El fraude, la herida que dejó Evo Morales en la población boliviana
El fantasma de la manipulación electoral resurgió en el país, a seis años de las elecciones fallidas de 2019, cuando se paralizó el cómputo de resultados preliminares y el líder cocalero se proclamó ganador en medio de irregularidades
Poco después de conocerse los resultados del balotaje que dieron como vencedor a Rodrigo Paz (PDC) con el 54,61% frente al 45,39% de Jorge Tuto Quiroga (Libre), los simpatizantes de este último expresaron su descontento y salieron a las calles denunciando un presunto fraude electoral.
La reacción se concentró en ciudades donde Quiroga había sido el claro favorito. La susceptibilidad aumentó cuando Guillermo Mendoza, diputado electo y representante de la Alianza Libre en Cochabamba, reportó un corte temporal de aproximadamente una hora en el Sistema de Resultados Preliminares (Sirepre), que posteriormente se restableció con normalidad.
A pesar de que, en su discurso postelectoral, Quiroga aseguró que respeta los resultados y calificó las denuncias recibidas hasta ese momento como “anecdóticas”, recordando que el país no necesita más conflictos de los que ya enfrenta, sus seguidores persistieron en la denuncia. Marcharon en plazas, organizaron vigilias en centros de cómputo y protagonizaron algunos enfrentamientos en la vía pública.
El fantasma de 2019
No hace falta recordar demasiado para que el país reviva lo ocurrido el 20 de octubre de 2019, cuando Evo Morales lideraba la votación, pero sin alcanzar el 10% de diferencia necesario para ser proclamado ganador en primera vuelta, frente a Carlos Mesa.
Alrededor de las 20:00 de ese día, el sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) sufrió una interrupción que se prolongó hasta la mañana siguiente. La paralización del conteo rápido fue asumida por sectores opositores como una señal de fraude, lo que motivó movilizaciones, huelgas de hambre, cabildos y un paro cívico indefinido de 21 días que culminó con la renuncia de Morales.
Fueron días marcados por una intensa conflictividad entre opositores y defensores del oficialismo. Hubo heridos, fallecidos y un éxodo de jóvenes hacia La Paz para continuar las protestas y “defender el voto” en las calles. Se registraron interrupciones de servicios, bloqueos, emboscadas y otros episodios que calaron profundamente en la memoria colectiva.
Denuncias posteriores
En 2020, con el triunfo de Luis Arce, muchos revivieron la indignación al ver nuevamente en la presidencia a un representante del Movimiento Al Socialismo (MAS). Algunos intentaron instalar otra denuncia de fraude, aunque careció de sustento y fue rápidamente desestimada, a diferencia de 2019.
Para 2025, con el auge de la difusión de información por redes sociales, el discurso de fraude ya estaba presente incluso antes de la primera vuelta. No fueron pocos los que creyeron que una maniobra “maquiavélica” colocaría a Andrónico Rodríguez o Eduardo Del Castillo en la cima de la elección, únicamente por su pertenencia o cercanía al MAS. Estas teorías, nuevamente, encontraron eco sobre todo en las redes sociales.
Para la segunda vuelta, la susceptibilidad fue tan alta que incluso hechos aislados fueron interpretados como señales de un fraude inminente, pese a que fueron limitados y aclarados oportunamente por las autoridades electorales.
A ello se suma el sesgo de confirmación en plataformas digitales: la tendencia a buscar, interpretar y recordar información que confirma creencias previas, ignorando o descartando la que las contradice. Esta inclinación se intensifica en un país tan polarizado como Bolivia, donde coexisten visiones de país profundamente opuestas, fruto de un separatismo ideológico que lleva años sin resolverse.
Sanar las heridas
“Suponer que hubo un atisbo de fraude es lo peor que debe hacer un contrincante”, indicó el analista Germán Gutiérrez, durante el seguimiento de CORREO DEL SUR a los resultados del balotaje, aludiendo al discurso de Quiroga, quien se mostró dispuesto a colaborar con la nueva administración en aras de superar la crisis.
Políticos, dirigentes y ciudadanía en general deberán trabajar para sanar las heridas y traumas que dejó aquel fatídico 2019, y construir un país que mire hacia atrás solo para recordar su historia, sin que ello implique revivir el dolor de episodios nefastos para la democracia y el Estado de derecho.
“Tenemos que sanar heridas y una de esas heridas es este fantasma del fraude que tenemos en Bolivia que nos los ha marcado muchísimo Evo Morales el 2019 (…) Es momento de encaminar, de sanar y volver a esta unidad y reconciliarnos”, reflexionó la periodista e investigadora Claudia Soruco durante el análisis de este medio.
Para lograr este cometido será necesario reestructurar muchas de las aristas que conforman al Estado y a la sociedad, cuyos resultados no serán visibles a corto plazo. Sin embargo, en este país abundan las sorpresas, y solo queda aguardar pacientemente las medidas y soluciones que, desde ahora, propongan las autoridades.