Gaviria, un poeta entre nosotros

Víctor Gaviria está atrasado. La conferencia que dará en la Casa de la Libertad estaba anunciada para las 10:00 y casi va a dar la y media. No hay mucha gente. Humberto Mancilla me dice que no hay apuro.


Alex Aillón Valverde
Puño y Letra / 21/08/2017 06:25

Víctor Gaviria está atrasado. La conferencia que dará en la Casa de la Libertad estaba anunciada para las 10:00 y casi va a dar la y media. No hay mucha gente. Humberto Mancilla me dice que no hay apuro. Han estado muy ajetreados. Los tienen viendo películas mañana tarde y noche como miembros del jurado del Festival de Cine y Derechos Humanos que estos días se realiza en Sucre.

Así que el director de películas memorables para el registro de la sensibilidad latinoamericana, como “La vendedora de rosas” y “Rodrigo D”, ha estado caminando por la Capital de Bolivia y casi nadie sabe o se ha percatado que, además de dirigir y hacer cine, Gaviria viene del mundo de la poesía, mundo que ya le ha reconocido su valor no solo dentro del campo de la literatura colombiana, sino latinoamericana.

“Lo que pasa es que a mi este asunto del cine a nublado mi obra poética. Pocos saben que escribo poesía y que es de donde provengo”, nos dice, un tanto asombrado, cuando lo abordamos y le pedimos que pueda compartir unas lecturas con nosotros, para que la gente de aquí tenga la oportunidad de escucharlo y conocer ese lado suyo, tan importante.

En su conferencia, Gaviria habla sobre lo que él llama la búsqueda del “actor natural”, ese actor que no es actor, pero que domina el universo de sus películas, porque sus películas siempre se refieren a un universo determinado: ese “diálogo amoroso, interesado y largo con la realidad”, de la cual sus actores provienen.

Cronista del “no futuro”, la violencia y la exclusión, Gaviria da una lección del tipo de cine que hace y le interesa, un cine que nos enseñó a ver la Colombia de adeveras, la Colombia de las barriadas, la Colombia capaz de las mayores ternuras y de las más terribles monstruosidades.

Pues bien, su poesía es como su cine. Sus poemas son como pequeñas historias, guiones, de los cuales se desprenden imágenes sencillas pero poderosas del mundo.

Todo remite a la tristeza, la soledad y la fuerza que rodean a sus personajes que a un tiempo puede ser su gente amada (Mi hermana regresa de Chicago), personajes de pueblo (Parábola de los dos hermanos), protagonistas de circo (El hombre de hierro), en fin, el vasto universo de la condición humana, pero jamás desprendida de una razón tan latinoamericana y colombiana.

Gaviria tuvo el desprendimiento de leer en La Quimba (un café de la ciudad), a la noche siguiente, junto a un grupo de poetas chuquisaqueños entre los que se encontraban mi amigo Gabriel Salinas y el realizador Omar Alarcón. Charló con la gente. Tomó un par de cervezas. Se divirtió. Se fotografió conmigo y con un perro callejero que bautizamos como Hendrix. Y se marchó. Calle abajo. En la madrugada. Con la Catedral de fondo. Rumbo a su hotel en el corazón tan negro de esta ciudad tan blanca.

 

Etiquetas:
  • Gaviria
  • poeta
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor