Elogio a la risa

El grupo de teatro “Tabla Roja” de la Paz se presentó el jueves en el 3 de febrero con una obra que tenía 5 episodios divertidísimos. Estos actores clown regalaron una puesta en escena donde mostraron situaciones...


Carlos Gutiérrez Andrade
Puño y Letra / 19/06/2017 05:31

El grupo de teatro “Tabla Roja” de la Paz se presentó el jueves en el 3 de febrero con una obra que tenía 5 episodios divertidísimos.

Estos actores clown regalaron una puesta en escena donde mostraron situaciones de la vida cotidiana cargadas de humor. Tragedias de la vida que vistas positivamente son hilarantes. Como dijo el maestro del humor Chaplin: “todo es un chiste”.

La compañía propone que todo es un chiste desde casarse, cortejar, discutir y tener hijos. La relación de pareja, los niños, etc. Con recursos como la música de un trovador que nos hace ver que el éxito de una obra puede estar un 80 % en la música, con mímica y onomatopeyas.

El grupo nos devolvió a la esencia del teatro primigenio. A la infancia del hombre, a la inocencia a la época gutural. Sí, por qué no decirlo. Nos devolvió a la infancia del mundo donde no existían las palabras, sino el lenguaje corporal y mímico y el lenguaje de la risa. No dicen que el hombre es un animal que ríe. Se trata de que hable el cuerpo, los labios, los dientes, pero sin palabras. Algo que se está perdiendo ahora que la emperatriz de la palabra hace que ya no movamos ni una ceja incluso al actuar.

Simplemente rojos es una obra desopilante donde la tristeza y la preocupación no tiene cabida. La risa es la soberana absoluta. En una hora Tabla roja desarrolla una obra que trae al vuelo los fantasmas de Chaplin, Marcel Marceau y los tres chiflados.

Los tres chiflados utilizaban el recurso de los sonidos a manos llenas desde sopapos hasta sonidos de martillos en la cabeza. En ello radicaba buena parte del éxito de sus capítulos. Así en esta obra los sonidos los produce, primero el trovador que se sabe desde blues, jazz, música folclórica y otros ritmos y, segundo, las onomatopeyas que producen los actores con sus labios.

Por supuesto hay una música de fondo que está basada en intertextualidades de películas como la canción de la carrera o maratón que nos recuerda a un Jim Carrey en El Grinch que robó la navidad o la película Flash dance que seguramente causó más impacto a los de la generación de los 80, película que además es una metáfora del éxito de un artista en el escenario.

Y ya para terminar de echar mis flores a los cuatro actores diré que la obra no hubiera estado completa sino hubiera contado con la participación del público al que se acudía para hacerle preguntas, para hacerlo participe de las bromas, para abrazarlo y, en suma, para reír con cada bufonada de los actores. Un espejo donde el histrionismo le devuelve la inocencia a la sociedad corrompida de tanta basura. Una obra refrescante que es un linimento para el alma. Una obra que propone la armonía y la paz. Propone la alegría a través de a alegría ni no a través de la violencia.

Parafraseando a la actriz que decía que ya no tenía insultos, todos deberíamos depurar el alma al ver esta obra depurando el corazón de malas palabra e insultos. Debemos buscar el niño que hay en nosotros y la locura que hay en el mundo. La locura buena o como diría Erasmo de Rotterdam haciendo como estos actores clown: Un elogio de la locura en el mundo.

 

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