Reactividad social

Reactividad social

Péndulo político César Rojas Ríos 20/08/2025 16:00
La economía es cosa seria y la sociología también: porque la primera navega en la segunda y si desconoce sus bancos de arena o su fondo marino, puede naufragar poniendo en riesgo la tripulación.
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La economía es cosa seria y la sociología también: porque la primera navega en la segunda y si desconoce sus bancos de arena o su fondo marino, puede naufragar poniendo en riesgo la tripulación.

Esto lo apreció con claridad Gonzalo Chávez Álvarez (GCHA) en su reciente columna titulada “Ajuste con o sin anestesia: la factura que viene”. Él entiende que “para restaurar los equilibrios macroeconómicos básicos será necesario un ajuste clásico, inevitable y probablemente severo”. Esto causará dolor social, sobre todo, en la base de la pirámide social. Y agrega con mirada de vigía: “Estas miradas son técnicamente racionales, pero su aplicación sin una estrategia de amortiguación social efectiva podría generar tensiones capaces de paralizar la transición”. Luego recurre a una metáfora certera para precisar la magnitud de esas tensiones: “construir puentes sociales que permitan cruzar el río del ajuste sin que la corriente lo arrastre todo”. Este ajuste que se anuncia no despertará monstruos marinos del fondo del mar social, porque ya están en pie y a flor de piel.

El siguiente gobierno requerirá de varias estrategias complementarias a la de amortiguación social: primera y fundamental, requiere recordar al siempre contemporáneo Maquiavelo en su reclamo del primer componente de un buen gobierno: virtù en los príncipes del poder. El gobierno que viene, sobre todo si es derecha, requiere para sobrellevar las aguas tormentosas de legitimidad de partida y relegitimación constante para ofrecer rendimientos crecientes. O como bien lo expresa Franklin Pareja: “No robar”. Si cae en la tentación, sencillamente caerá. Segunda, su génesis iniciará con la serpiente bíblica seduciendo a las masas para abandonar el país posible y enrumbarlo al país endemoniado en el que desea reinar Evo Morales. Y su veneno está hecho con la pócima de la espiral del conflicto. La respuesta deberá ser también bíblica: contraponerle el Leviatán y así restituir el Estado de Derecho, al que nos debemos en obediencia tanto gobernantes como gobernados. Tercera, regular los conflictos de alta tensión para impedir se engrosen formando una coalición de protesta que suma músculo como pólvora, y puede madurar políticamente teniendo como blanco de su explosión al propio gobierno. Cuarta, afrontar nuestra estabilizada inestabilidad, la presión social recurrente y permanente deriva del déficit estatal. Esto requiere desde el primer día instaurar diálogos multisectoriales, para evitar la configuración visual del conflicto, donde las autoridades requieren ver los conflictos para actuar, en vez de actuar para no verlos encima. Y quinta, no confiarse en que las reformas siempre reforman, las más de las veces revuelven rebeldías y propician caídas presidenciales.

El nuevo gobierno requerirá de altas dosis de honestidad, templanza, lucidez, prevención. Y el segundo componente del que acompaña Maquiavelo a un buen gobierno: Fortuna. [P]

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