Messi: el héroe, el traidor y el poeta

La figura del héroe y del traidor—muy trabajada en la obra de Borges—penetra en la figura de Messi. El jugador del Barcelona se mueve entre el heroísmo y la traición permanente.

Messi: el héroe, el traidor y el poeta Messi: el héroe, el traidor y el poeta

Daniel Mecca
Puño y Letra / 04/07/2016 06:13

La figura del héroe y del traidor—muy trabajada en la obra de Borges—penetra en la figura de Messi. El jugador del Barcelona se mueve entre el heroísmo y la traición permanente. Cuando falla la construcción del héroe, cuando el héroe no se materializa, irrumpe la construcción del traidor.

Se ha leído de todo sobre Lionel Messi: que no tiene alma, que no transpira la camiseta, que no pone huevos en la cancha, que el número 10 de la Selección y del Barcelona no tiene corazón.

La figura de Messi es una figura mítica que excede su condición individual. Messi se ha convertido en un mito donde su propia imagen es la construcción de un ideal. Messi se ha convertido en semiología. Más aún, con cada gol que hace en el Barcelona, con cada corrida, con cada gambeta, con cada sueño de gol en sus ojos, Messi construye su propia magia, su propia alquimia, su propia ficción. Messi, así, en cada partido, también se convierte en literatura.

En su cuento “Tema del traidor y del héroe” (Ficciones, 1944), Borges relata las coincidencias entre las circunstancias de la muerte de Julio César (con base en la obra de Shakespeare) con las de un héroe revolucionario irlandés, quien muere asesinado en un teatro en la víspera de la rebelión victoriosa que él mismo había premeditado y soñado.

La trama del cuento refleja que este héroe (Fergus Kilpatrick) —antes de ser asesinado— había encomendado a su más antiguo compañero, James Nolan, el descubrimiento del traidor entre ellos. Nolan ejecutó su tarea, escribe Borges: anunció en pleno cónclave que el traidor era el mismo Kilpatrick. Para no perjudicar la rebelión, Nolan propuso un plan que hizo de la ejecución del traidor —que a la vez es el héroe— un instrumento para la emancipación de la patria. Finalmente, la muerte de Kilpatrick, como en una obra de Shakespeare, es aceptada por él y premeditada palabra por palabra.

La figura del héroe y del traidor—muy trabajada en la obra de Borges—penetra en la figura de Messi, en la construcción social de Messi. El jugador del Barcelona se mueve entre el heroísmo y la traición permanente. Cuando falla la construcción del héroe, cuando el héroe no se materializa, irrumpe la construcción del traidor.

Escribe Borges en su cuento Las Ruinas Circulares: “El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”. Messi es el proyecto de ese sueño borgiano y ese cometido lo vuelve un héroe, un ritual mágico. Cuando se interrumpe ese sueño, es decir cuando Messi se vuelve uno más, cuando se vuelve ‘humano’, sobreviene la traición, el rencor, el odio.

El teórico marxista Walter Benjamin planteaba que las obras artísticas más antiguas surgieron al servicio de un ritual mágico, luego religioso, mientras que –agregaba– la reproductibilidad técnica emancipaba a la obra artística de su existencia en tanto ritual. Es decir, y utilizando los términos de Benjamin, la obra artística pierde su condición de aura (“la manifestación irrepetible de una lejanía”) en tanto más se acerca al espectador como reproducción.

Messi, así, es tomado por el espectador como un hecho mágico, un ritual; cuando no cumple las expectativas sobre él –el paso del heroísmo a la traición– se produce el desmoronamiento del aura, se termina su condición mágica. En otras palabras, el jugador del Barcelona pierde su manifestación irrepetible.

Messi, sin embargo, es un poeta. No un poeta del fútbol. No. Es un poeta. Cada una de esas jugadas, en su creatividad, en su imaginación, compone un mundo, un relámpago, un fuego reunido. Es un creador de mundos. Cuando juega bien o cuando juega mal: siempre es un poeta. ¿Cómo no recordar, al ver jugar a Messi, ese verso de Pessoa cuando decía: “ser poeta no es una ambición mía; es mi manera de estar solo”? ¿Cómo no sentir belleza cuando se filtra en diagonal entrando al área, de derecha a izquierda, como un rayo que no cesa?

Messi: el héroe, el traidor y el poeta.

LOS ESCRITORES Y EL FÚTBOL
El escritor británico Rudyard Kipling, autor de libros de aventuras como ‘El libro de la selva’ o ‘El hombre que pudo reinar’ despreciaba al deporte y a 'las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan’.

Por otro lado, Jorge Luis Borges, autor de los relatos quizá más hipnóticos, enigmáticos y fascinantes que ha visto la literatura, como el misterio que envuelve su supuesta inexistencia, dijo alguna vez que el fútbol era ‘una cosa estúpida de ingleses... Un deporte estéticamente feo: once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos.  

Se dice que Albert Camus, el eximio autor existencialista de ‘El extranjero’ en plena juventud jugaba de portero cuando vivía en tierras argelinas y  alguna vez declaró ''la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Esto me ayudó mucho en la vida... Lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol''.

 

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