Tic tac… tic toc… tic tac… tic toc… El próximo domingo 17, Bolivia se abocará a las elecciones generales con la posibilidad —más realidad que posibilidad— de una segunda vuelta, cerrando dos ciclos: uno económico que inició en 1985 y se desequilibró desde 2018 (y quizás antes) y otro político con dos partes: el de la democracia pactada desde 1982 a 2003 —con vaivenes, éxitos y fiascos— y el neomarxista-indianista entre 2003 y 2025 (algunos “comentaristas” que no quiere etiquetarse por diestros lo llaman erróneamente “nacionalismo-indigenista”, porque ni de nacionalista ni de indigenista tuvo un pelo… en la cabeza de Morales y su banda), con sus puentes fracasados durante transiciones constitucionales (que trine la Ministra de InJusticia) de 2002 a 2005 y de post fraude de 2019 a 2020.
El fin de semana pasado cerró el bombardeo de encuestas de intención de voto: Desde mediados de junio once encuestas nos han intentado informar de las intenciones de los electores bolivianos: De Unitel el 1° de junio, el 13 y el 30 de julio y el 10 de agosto, trabajando con CIES Mori; del Grupo El Deber el 17 de junio, el 16 de julio y el 1° y el 8 de agosto con estudios por SPIE Consulting (no encontré su página web ni referencias de otros clientes ni estudios), y de la Red UNO (me enteré por una publicación que participaba Cadena A aunque nunca lo oí mencionar por Red UNO) el 27 de junio y el 10 de agosto con las investigaciones por CAPTURA Consulting. Es muy positivo (estadísticamente hablando) que para dichos estudios sus muestras estuvieran entre 1.500 y 2.500 (esto la última de CIES Mori) y el error muestral entre ± 2,2 % (levemente menor con ± 2,1 % la última mencionada); lo que es negativo es que algunos trabajadores de medios (virtuales y no virtuales) no sepan interpretar la estadística (una falencia formativa usual entre nosotros) y que algún que otro opinador se insulte (por las mismas razones) porque un candidato de su preferencia bajó el (digamos) 1,5 % y el de su no-preferencia subió (supuestamente) lo mismo, obviando a) que esas subidas y bajadas estaban dentro del margen de error (± 2,2 o ± 2,1 % anunciados) y b) que las encuestas deben ser viabilizadas, antes de su realización y después de ella —antes de difundirse— por el Órgano Electoral Plurinacional y cualquier denuncia de pretendida manipulación es, a fin de cuentas, un cuestionamiento de credibilidad a ese Órgano Electoral. En fin, cuestiones de formación y herencia de la des-democratización que hemos vivido.
(Me excuso de no incluir el registro explícito de las encuestas como he hecho anteriormente en esta larga noche… perdón, período precomicial porque, aunque el numeral 58 del Calendario Electoral solo fija límite para la publicación de nuevas encuestas y no existe otro impedimento a los análisis y menciones más allá hasta el silencio electoral que inicia el próximo jueves 14, he preferido evitar malinterpretaciones, sobre todo pensando en los medios que tan amablemente me reproducen. Por ello, la noche del domingo subí a mi blog personal —que no es un medio de difusión— https://joserafaelvilar-loquepienso.blogspot.com/2025/08/numeros-para-la-noche-del-17.html algunos cuadros y comentarios que pueden ser consultados en su totalidad haciendo clic en cada cuadro. Sigamos adelante).
No me queda (creo que a nadie) que, de seguir este proceso electoral sin sucesos inesperados catastróficos —más de agoreros—, la noche del 17 tendremos dos ganadores para competir en segunda vuelta, el ballotage que inauguramos estas elecciones.
(Acá nuevamente hago un paréntesis para una observación a un comentario hecho en uno de los paneles de la noche del domingo: Democracia directa no es la segunda vuelta, sino queda aclarado en el Artículo 11.II.1 de la actual Constitución que el ejercicio de la democracia en Bolivia se ejerce «Directa y participativa, por medio del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo y la consulta previa. Las asambleas y cabildos tendrán carácter deliberativo conforme a Ley» y el ballotage es parte de lo que el numeral 2 del mismo Artículo e inciso menciona como «Representativa, por medio de la elección de representantes por voto universal, directo y secreto, conforme a Ley», mención que hago para subsanar el gafe del panelista).
La elección nos debería dejar (ampliando la esquematización que la noche del domingo mencionaron varios panelistas en las presentaciones de ambas redes) cuatro grupos de resultados: uno de dos primeros, aptos para segunda vuelta, con el mayor peso perspectivo en senadores y plurinacionales (y probablemente en uninominales); otro de dos segundos con espacios previstos en ambas cámaras; uno de tercerones (utilizando desde acá la terminología de las descendencias familiares al uso del Lazarillo de Tormes y demás de la Edad de Oro española) en orfandad en la espera de algunos pocos espacios legislativos, y otro grupo, cuarterones desheredados (a pesar de la trapisondería y chicanería populistas del más conocido de ellos).
Por último, coincido con Fernando Hurtado, el sprint final solo se los puede dar la clarificación y “aterrizaje” de sus propuestas: qué y cómo beneficiarán al elector. Los demás temas —judiciales, constitucionales, de Estado de Derecho, de transparencia y contra la corrupción, de Pacto Fiscal, autonomías y cuál tipo de ellas— y el camino a las alianzas —renacimiento de la democracia pactada que debería contar con primogénitos y, muy probable, el segundón más coincidente y propositivo— podrán ser explicados mucho mejor en el camino a la segunda vuelta.
Tic tac… tic toc… tic tac… tic toc… NO HAY MAS [P]
Llegó la hora
Hernán Terrazas E., periodista y analista político
Llegó la hora, pero lo más probable es que el domingo no haya un nuevo presidente. Eso quedará para la segunda vuelta, porque ninguno de los candidatos conseguirá la mayoría absoluta de los votos (50%+1), ni el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. Si las encuestas no se equivocan –algunos deben estar cruzando los dedos– eso está claro.
De modo que, a partir del lunes, habrá que hablar del estreno del balotaje en Bolivia, una fórmula de desempate que no tuvo que ser utilizada desde que fue incluido en la Constitución, porque desde hace 20 años que los candidatos del MAS –viejos tiempos– ganaban con más del 50%.
Si no hay sorpresas de última hora, como se advirtió desde hace meses en Rodríguez Baudoin, la segunda vuelta será entre dos candidatos opositores y quedará ratificado que los aspirantes que vienen del tronco común del MAS serán los grandes perdedores.
En menos de 20 años, el partido de Evo Morales pasará de ser la organización política económica a una sigla sin personería jurídica. Del poder absoluto a una esmirriada representación en la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Ni siquiera el recurso del voto nulo, la última opción de quienes quieren minimizar una derrota segura, servirá para ocultar el descalabro de un proyecto que se va y deja la economía prácticamente en ruinas.
Pero hay otras conclusiones que surgen a propósito del balance de las campañas. La certeza, por ejemplo, de que el cambio que buscaba el 80% de la población pasaba también por la necesidad de tener nuevas caras en la política.
La expectativa que se había generado en torno a Jaime Dunn, la creciente influencia del Capitán Lara en la candidatura sorpredendente de Rodrigo Paz, no son sino la demostración de que el país quería algo diferente y que se tuvo que conformar con lo que había.
En ese marco, no deja de ser sintomático que, una vez más, la elección sea cosa de hombres, aunque eso no refleja lo que ocurre en un país donde las mujeres no solo son más de la mitad de la población, sino que han asumido un protagonismo central en la mayoría de las actividades.
Sin ir más lejos, dentro de la política, las nuevas caras de los últimos años han sido precisamente mujeres. Por eso, esta exclusión, no pasa desapercibida.
Destacar también que, a diferencia de otros procesos electorales, la elección de los candidatos a vice cobró una relevancia particular. Algunos, como Samuel Doria Medina, optaron por fortalecer la idea de seriedad y responsabilidad frente a la crisis, con un profesional prestigioso y capaz como José Luis Lupo. Tuto Quiroga en cambio, solo valoró juventud, pero minimizó la necesidad de contar con un segundo a bordo que esté a la altura de la responsabilidad si le toca reemplazar al primero. Más por presión que por decisión propia, Andrónico se inclinó por Mariana Prado y Rodrigo Paz claramente acertó con un outsider como Edman Lara, el capitán anticorrupción.
Las redes sociales reemplazaron parcialmente a las calles y a los medios tradicionales. El Tik tok fue el espacio de la anécdota, pero sobre todo de la guerra sucia, el Facebook el de la propuesta más detallada y digerida, el Instagram el rincón lúdico y el X la alternativa a las conferencias de prensa para el pronunciamiento de los candidatos.
Las campañas están a punto de concluir, las propuestas están sobre la mesa. El escenario no ha cambiado. Con el telón de fondo de la peor crisis económica de los últimos 40 años y de un descalabro institucional sin precedentes, salvo si nos remitiéramos a los tiempos de dictadura, las bolivianas y bolivianos seguramente irán a votar con esperanza y con la urgente necesidad de recuperar el optimismo.
Llegó la hora. [P]
Claves políticas
Julio Aliaga Lairana, analista político
1.La tendencia está marcada, desde la primera hasta la última encuesta. Es muy difícil prever que en cinco días los resultados vayan a cambiar radicalmente.
2.Habrá segunda vuelta, será entre Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga Ramírez. Está prácticamente descartada la posibilidad de que Andrónico Rodríguez logre desplazar a alguno de los dos primeros.
3.La división ha sepultado electoralmente al MAS-IPSP. La crisis económica mató a Tilín Arce, esté liquidó a Evo Morales y Evo destruyó a Andrónico Rodríguez. Los demás no existen.
4.El voto nulo, proclamado como suyo por Evo Morales no superará el 15%, por lo que su llamado a la subversión quedará en la marginalidad, acorralado en el Chapare.
5.Samuel Doria Medina se hizo dueño de la Media Luna, sumándole La Paz, ese resultado es casi imbatible. Solo debe consolidar esos primeros lugares y será presidente.
6.Ningún candidato tendrá una mayoría parlamentaria suficiente, y quien logre la Presidencia deberá cogobernar con alguna otra fuerza convergente.
7.Serán muy útiles importantes (aunque no definitivos) los apoyos explícitos de Manfred, Rodrigo y Andrónico, a favor de cualquiera de los dos candidatos que disputarán el balotaje.
8.La segunda vuelta será en Bolivia como son las segundas vueltas en cualquier parte del mundo: un enfrentamiento encarnizado que dejará heridas y magulladuras difíciles de superar.
9.Hagamos una llamado a la cordura. Samuel y Tuto están condenados a entenderse por bien del país. Esperemos que durante la segunda vuelta moderen los golpes bajos consecuentemente. [P]