LA CRUCIFIXIÓN
Subo hacia la cumbre. En la primera estación dejo Algunas palabras, algunos silencios a medio terminar Y un montón de piedras que me venían pesando Desde que nací. Alguien me agarra a latigazos...
Subo hacia la cumbre.
En la primera estación dejo
Algunas palabras, algunos silencios a medio terminar
Y un montón de piedras que me venían pesando
Desde que nací.
Alguien me agarra a latigazos,
Me azota sin piedad, me grita que camine,
Que por qué carajos paro.
Le digo que tranquilo,
Que no es necesaria tanta violencia.
En la segunda estación
Dejo mis guantes de conducir preferidos,
Mi Ferrari rojo
Mis tarjetas de crédito,
Y alguna carta de amor que ya no procede.
Una virgen me lanza un beso volado.
Un centurión celoso me tira una patada.
Simón el Cirineo se acerca y me pregunta
Que quién demonios soy y me invita un porro,
Me dice que es lo mejor que podía haberme pasado
Que ahora iba a conocer al mero.
Me habla del Mundo Feliz de Huxley
Hasta que un pelotón lo toma preso
Y lo ejecuta en la tercera estación
por colaboracionista.
Todo va bien hasta la décima estación.
He tenido que firmar autógrafos,
Hacer el amor con las mujeres de Jerusalén
y llorar para que Verónica me limpie el rostro
sin reconocerme, sin poder pronunciar
siquiera mi nombre para la historia o el olvido.
Entonces me despojaron de mis vestiduras
Y me invitaron, con mucha educación,
debo reconocerlo,
A recostarme en la cruz, donde me clavaron
Para luego elevarme hacia el cielo.
Enseguida llegaron dos más,
El último era hermoso y brillaba como el sol,
Le sonreí y me sonrió,
Le pedí que no se olvidara de mi
Cuando llegara el momento,
Me contestó que esa misma noche estaría
Con él en el Paraíso.
Entonces miré a la multitud con desprecio
Y reí como un loco
Antes de ser tragado por la tiniebla.