Viajar el atardecer

El escritor chuquisaqueño Raúl Teixidó llegó a Sucre para presentar su último libro Viajeros del atardecer, en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Texidó es uno de los escritores que destaca en nuestra narrativa por su excelente prosa. Texidó es uno de los escritores que destaca en nuestra narrativa por su excelente prosa.

Alex Aillón Valverde
Puño y Letra / 05/05/2015 12:04

El escritor chuquisaqueño Raúl Teixidó llegó a Sucre para presentar su último libro Viajeros del atardecer, en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Reproducimos una entrevista con el autor de Los habitantes del alba y A la orilla de los viejos días, además del texto de presentación del editor de este Suplemento.

Cómo será viajar el atardecer. Al contrario de la tarde estática, rotunda, casi sin movimiento, sin viento, sin adjetivo que la movilice, el atardecer define un estado, una vertiente, un devenir, una poética, un tiempo que crea otros tiempos, un tiempo de texturas múltiples, un tiempo de colores tenues, sobrios, encantados. El atardecer quizás tenga que ver con cierta madurez de la vida, cierta dignidad, un declinar pleno, una soledad compartida, una forma de mirar las cosas con más humanidad, de viajar con las nubes luego de observar la sorprendente aunque mínima distancia de lo recorrido.

El atardecer de las cosas deberá ser entonces un espectáculo sobrio, sin escándalo, sin luminarias explosivas, sin la payasa luz del sol de mediodía, sin palabras truculentas; el atardecer del amor, el atardecer de la amistad, el atardecer las cosas simples, de las cosas duraderas que se van despidiendo con la dignidad de una vida bien vivida, de una vida bien contada, tendrá que ver con eso.

Todo esto, nombrado de manera tan desordenada y arbitraria, es lo que he sentido al recorrer esta porción tardía de la literatura de Raúl Teixidó, y este es el viaje al que nos invita y del que todos de una o de otra manera somos sus viajeros, sus viajantes.

Los tres relatos que conforman Viajeros del Atardecer son un producto de la madurez de un escritor que transcurre por la serena calma de una vida redimida por la literatura, la imagina, la reinventa y al reinventarla la hace más bella, más tolerable. Esta literatura mínima, sin alardes, pero precisa, encantada, que te va ganando, que te va habitando, que te va convenciendo, que te va conmoviendo de maneras sutiles, que te encuentra emocionado entre sus páginas ya sin retorno. Esta literatura que te impacienta y que te transforma, es la literatura que nos ofrece Raúl Teixidó.

Viajeros del atardecer es la exploración de la condición humana, nuestra desmesurada relación con el sistema y con nuestras limitaciones, encarnadas en el diálogo entre un maestro y un burócrata, en su primer relato, Malos presagios; el amor improbable en London UK 1985, entre Vicky, la hermosa streeper de clase obrera del Blue Belle y un profesor latinoamericano de lenguas (love is more frequent than to fail nos decía E.E. Cummings y no mentía); y también de la predestinación del amor en 35 grados a la sombra, relato en el cual la sensibilidad del protagonista se abre paso a través de la sorpresa del viaje y el descubrimiento de la humanidad de las personas y el modesto milagro de la cotidianidad y la vida.

Creo que Raúl Teixidó es uno de los secretos mejor guardados de nuestra literatura, acostumbrada a enceguecerse con dos o tres nombres y sus luminarias muchas veces estruendosas pero vacías.

Esta es una gran literatura, no una buena, no una mejor, no una literatura best seller,, sino una gran literatura. Lo digo sin pelos en la pluma. Esta literatura sin agente de prensa, recatada, esta literatura que sin embargo, nos conmueve y nos procura felicidad, es la literatura destinada a sobrevivir.
Viajeros del atardecer es un libro que no es obligado, como ningún libro ni literatura lo son, pero es un libro al que vale la pena asistir con las maletas vacías con la seguridad de que las llenaremos generosamente de más palabras y más vidas.

Raúl Teixidó: Mirar atrás solo lo necesario

P. ¿Cómo se han escrito los tres relatos que componen su último libro?
R. En el fondo, son parte constituyente de los publicados en anteriores volúmenes, es decir, se mantienen dentro de la línea conceptual y narrativa que inspiró En la isla o Vuelos migratorios, por citar un par de ellos. Obviamente, la estructura de cada uno varía en función del tema. Es el gran desafío a que debe enfrentarse un escritor: no basta con tener una idea capaz de dar lugar a un cuento, relato o novela; es preciso, al mismo tiempo, encontrar el tono y la medida que mejor convengan a la eficacia y verosimilitud que se pretende conseguir. En mi último libro, al que te refieres, te diré al respecto que "Malos presagios", se reduce a una conversación informal entre dos viejos conocidos, sin que el "autor" aporte una sola frase descriptiva. Diríamos que en la forma subyace, simultáneamente, el contenido. El propósito final es que el lector configure a lo largo de esa conversación el perfil personal y social de los contertulios. Empleando una técnica expositiva muy distinta, en los dos relatos que completan el volumen, he buscado la mayor consonancia posible entre "fondo" y "forma" (dos conceptos algo desdeñados últimamente, pero que conservan una cualidad "didáctica" indiscutible.

P. ¿Cómo asumió su vida de escritor entre dos territorios culturales y geográficos como Bolivia y España?
R. Esa circunstancia no representó para mí un esfuerzo de adecuación o adaptación, ya que provenía de una realidad ya consolidada en cuanto a la temática y los "contenidos" que le eran propios. La obra narrativa y los ensayos que escribí en las décadas de los 70 y los 80 existían ya, de hecho, como proyectos. El ámbito en el que los materialicé no tuvo influencia alguna, directa ni indirecta, en su materialización.

P. ¿Cuál es su relación con Sucre, más allá de su libro autobiográfico "A la orilla de los viejos días"?
R. Indudablemente, la obra que mencionas es clave dentro de mi bibliografía. No se limita a una colección de anécdotas o situaciones paradójicas asociadas a mi época escolar y universitaria, como pudiera parecer, a juzgar por las referencias tangenciales que hice al respecto durante la presentación de mi último libro. Al contrario, para cuantos tuvieron la gentileza de asistir al acto e interesarse por las referencias que hice de dichas "memorias" (publicadas en 1995), la lectura de la obra en su totalidad les aportaría una visión más completa y definida de mi "relación" con mi ciudad natal.
No es menos cierto que dicha relación, sobre la que inquieres, al margen de lo manifestado en la obra que citas, continúa siendo tan profunda y emotiva como antes. El escritor Fernando Vaca Toledo afirmó, en cierta oportunidad que, en el fondo, yo era un "romántico tardío", por lo que mi visión del mundo aparecería siempre teñida de una mezcla de " melancolía y fatalismo" y un inevitable "tono crepuscular". Como podrás apreciar, Fernando era un crítico muy sagaz.

P. ¿Cual es la literatura que ahora te interesa? ¿Cómo asumes el cambio de tiempo y signo tecnológico en relación con tu producción?
R. La tecnología, en general, es una admirable herramienta de trabajo para las nuevas generaciones. Implica infinitas posibilidades de difundir de modo más amplio y eficaz sus inquietudes creativas, culturales, etc. Por lo que a mí respecta, me atengo a lo que creo es digno de expresar por medio de una historia, al margen del soporte técnico utilizado. Lo contrario equivaldría a afirmar, por ejemplo, que una película, por el solo hecho de haber sido rodada en color y 3D, es superior, en términos artísticos, a cualquiera de las clásicas en blanco y negro de la gloriosa época del cine mudo, lo cual sería un despropósito colosal.

P. Proyectos vitales y literarios para el futuro. ¿Piensa retornar a Sucre? En todo caso, ¿qué le sugiere la palabra "volver"?
R. En lo "vital", procurar envejecer lo más lentamente posible (frase de una novela de Patrick Modiano, "Villa triste").
Mirar atrás solo en la medida de lo necesario. Séneca, el filósofo estoico, afirmaba que era muy difícil "ser siempre el mismo hombre". Por lo que a mí respecta, aspiro solamente a ser un narrador honesto, fiel a sus fuentes de inspiración y a sus métodos de trabajo. ¿Volver a Sucre? Es una cuestión similar a la de un relato "abierto", en el que los lectores (y a menudo también el autor) puede únicamente intuir cuál será el próximo paso. Se trata de una decisión que, a la fecha, se halla condicionada a numerosas circunstancias de orden personal y familiar que no puedo manejar a voluntad. Por lo demás, "volver" es, para mí, sinónimo de reencontrar y, sobre todo, de "reencontrarse", con todo lo que dichas nociones implican en el plano ético y existencial.

TEIXIDÓ EN BREVE

Raúl Teixidó nació en Sucre (Bolivia). Su vocación literaria se manifiesta tempranamente, conforme lo testimonian sus colaboraciones en “Signo” y “Presencia Literaria”, de La Paz, que por entonces dirigía el historiador y crítico Juan Quirós. En 1965 obtiene el Premio Nacional de Cuento “Fundación Edmundo Camargo” (Cochabamba) por “El sueño del pez. Su primer libro de relatos, Los habitantes del alba, puede considerarse como su tarjeta de presentación en el ámbito literario nacional. El mismo año, la revista “Aportes”, editada en París para América Latina, incluyó un ensayo: El minero en la novela boliviana. Su obra narrativa incluirá seguidamente  tres volúmenes de cuentos, La puerta que da al camino, En la isla y Vuelos Migratorios, en los que –a la reseñada predilección por el subjetivismo y la introspección — se añadirán referentes cinematográficos, derivados de su vocación de cinéfilo, que asimismo data de los años de infancia y adolescencia. Su libro de memorias A la orilla de los viejos días es, a este respecto, una lectura casi obligada.

 

LOS 3 VIAJEROS DEL ATARDECER
De los tres relatos largos que componen Viajeros del atardecer, en el primero, “Malos presagios”, el eje es el tiempo: “Existe un tiempo real y un tiempo mental, pero, a la postre, el primero es el único que cuenta”.  Dos personajes, un profesor y un ex comisario de policía convertido a la política conversan con extrema formalidad sobre sus familias y personas que conocen, pero también sobre literatura, filosofía y política local.
En el segundo, “London, UK 1985” un profesor de inglés ha logrado establecer con la vida real “un pacto de mínimos” para preservar su indispensable espacio de privacidad “sosegada, autocomplaciente”. El encuentro con Vicky, bailarina de cabaret, trastorna su vida de lobo estepario durante ese periodo.  
El tercer relato transcurre en la localidad amazónica de Moxenes, “35º a la sombra”, a donde llega de la capital un joven abogado de oficio para cumplir su “año de provincia” y defender a acusados carentes de recursos, algunos de ellos rufianes conocidos.

 

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