David Crespo Gastelú, El pintor en busca de su identidad

A la edad de 24 años David Crespo Gastelú (1901-1947) emprendió su labor artística como caricaturista y posteriormente ilustrador de libros, revistas y periódicos. El crítico de arte Rigoberto Villarroel Claure...

David Crespo Gastelú, El pintor en busca de su identidad

David Crespo Gastelú, El pintor en busca de su identidad

ZÁRATE EN BREVE

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    Freddy Zárate
    Puño y Letra / 10/07/2017 01:18

    A la edad de 24 años David Crespo Gastelú (1901-1947) emprendió su labor artística como caricaturista y posteriormente ilustrador de libros, revistas y periódicos. El crítico de arte Rigoberto Villarroel Claure indica que después de esta etapa de dibujante pasó a pintar el escenario indígena: “Desde su primera exposición pictórica hecha en 1931 se inclinó Crespo Gastelú a la pintura decorativa. Su pincel no busco la expresión humana en la faz autóctona, sino se inclinó en reflejar sus costumbres, las estampas colectivas, actitudes en masa, escenas rurales”. Pero toda su labor de caricaturitas y pintor es de un autodidacta artístico. La falta de escuela le permitió reflejar sinceridad, sensibilidad, ternura y calor, afirma el estudioso de arte Carlos Salazar Mostajo. Con respecto a su contribución a la estética telúrica del Ande es considerado por la crítica artística “tan creador de esa tendencia como Cecilio Guzmán de Rojas”. En tal sentido, ocupa el sitial de cofundador del indianismo estético en Bolivia.

    Las representaciones artísticas de David Crespo Gastelú están cargadas de un “realismo sentido”. El artista no se conformó únicamente en retratar el altiplano sino fue el más comprometido con el sector indio. Tal fue su entusiasmo que sintió la imperiosa necesidad de identificarse en plenitud con el paisaje y los personajes del altiplano: “Comiendo de su comida y vistiendo la ropa, para mirar el problema desde adentro, tratando de ser él mismo un indio, para que su pintura no fuera indianista ni indigenista, sino una pintura de indio”. La mirada de Crespo Gastelú tuvo la finalidad de manifestar la esencia natural de “la carne india”, “la tosquedad de su anatomía”, “la aspereza de su piel” y “lo basto de sus vestiduras”, los trabajos pictóricos de Crespo Gastelú trataron de escapar de la idealización estética del altiplano. Sobre este aspecto, el escritor Fernando Diez de Medina afirma que la representación del indio “se moviliza sobre la altiplanicie, cerrado en su hosca realidad, constituyendo el motivo gasteliano”. El espíritu de la tierra y el alma de su poblador –afirma Diez de Medina– son sagazmente expresados por la concentrada observación, por el fino análisis objetivo, por la sobria síntesis de espíritu que Crespo Gastelú elaboró para poner en movimiento una singular comarca andina. Igualmente, Salazar Mostajo declaró que “el indio según la acuarela de Crespo Gastelú no trata de desplazarse con elegancia y señorío sino esta figurada por tener piernas cortas y macizas, muslos poderosos, curvaturas pronunciadas y nudosas”. La contemplación artística de la mujer del altiplano muestra caderas anchas, el busto amplio y generoso, sin sensualidad. Es una mirada diferente a la estética telúrica de Cecilio Guzmán de Rojas.

    El estudioso de arte Rigoberto Villarroel indica que Crespo Gastelú “tiene la calidad artística y novedosa que no pasaron desapercibidas en la exposición realizada el año de 1935”. Los pinceles del artista se inclinaron en manifestar las distintas ferias indígenas, los motivos religiosos, las calles de Tiwanacu y el enigmático lago Titicaca; todos estos matices autóctonos hicieron que las acuarelas de Crespo Gastelú se vuelvan escenografías con un acento apegado a la tierra altiplánica que sintetizaran otra forma de ver el telurismo artístico: “Pintaba sus cuadros con la emoción, el cariño y el atildamiento con que el hijo más amante retrata a su madre. Amaba tanto el altiplano que ni la crudeza del invierno ni el sol candente lo amedrentaban. Impasible y absorto en su trabajo, nunca sintió los ramalazos del viento que azotaba la desnudes de Tiwanacu ni le importaba tostarse en la fragua de las tardes sin sombra de las cumbres de Copacabana”, relata la compañera de vida Gloria Serrano.

    El contexto sociopolítico de Bolivia en la década de los años treinta estuvo marcado por la contienda bélica con el Paraguay (1932-1935). Cabe resaltar que en esos años de guerra la vida cotidiana en Bolivia no estuvo enfocada en seguir de cerca todo el acontecer bélico sino el quehacer cultural continúo con su propia dinámica. El artista David Crespo Gastelú y la profesora normalista Gloria Serrano lograron publicar el libro Jirones Kollavinos (Escuela Tipográfica Salesiana, La Paz, 1933). En la introducción del libro, los autores manifiestan devotamente las motivaciones con las que fueron inspirados: “Enamorados de la augusta belleza de la Altipampa, hemos peregrinado con unción mística por sus campos, maravillados ante la majestuosa lejanía de las cumbres, la austera sublimidad de su llanura y el silencio agreste de sus horas (…). Los apacibles pueblitos kollavinos permanecen inalterables ante el desgranar de los años, avaros de su tristeza y miseria, reacios para renovarse, contagiados de la invariabilidad milenaria de los cerros que los protegen (…). Preciso es vivir es vivir en el abandono soledoso de estos pueblos para conocer la existencia de sus habitantes, la monotonía de sus horas largas que se yergue en todas sus comarcas”.

    El libro contiene 14 panoramas donde relucen paisajes y personajes del altiplano. La parte artística fue plasmada por David Crespo Gastelú y la sección literaria fue realizada por Gloria Serrano. Los títulos de cada escrito y los motivos estéticos son de raigambre autóctona: Domingo en chiyar - jake; Taika milluchiri; Pascana; Viernes Santo; La Sawari; Las tres cruces; Tiawanaku; Venta de Karachis; Capilla del silencio; Venta de yurus; Jueves del Achachila; Kallapu y Cruz de mayo. El libro Jirones Kollavinos tuvo una escasa recepción académica. La Guerra del Chaco opaco este aporte artístico literario. Terminada la contienda bélica con el Paraguay la temática literaria y artística que se impuso en Bolivia fue el de rememorar y cuestionar los años de guerra dando lugar a los partidos políticos de raigambre nacionalistas y socialistas.

    En el año de 1945 el gobierno boliviano le otorgó a David Crespo Gastelú una beca de estudio en la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova” de Buenos Aires para estudiar muralismo. Después de permanecer año y medio retornó a Bolivia para continuar con su faena artística. A poco tiempo fue nombrado Director de la Escuela de Bellas Artes de Sucre. Llegando a trasladarse a la ciudad de los cuatro nombres para cumplir la labor encomendada. Pero su delicada salud hizo que se internara en el Hospital Santa Bárbara. Tras varios días de agonía murió el 17 de abril de 1947. Según el testimonio de la esposa Gloria Serrano, el acuarelista terminó sus días en total abandono: “Jamás imaginamos semejante pobreza. Metido en un cuarto sombrío y húmedo, cuya sola vista habría abatido al más sano y fuerte”. Trágico final para el artista que terminó desplazado y olvidado por la coyuntura de su época.

    ZÁRATE EN BREVE

    Freddy Zárate (La Paz, Bolivia, 1980). Es licenciado en Derecho por la Universidad Mayor de San Andrés. Actualmente es funcionario administrativo en la Carrera de Derecho de la UMSA. Columnista de los periódicos; Los Tiempos de Cochabamba, El Día de Santa Cruz, El Potosí de Potosí, Correo del Sur de Sucre, Página Siete y La Razón de La Paz. Tiene publicados varios ensayos relacionados con la historia de las ideas en Bolivia.

    Entre ellos se puede mencionar La gloria efímera del escritor Daniel Pérez Velasco; El ocaso del viejo soldado (Tristán Marof); Las representaciones mitológicas del Diablo; Alcoholatum... y otros escritos marginales: ¿amarillismo turístico? (crítica a la obra de Víctor Hugo Viscarra); La retórica de la profundidad como quimera seductora (crítica a Jaime Saenz), La vertiente literaria marginal a través de Claudio Cortez, La visión chueca sobre Alcides Arguedas: De intelectual respetado a enemigo de la patria.

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