Hilda Mundy: El impacto del fragmento

Publicamos un fragmento del estudio introductorio a la "Obra reunida" de Hilda Mundy, publicada por la Biblioteca Boliviana del Bicentenario. Esta semana en el FIC, el miércoles 21 de septiembre, se hará un homenaje a...

Hilda Mundy: El impacto del fragmento

Hilda Mundy: El impacto del fragmento

AMIGO DIABLO (un texto de Hilda Mundy)

AMIGO DIABLO (un texto de Hilda Mundy)

Los ojos de Hilda Mundy (fragmento de Omar Rocha)

Los ojos de Hilda Mundy (fragmento de Omar Rocha)


    Rocío Zavala Virreira
    Puño y Letra / 20/09/2016 21:45

    Hablar de Hilda Mundy es salir del camino, cambiar de dirección, ensayar. Es buscar, más que en libros, en periódicos. Más que en colecciones, en recortes o en colecciones siempre incompletas. Es hablar más que de un fuego, de un fuego artificial. Más que de una guerra, de balas fragmentadas. Más que de un panorama, de impresiones. Más que de corriente, de corto circuito. Más que de alcohol, de un brandy cocktail.

    Laura Villanueva Rocabado (1912-1982), como se llamara verdaderamente, nació en Oruro y fue allí donde produjo la mayor parte de una literatura breve pero impactante, fundamental por ser una creación de la desacralización y de la risa, del movimiento y de la duda, de la crítica y de la autocrítica; en una palabra: moderna.

    Hilda Mundy, su principal seudónimo entre varios otros, es el nombre con el que firma, veinteañera, crónicas y textos diversos en la prensa más prestigiosa de Oruro. Es el nombre con el que se hizo conocer hasta el fin de sus días en La Paz y con el que entra en la historia de las letras bolivianas. Se puede decir de ella, reduciendo apenas, que es fundamentalmente una escritora de los años 30. Su único libro publicado en vida, Pirotecnia: Ensayo miedoso de literatura ultraísta (1936), se edita tras la aparición de su mayor producción periodística. Surge así un contraste entre un antes breve pero prolífico, y un después signado por el misterio de un largo silencio.

    Los años jóvenes y fecundos de la escritura están marcados por un contexto turbulento, ruptural, esencial de la historia de Bolivia, que resuena fuerte y durablemente en la obra mundyana. Se trata, entre otros, de una escritura de la Guerra del Chaco (1932-1935) y sobre todo de la inmediata posguerra. Los diversos escritos periodísticos, humorísticos pero ácidamente críticos, le valdrán la censura gubernamental, hecho que pesará en su vida y en su obra.

    Pirotecnia se publica en La Paz el año del traslado de la escritora a esta ciudad. El libro causará un impacto fulgurante y efímero como su nombre, impacto que rebasa incluso las fronteras nacionales, pero que no obtendrá un apoyo efectivo de la crítica dominante de su entorno. Así, al peso infligido por la censura, se añade para la autora orureña el peso de la indiferencia de su medio intelectual, del olvido que le subsigue y, finalmente, de la incomprensión.

    Existencia y desexistencia

    La rehabilitación literaria de Mundy es póstuma y relativamente reciente. Le debe sus inicios a la publicación del libro Cosas de fondo (1989), editado por su hija, la poeta Silvia Mercedes Ávila; y también a la repercusión del mismo libro en los estudios de género con relación a la escritura de mujeres.

    Igualmente interpeladora, esta publicación genera el interés de la crítica, que vuelve a poner el nombre de la autora sobre el tapete literario. En el volumen Encuentro: Diálogos sobre escritura y mujeres (1998) se publica el artículo “Dolor e ironía: Quimeras de María Virginia Estenssoro e Hilda Mundy” de Virginia Ayllón, pionera de los estudios mundyanos.

    Posteriormente Luis Tapia publica en la revista La Mariposa Mundial el artículo “Pirotecnia” (2000: 11-16). Será en todo caso Blanca Wiethüchter quien, en primer lugar dentro del marco de esta reaparición, apostará francamente y con entusiasmo por Hilda Mundy, haciendo valer criterios de valoración no necesariamente vinculados a la escritura de mujeres. El libro Hacia una historia crítica de la literatura en Bolivia (2002), de Wiethüchter y Alba María Paz Soldán, marca un hito en la rehabilitación de la autora de Pirotecnia. Ello mediante dos estudios: “La clausura” de Wiethüchter (2002, i: 128-142) e “Hilda Mundy o la risa certera” de Virginia Ayllón y Cecilia Olivares (Ayllón, 2002: 174-181). Junto a Hilda Mundy, se estudiará a otras y otros escritores olvidados de la historia en una actitud abierta de crítica y cuestionamiento del canon de la literatura en Bolivia.

    El feliz desenlace de este proceso de rehabilitación es la reedición de Pirotecnia en 2004, con prólogo de Ayllón. Este presenta fundamentalmente la idea de una escritura que no pretende instituir nada, especialmente mediante un análisis comparativo con Arturo Borda y Alfonsina Storni, dentro de la vena anarquista; en el mismo sentido, Ayllón vincula el silencio de Hilda Mundy a la noción poética de la autora en oposición al creador instaurador de formas en favor del que no quiere hacer ni dejar obra, en base a las imágenes del texto “Absurdo de diez metros de profundidad” que cierra Pirotecnia.

    Posteriormente, el poeta Eduardo Mitre, en el ensayo “El enigma de Hilda Mundy”, del libro Pasos y voces. Nueve poetas contemporáneos de Bolivia: Ensayo y antología (2010), explica su voluntad de reparar la ausencia de la escritora de Oruro (junto a la de Yolanda Bedregal) en su libro sobre la poesía moderna en Bolivia El árbol y la piedra (1986). Poniendo de relieve el carácter lúdico y vanguardista de Mundy, el poeta habla de su soledad en un paisaje de la poesía de su época dominada por el modernismo.

    En 2015, aparece la primera edición de Pirotecnia fuera de nuestras fronteras, en Chile, con prólogo de Edmundo Paz Soldán. El título de dicho estudio “Hilda Mundy, la vanguardista”, presenta a la autora como la única escritora vanguardista en Bolivia y “una de las pocas mujeres vanguardistas en el continente” (Mundy, 2015: 7); en cuanto a su silencio, aludiendo a Mitre, retoma la idea del elogio del callar en el epílogo de Pirotecnia, como un ideal de la creación textual.

    Del olvido al fervor, la transición de Hilda Mundy ha sido súbita. En todo caso, el entusiasmo que ella despierta, sobre todo desde la reedición de Pirotecnia en 2004, se acompaña invariablemente de asombro y a menudo de incomprensión. Primero, porque se trata de la autora de un solo libro sin parentescos aparentes en Bolivia y porque Cosas de fondo tampoco es un libro de fácil clasificación: híbrido y heterogéneo, este volumen reúne textos breves con crónicas periodísticas: literatura con periodismo, humor con tragedia, la Guerra del Chaco vista desde la ciudad por una mujer. Además, ciertos aspectos de la edición del libro (títulos añadidos, ausencia de firmas en textos que hacían gala de la heteronimia) pueden provocar malentendidos.

    Segundo, porque el sabroso anticipo que da Cosas de fondo de los escritos aparecidos en la prensa, apuntan a una producción periodística que permanecía dispersa y desconocida. Todo esto impedía responder con pruebas a cuestiones precisas y capitales sobre Mundy como su supuesto silencio -que, como hipótesis, nace ya sea en el último texto mencionado de Pirotecnia, ya sea en el año de su matrimonio, en 1939- u otras cuestiones prefiguradas pero no elucidadas como la cuestión del género literario, la caracterización del vanguardismo de la autora y también de su feminismo, así como también la cuestión de su heteronimia (…).

    AMIGO DIABLO (un texto de Hilda Mundy)

    Hay una honda vitalidad en tu bello nombre. Eres aquella contrapuesta esencia de las cosas. No imaginé tu nacimiento. No imaginé tu infancia como se imagina el primer rayo de luz en el cosmos. Te vi, sí, ya grande, horrendamente grande como es el tamaño y la oscuridad de la sombra.

    Cuernos, sí, Cuernos. El mundo te ha dado el soborno originalísimo de dos cuernos. Pero yo creo que ellos no son insensibles. Deben dolerte, deben dolerte, sencillamente, ocultamente…

    Hoy que llego a hablarte, respiro la belleza que te nombra en una eufonía hiperbólica, ese algo oscuro que acusa tu nombre. Porque sí eres un mito: un mito resfriado. Quiero escribirte de un modo simple y la simplicidad siempre me rehúye, porque no es simple el alarido de las medias noches, no es simple el ruido de las fábricas, no es simple el ruido que crece de los trenes como tampoco es simple el genio oscuro de la sangre.

    La sangre, amigo diablo, me da mucho miedo.

    En los toneles del transmundo subyace mucha, mucha sangre. Si casi el día es un destiladero de rojo liquidito.

    Los ojos de Hilda Mundy (fragmento de Omar Rocha)

    Leer Bambolla Bambolla me remite a esos recuerdos construidos a partir de retazos, imágenes, papelitos, apuntes escenas que apenas sobreviven. El primer texto conocido de Hilda Mundy data de 1932, es parte de "Impresiones de la Guerra del Chaco”, se llama -justicia poética- Las Retinas, una especie de arte poética que no deja de estar presente en el resto de su escritura, esta vez Mundy se dirige a las retinas del lector que ve a través de los ojos de Mundy:
    Las retinas que asomen a estas líneas no esperen encontrar bellezas de estilo, rigideces de historia o frases de filosofía honda o meditativa.

    Difícil. Tan sólo es la cosecha de un espíritu sensible que se bebió los pasajes de una guerra como un helado cualquiera.

    No puedo ofrecer ni el detalle de las negociaciones pacifistas porque cuando tuve la ocurrencia de tomar un periódico, fue para ejercitar pajaritas de papel…

    Me irritó siempre la etiqueta, la "parada” de la política internacional… y ni siquiera me es agradable citarla.

    Con todo esto adelante…

     

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