“Un partido único controla los poderes”

Reflexiones del expresidente sobre la democracia y los desafíos actuales en Bolivia

EXPRESIDENTE. La entrevista de Correo del Sur Radio a Jaime Paz Zamora. EXPRESIDENTE. La entrevista de Correo del Sur Radio a Jaime Paz Zamora. Foto: Captura de video

Sucre/CORREO DEL SUR
Política / 13/10/2024 02:44

A propósito de los 42 años de democracia ininterrumpida en Bolivia, que se recordaron el pasado jueves 10 de octubre, el expresidente Jaime Paz Zamora (1989–1993) reflexiona sobre su papel en un periodo crucial de la historia. En la siguiente entrevista con CORREO DEL SUR, recuerda los desafíos y logros de su administración gubernamental y destaca la importancia de construir una democracia, a pesar de las adversidades.

Sin embargo, también expresa su preocupación por el estado actual de la democracia en Bolivia. Ve una involución política en las últimas décadas que amenaza los principios de este sistema, con un control centralizado y un partido único que socava la independencia de las instituciones.

CORREO DEL SUR (CS). ¿Qué momentos recuerda del 10 de octubre de 1982?

Jaime Paz Zamora (JPZ). Todo había sido muy duro hasta ese momento. Cuando fui a posesionarme como vicepresidente, no tenía domicilio conocido, todavía andaba semiclandestino porque no sabíamos exactamente lo que podía ocurrir. Cuando nos posicionamos con don Hernán (Siles Zuazo), nos dimos un gran abrazo porque habíamos puesto en marcha, desde Caracas, eso que vino a llamarse después “UDP”, como un movimiento masivo extraordinario que abrió la democracia.

El espíritu de ese momento no era de retomar la democracia, porque nunca hubo democracia en Bolivia; los intentos que se hicieron en el pasado fueron cortos y fracasaron, se impuso siempre lo que yo llamo el modelo de ese tiempo, “el golpismo civil militar boliviano”, porque no había militares golpistas sin civiles que los rodearan.

El primer golpe se dio en la capital al Mariscal Sucre, que tuvo que salir herido hacia el Ecuador, y la última sangre derramada fue la sangre de la Dirección Nacional del MIR, en la Harrington, por el golpe brutal que se dio con García Meza. Entonces, en ese momento, cuando nos posesionamos, había optimismo y confianza de que el golpismo civil militar se iba a ir definitivamente, pero también éramos conscientes de lo que nos había costado llegar.

La UDP, con don Hernán a la cabeza y yo de segundo, tuvimos que ganar tres veces para que nos dejen pasar y con varios golpes de Estado entre medio. Hubo dos presidentes apócrifos que quedaron ahí por no permitir que don Hernán se haga cargo, con atentados de por medio; intentaron matarlo dos veces y a mí, una; fue todo muy duro. Lo que no esperábamos es que al habernos dejado gobernar, lo hicieron dándonos una minoría en el Parlamento. Nos hicieron la vida imposible. Incluso hubo intentos de secuestro. Bendito, don Hernán, con tanta paciencia y amor por Bolivia, para haber aguantado todo eso.

CS. En su opinión, ¿qué legado dejó su administración en la construcción de la democracia en Bolivia?

JPZ. Los primeros 24 años, desde 1982, se intentó construir una democracia que nunca habíamos vivido. Cuando llegué al Congreso, nadie sabía dónde era la oficina del Vicepresidente y este no tenía un auto para moverse. Tuve que ir a un piso que me dio el Sindicato de Salud y, ahí funcioné los primeros seis meses.

En esta etapa estábamos aprendiendo a hacer la democracia, a llegar a acuerdos porque si no, no funcionaba. E hicimos un gran paso que tocó precisamente en mi gobierno, que fue el descubrimiento de los megacampos de gas, que abren la era del gas en Bolivia. Nunca había habido un gobierno con tantos recursos desde la fundación y esos recursos fueron administrados por los últimos 18 años de gobierno.

Pero, no hay que perder el optimismo, hay una generación que lo llamo “la generación de la democracia”, que son todos esos bolivianos que en los 80 hicieron posible que iniciáramos una Bolivia democrática.

CS. ¿Cómo evalúa el actual estado de la democracia?

JPZ. Ahora, los 42 años que han pasado nos llenan de optimismo porque finalmente es la primera vez que lo estamos haciendo en 199 años, desde la fundación de la República; pero, al mismo tiempo estamos preocupados porque en los últimos 18 años llegó un mando que fue la conducción de esas masas que habían quedado huérfanas con la UDP y que tuvieron que sufrir las medidas antiinflacionarias que cayeron sobre la gente más débil y pobre. Llegaron, pero desgraciadamente no con un espíritu democrático; nos lo dijeron en la cara. Además, nos dicen que el “chiste” de la separación de poderes, la independencia de instituciones es “historias del imperialismo”. Resulta que efectivamente empezó una involución que hizo que hoy haya un partido único que controla todos los poderes.

Estamos yendo hacia atrás y, además, nos cambiaron el nombre: La democracia empieza como ‘República’ y resulta que ahora nos llamamos ‘Estado Plurinacional’; nos pusieron una bandera y tenemos que tener mucha fuerza para lograr ir hacia una nueva etapa en nuestra historia donde las perspectivas mejoren para los bolivianos y entre aire fresco a nuestro país, que es lo que hace falta.

CS. Dado el contexto social, político y económico que se vive en el país, ¿la CPE debería ser reformada? Y de ser así, ¿el cambio debe ser total o parcial para reestablecer el camino de la democracia, como usted mencionaba?

JPZ. Se han dado cambios que no han sido para bien; por ejemplo, en la CPE hay etnias no tomadas en cuenta y yo veo que, pese a ser un Estado Plurinacional, se está tratando mal a los indígenas. Hoy se incendian sus territorios desde el Gobierno. Todo eso tiene que cambiar para traernos mejor certeza, porque se ha generado una confusión y nadie sabe cuál es nuestra bandera. Somos un país hermoso y rico y somos pocos los bolivianos, ¿cómo no nos podemos poner de acuerdo para hacer las cosas de buena manera?

Debemos aprovechar el recuerdo de este día histórico para hacer una reflexión nacional profunda y poner en práctica la mejor estrofa el Himno Nacional que dice: “Esta tierra inocente y hermosa que ha debido a Bolívar su nombre, es la patria feliz donde el hombre goza el bien de la dicha y la paz”.

Tenemos todo por hacer, esto es un país a construirse, aquí tenemos trabajo para mucho tiempo, no nos podemos estar “trancando” en el tema de que hay un señor que lo van a juzgar por cometer supuestamente ciertos delitos. La política boliviana, desgraciadamente, se ha convertido en los pleitos de un partido. Hay que reflexionar porque tenemos un país que cuidar y Dios nos castigará si no lo tratamos mejor.

CS. Los últimos años, el centralismo y la economía de estado se ha profundizado y puede ser una razón por la cual la mirada política no esté en otros temas, ¿cuál sería la ruta para darle viabilidad económica al país?

JPZ. En la economía no hay secretos, para evitar inflaciones o hiperinflaciones el tema es sencillo: gastar menos e ingresar más. Ahora, en cuanto a la base de la economía, creo que esta involución democrática ha traído una involución económica, que consiste en que esta conducción de los últimos 18 años, además de no estar claro en la democracia, tampoco estuvieron claros en entender que el Estado no es el que tiene que tener las fábricas e industrias, en algunas como en el tema de hidrocarburos debería estar involucrado. Pero, lo que en realidad tiene que hacer es crear las condiciones favorables para que la ciudadanía emprendedora sea la que empuje la economía.

Yo traté de hacerlo como vicepresidente; por ejemplo, me tocó dar la orden para que se haga la represa de San Jacinto, en Tarija. Eso se hizo como Estado, pero ya no nos metimos a cultivar uvas o hacer vinos y singanis, solo les dimos el agua para que los emprendedores se muevan y tengan las condiciones. Ese modelo puede ser adoptado en el futuro: el Estado genera las condiciones favorables en todo sentido, pero con los bolivianos como protagonistas para que generen economía.

La verdadera oportunidad estaba con la plata del gas; medio que la hemos desperdiciado, sobre todo en regiones como Tarija y Chuquisaca. Pero no debemos llorar sobre la leche derramada, hagamos las cosas bien en lo que viene. Yo veo un modelo económico de esa naturaleza.

CS. El siglo XXI en Bolivia estuvo marcado por episodios clave en la política, como la renuncia de Sánchez de Lozada en 2003, el referéndum constitucional de 2016 y el gobierno transitorio de Áñez en 2019. ¿La democracia se habrá visto interrumpida en estos u otros momentos?

JPZ. Repito, los últimos 18 años del MAS son de involución y retroceso. Ese momento, en el 2003, donde Sánchez de Lozada debe huir del país, fue una especie de golpe de Estado, pero no fue casual, creo que fue un error haber elegido a Sánchez de Lozada y nos costó caro.

Ya antes habíamos tenido al presidente Banzer, elegido democráticamente, pero estaba enfermo; al final ya no lo pudo hacer y dejo a un vicepresidente (Tuto Quiroga), que fue una primera crisis, que llega a terminar un periodo y poner parches. Y luego cometimos el error de volver a Sánchez de Lozada, una administración donde surgen conspiraciones de todo tipo junto con una inestabilidad.

Después de eso, Carlos Mesa asume pero tampoco nos da tranquilidad, porque no sabemos si cumplía o no su mandato y la inestabilidad crece cuando en Sucre se reunió el Parlamento y, según ley, debía elegirse a don Hormando Vaca Díez, pero desde el Gobierno mismo y la oposición se oponen a una transición democrática y tenemos que acudir a un señor que está en la Corte Suprema (Eduardo Rodríguez Veltzé). Fuimos de tropezón en tropezón hasta estabilizarnos y llegar a un gobierno que entró democráticamente, pero que no practica los valores de la democracia.

Ahora, hay mucho que corregir, pero menos mal que tenemos tareas. Sería peor si no supiéramos qué hacer. No podemos caer en eso.

CS. ¿Esas tareas son posibles de realizar de cara a las elecciones de 2025, y de ahí en adelante?

JPZ. Esperamos que las elecciones nos den un gobierno estable, moderno, honrado, eficiente, no de partido único; que respete la independencia y coordinación de poderes y que ponga en marcha un nuevo entusiasmo y mística de que un proyecto para Bolivia es posible y que se puede hacer a través de un modelo económico que no nos destruya y que nos permita vivir en concordancia con la maravilla de país que tenemos, y de ahí generemos riqueza para lograr el desarrollo humano de los bolivianos y que, asimiladas las experiencias previas, un nuevo gobierno con una nueva visión que no vuelva a repetir los errores del pasado.

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