La polarización reflota rumbo a la segunda vuelta, pero el desafío es tender puentes y no trincheras
Según un estudio, el 68,9% cree que el país está polarizado, pero que se pueden resolver las diferencias pacíficamente
La polarización dejó de ser abstracta y se siente en las calles, en los comentarios en las redes sociales y hasta en las charlas con la familia: erosiona amistades, divide opiniones y afecta la salud mental de las personas. Esta situación se profundiza en tiempos electorales, y más aún en balotaje, por lo que es importante encontrar maneras de mitigar su impacto.
La psicóloga política Ana Lucía Velasco explica que en tiempos de balotaje es por “naturaleza polarizante”, ya que las personas deben decidir por uno o por el otro candidato, en especial porque es una situación nueva para los bolivianos que por primera vez vivirán una segunda vuelta electoral.
“En Bolivia tenemos ahora un telón, o sea, estamos en un momento donde la moneda está en el aire. Ya estamos en un momento de transición, donde dependiendo de lo que hagan estos nuevos líderes en la política, podemos superar, tal vez, esta polarización crónica que estábamos viviendo”, señala Velasco.
En momentos de polarización, manifiesta el economista Iván Velásquez, que hay “una pérdida de la verdad común” y que se pretende deslegitimar la posición de la otra persona que piensa diferente y en muchas ocasiones se crean los bandos que piensan, por ejemplo, que es preferible volver a la República que vivir en Estado Plurinacional, la política de izquierda con la derecha, regionales como oriente versus occidente, étnicos como indígenas contra “blancos”.
“Destruye el tejido social y lo hemos visto, rompe familias, rompe comunidades, rompe regiones, genera enemistades. Por otro lado, paraliza la democracia, impide la creación y la implementación de políticas públicas que puedan buscar igualdad”, recalca Velásquez.
Datos de polarización
Un estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES) publicado en julio de este año en el que se consulta a actores políticos, periodistas y analistas indica que un 16,4% atribuye que la situación política del país es mala por la polarización ideológica. Además, un 68,9% cree que el país está polarizado, pero que se pueden resolver las diferencias pacíficamente, mientras que un 21,9% señala que por la fuerte fragmentación “el enfrentamiento es inevitable entre bolivianos”.
Según el informe, el tema que más polariza es la demanda de la candidatura del expresidente Evo Morales, seguido de la crisis económica y las elecciones generales en el país. Asimismo, el 62,2% tiene una sensación de incertidumbre sobre el futuro de Bolivia en los próximos meses.
En tanto, el proyecto Unámonos, del que Velasco es encargada, midió por primera vez la polarización en Bolivia entre 2022 y 2023, y reveló que en 2023 el 64% de la población estaba polarizada, de los cuales el 14% está altamente polarizada y un 0,6% radicalizada. La investigación también mostró que el conflicto político y social de 2019, cuando la anulación de unas elecciones abrió un debate feroz entre quienes hablaron de fraude y quienes denunciaron golpe, dejó cicatrices profundas.
Esa fractura no es solo política: también toca la vida íntima. Dos de cada diez personas reconocieron haber roto lazos con familiares, amigos o colegas por su postura sobre la crisis de 2019. No es una cifra abstracta: detrás de ella hay almuerzos tensos que terminaron en silencio, grupos de WhatsApp familiares que se deshicieron, amistades de años que ya no se hablan. La política penetró los afectos.
Los datos de Unámonos muestran que cuanto más polarizadas están las personas, peor es su salud mental. Un 40,6% vive con preocupación constante, el 34,3% experimenta síntomas depresivos y el 32,7% siente ansiedad o nervios permanentes. Velasco subraya que este efecto invisible no puede minimizarse. “Depende de nosotros defender nuestra mente de la polarización, porque quienes buscan dividir no están pensando en nuestro bienestar”, recalca.
Fórmulas contra la división
Los especialistas creen que no todo está perdido. Velasco sostiene que, aunque persisten los “resabios” de 2019, la polarización muestra signos de reducción. El reto está en evitar que las heridas se profundicen en un contexto de 2025 que es más complejo: crisis económica, conflictos sociales y desconfianza política.
¿Qué se puede hacer frente a este escenario? Velasco recomienda promover pensamiento crítico desde la educación y acompañar este proceso con medios de comunicación responsables que prioricen la verificación y el análisis por encima de la confrontación emocional.
Velásquez, por su parte, insiste en abandonar la lógica de “vencedores y vencidos”, y apostar por “foros de diálogo” que permitan reconocer la pluralidad de miradas, que se apueste por la “escucha activa, la tolerancia” y la construcción de proyectos comunes que pueden ser antídotos necesarios para evitar una mayor fractura social.
“La realidad boliviana es diversa y no cabe en la lógica binaria de buenos y malos. Hay que construir puentes y no trincheras, porque con ello estamos construyendo democracia”, enfatiza Velásquez.
En medio de un nuevo proceso electoral, la polarización vuelve a aparecer como un riesgo latente. Sin embargo, también es una oportunidad: la mayoría de los bolivianos reconoce que las divisiones de 2019 aún duelen y no quieren repetir ese camino. El futuro dependerá de que líderes y ciudadanos apuesten por el diálogo y por una visión compartida del país. Al final, la polarización no deja vencedores: el único perdedor es el “tejido social”, finaliza Velásquez.