Para dormir juntos

Dormir juntos no es fácil. No es suficiente con quererlo. Hay que solucionar varios temas de orden técnico antes de emprender viaje en la noche. ?

A) LA POSICIÓN. Dormir a la derecha o a la izquierda es algo muy importante. Si durmieras a la derecha —aunque sospechoso—no habría mayor problema, porque a mi me sale muy natural ubicarme a la izquierda. Si nuestras posiciones fueran demasiado radicales lo recomendable—en estos casos— es encontrarse en la mitad de la cama, negociar ideologías y que el amor ubique su tercera vía láctea en el aburrido parlamento del caos universal. ?

B) RONCAR. Si roncas en La y yo ronco en Mi, es algo que podría hacernos ver muy mal en un mundo en el que todo se crítica, todo se envidia. Roncar juntos, roncar armonizados, siempre será mejor. Encontrar la nota maestra, el tono de la noche coral de nuestro sueño en la mitad del silencio afónico de la nada, será como lograr la comunión que dio luz al rock, las sinfonías, los cataclismos del viento provocados por los toyos y las zampoñas en el altiplano tan cósmico, tan boliviano. ?

C) CUCHARITAS (SPOONS). Si te gustan las cucharas, no hay problema, pues me sale bien ser cuchara —aunque más parecido a un cucharón. Buscar la línea a la deriva de tu espalda, acomodarme de manera polimorfa a tu cuerpo hasta encontrar la comodidad primigenia, ese navegar en el líquido amniótico de la vida en suspensión, antes de la explosión de las estrellas.

?D) EPÍLOGO. Dormir juntos no es fácil. Un poeta peruano nos enseñó que amar tampoco lo es, pero se aprende. Ven, apaguemos juntos la luz, los gatos comienzan a inquietarse.