Alicia y su viaje iniciático

Conversamos con la ganadora del Premio Nacional de Novela de este año, Camila Urioste. En esta charla nos habla de los caminos de su obra, de su naturaleza y de su relación con otras disciplinas artísticas que la...

Alicia y su viaje iniciático

Alicia y su viaje iniciático

Camila Urioste en breve

Camila Urioste en breve

Camila Urioste, escribir en estos tiempos

Camila Urioste, escribir en estos tiempos


    Puño y letra
    Puño y Letra / 27/11/2017 06:04

    Conversamos con la ganadora del Premio Nacional de Novela de este año, Camila Urioste. En esta charla nos habla de los caminos de su obra, de su naturaleza y de su relación con otras disciplinas artísticas que la conforman. También les ofrecemos un fragmento de la obra vencedora: Soundtrack.

    — ¿De qué manera se materializó la idea de Soundtrack, como se fue haciendo la novela?

    Fue un proceso que comenzó en diciembre del año pasado, con la escritura de un texto que no sabía en qué iba a desembocar. Tenía la estructura, que es la de un glosario en que se definen palabras relacionadas a la biografía de un personaje, Alicia. Comencé a escribir y la escritura fue cobrando más y más espacio, me exigía continuar, lo cual es interesante porque antes, cuando había intentado escribir novelas, llegaba un momento por la página 20 en que no podía seguir, me estancaba. A veces pienso mucho, creo que ese es el problema. Con este material no me preguntaba a dónde iba, cuál sería el “producto final”. De pronto tenía 50 páginas y necesitaba seguir escribiendo, entonces encontré una historia, una trama, y seguí escribiendo. Cuando tenía un primer borrador, volví a leer lo que había escrito y descubrí que el material estaba atravesado por la música, que esa era el hilo conductor real de lo que, ahora entendía, era una novela. Entonces el segundo borrador lo escribí ya con eso en mente, y así se consolidó la trama y la textura de la novela. Fue un proceso muy lúdico que disfruté mucho, y espero que eso se refleje en la novela y que los lectores y lectoras tengan una experiencia también lúdica y envolvente.

    — La poesía, la dramaturgia y, ahora, la novela. Cómo juegan estos tres espacios. Cómo se interrelacionan en tu vida como creadora.

    Cada género es una energía distinta, con tiempos distintos y maneras diferentes de llegar al lector/espectador. También he trabajado en los últimos dos años en guiones de audiovisual, y cada proceso es enriquecedor. La poesía es como el centro del mandala, el lugar desde el cual irradia todo lo demás. Lo primero que escribí fue poesía, desde niña, y la poesía atraviesa todo lo demás irremediablemente. Mis procesos en poesía son largos y pausados, y a veces la poesía encuentra un cauce en otros géneros para fluir. La dramaturgia es especial porque permite que la escritura cobre vida, respire y encarne en el espacio y los cuerpos vivos de actores. Generalmente escribo dramaturgia en procesos cortos e intensos, y la experiencia de observar al público mientras ve la obra es única. También disfruto el proceso social que es el teatro, me permite relacionarme con otras personas en el proceso de montaje, y dado que la escritura es tan solitaria, es un cambio bienvenido. Lo mismo sucede con los guiones de audiovisual, solo que en ellos, el proceso de escritura en sí es colaborativo, y las historias que se cuentan son mucho más alejadas de mi mundo interior, que es otro cambio bienvenido. Por último, la novela fue un proceso que nunca antes había vivido, intenso pero largo, solitario. Me emociona mucho el pronto encuentro entre ese texto y los lectores. No sé muy bien qué esperar, es intrigante.

    — ¿Alicia es la misma que ganó el Premio Nacional de Poesía? De dónde proviene el personaje, cómo ha ido mutando, creciendo, hasta ser parte de esta obra.

    Alicia no es un personaje… al menos no en el sentido estricto de la palabra. No es una identidad. Alicia significa para mí una persona que se embarca en un viaje iniciático, como lo hacían antiguamente las adolescentes, ingresando al bosque niñas para emerger convertidas en mujeres. Eso es lo que evoca en mí ese nombre. Es la mujer que se adentra en lo desconocido, dispuesta a explorar, a conocer, a perderse. Por eso vuelvo a ese nombre una y otra vez en personajes distintos, pero unidos por estos rasgos de descubrimiento, de exploración del mundo subterráneo del alma de las mujeres para emerger del otro lado sin respuestas, pero con la experiencia vivida. Alicia me permite explorar el amor, la maternidad, la muerte, la soledad, el olvido, la memoria, la infancia, todo desde ese lugar de rito inicial.

    — Cómo sientes que has crecido tú como artista y creadora. Por donde te están llevando los caminos de tu arte.

    No se puede separar el crecimiento personal del crecimiento artístico, y como persona he crecido mucho desde el 2005 cuando gané el premio de poesía. Tenía solo 25 años y era particularmente inmadura. Desde entonces puedo decir que he encontrado mi voz. Mi voz literaria, y mi voz, mi identidad, una seguridad en mí misma que no tenía antes, que se construye todavía, y que es menos frágil. Sigo explorando con los distintos géneros de escritura, disfrutando de cada uno y busco seguir creciendo, buscando espacios de formación y profundizando en los aprendizajes espirituales para que ellos también impregnen mi escritura.

    — Estuviste por Sucre dando un taller de escritura. Disfrutas enseñando, qué ves en las nuevas generaciones dedicadas al arte de la escritura.

    Me gusta mucho trabajar con jóvenes y disfruté enormemente el trabajo con los maravillosos artistas emergentes que tomaron el taller. Me mueve mucho estar involucrada en ese momento en la vida de los jóvenes en que comienzan a explorar con la escritura, en que están todavía buscando su voz, animándose a escribir y compartir su trabajo con otras personas. Es un privilegio ser parte de esa búsqueda y poder compartir con ellos mi experiencia, mis preguntas. No sabría decir qué veo en las nuevas generaciones… es muy pronto y no tengo una visión tan amplia. Pero lo que quisiera ver es un borrarse de las fronteras entre géneros, que ya no se pregunten si están escribiendo novela o cuento o poesía o teatro, si es comedia o tragedia o drama, que simplemente le vuelen el tejado a la casa del lenguaje, como diría Alejandra Pizarnik.

    A (fragmento de Soundtrak)

    ABANDONO Elegimos hacerlo de la manera difícil. Es decir, de frente. Llueve. Por fin llueve. Llueve como cuando en La Paz decide llover; como si una represa se hubiese reventado en el cielo, el agua desciende inagotable y el sonido es un estruendo sostenido en re. Hay que decir adiós. Tomas tus cosas y te vas. Nada más simple. Te abro la puerta y me hago a un lado para permitirte el paso. De la radio del living suena Radiohead. Exit music for a film.

    Perfecto.

    Sales caminando despacio, sin paraguas ni apuro, con ese abandono solo tuyo y te alejas sin voltear, sin voltear, sin voltear hasta desaparecer en la esquina. Me quedo en el umbral de la puerta con los zapatos mojados, mirándote desaparecer. Gastados y blandos, mis zapatos. Enciendo un cigarrillo detrás de la mano. Exhalo en el rostro de la lluvia.

    Alguien que nos viera de lejos creería que no tenemos respeto por el clima ni por el adiós. En realidad mi cigarrillo y tu andar son un tributo a nuestro amor y al agua.

    ABAROA, PLAZA Tenemos nueve años. A los nueve años en la Plaza Abaroa espantamos un rato a las palomas hasta que las vendedoras de comida de palomas nos gritan ¡están espantando a las palomas! Me espantan las vendedoras, me espanta su rabia, nos alejamos caminando hasta llegar al monumento: Abaroa encima del puente, a punto de morir, siempre a punto de morir. En la pendiente del monumento, varias placas de instituciones estatales y ciudadanas se adhieren al reclamo inalienable del mar (ver MAR).

    ¿Trepamos?

    Me miras con tus ojos oscuros, tu sonrisa de duende delincuente. De pronto estoy consciente de cada centímetro cúbico de mi cuerpo blando, del peso de mis muslos gruesos. Tú ya estás trepando. Usas las placas de peldaños, pareces una lagartija con tus miembros veloces y articulaciones elásticas. Trepo. Te veo subir, llegar arriba. Si tú lo has hecho, yo puedo, eso pienso mientras resbalo y mi falda se engancha en un clavo. Desengancho mi falda, miro arriba y trepo, meto los pies entre las placas y el cemento, arruino mis zapatos, meto los dedos en toda hendidura, aprieto los dientes, estiro los brazos, no paro hasta llegar a tu mano extendida. Me jalas. Estoy arriba.

    Estamos arriba, a espaldas de Abaroa. Nos sentamos, mirando lejos las copas de los árboles, y más allá los edificios y detrás de los edificios los cerros y detrás el cielo, nuestros pies colgando en el vacío. Nueve metros hasta abajo. No es broma. Casi me arrancas el brazo, dices. Siento una ola de culpa que empieza en mi panza y desaparece en mi garganta cuando te veo reír con tu maldad de niño.

    Me río contigo, aliviada.

    ABUELO Ver HARMÓNICA.

    AGUA Tengo treinta y seis años. Octubre. Los tomates que he plantado languidecen, las nubes oscuras vinieron y se fueron persuadidas por el viento o por la angustia, el cielo es tan azul que está a punto de quebrarse. De madrugada las paredes empiezan a crujir y sé que han dado agua, que hoy nos toca. Corro al baño, abro las pilas: hay agua. Me doy una ducha y permanezco bajo el flujo hirviendo unos minutos más de los 10 aconsejados.

    Veinte minutos. Voy a destruir el planeta.

    Me tumbo en la cama, envuelta en la toalla. Los niños duermen. Hay que despertarlos. Amanece, el sol empieza a dibujar el polvo en el aire. Solo unos minutos. Hay que lavar. Hay que bañar a los niños. Hay agua. Hoy nos toca.

    Solo un minuto más. Ver SEQUÍA.

    ALMA La parte sensible del cuerpo, similar a la piel; elástica, igualmente propensa a ser penetrada, a expandirse, humedecerse como una membrana, a ser perforada, secarse, hacerse dura. Sangra. Sana.

    AMARILLO El color del líquido que sale de una bolsa plástica de esas de hospital que están conectadas a los pacientes por medio de tubos transparentes; el color del líquido que sale de una de esas bolsas cuando mi papá cae al suelo, convulsionando y sin poder respirar. El color espeso que se derramó en el suelo blanco de ese cuarto de hospital y que se derrama, todavía amarillo, en mis sueños.

    ANHELO Deseo tocado por la distancia. Longing, en inglés, que en esa traducción revela la clave de la palabra: largo, lejos. No puedo anhelar lo asequible. El deseo se convierte en anhelo por arte de la distancia. Es por la H. La h en anhelo genera una distancia muda entre la n y la e, una pausa en la palabra, la clave de su esencia. Anhelo es un deseo con h, un deseo mudo, amordazado. El anhelo, dicen, es más antiguo que el amor.

    ANTES Período anterior a los sucesos desencadenados por la búsqueda de tres paquetes de galletas en una parrillada a principios de enero del 2016. El período comprendido entre el momento del fruto inasequible (ver COLUMPIO) hasta ese episodio de las galletas treinta años después, cuando era fácil fingir demencia, hacer la vista gorda, olvidar enseguida, tragar, dejar pasar.

    APOCALIPSTICK Término acuñado la madrugada del diecisiete de enero (ver DIESISIETE DE ENERO) para describir ese momento de la madrugada cuando encuentras el último cigarrillo en una cajetilla detrás de un mueble y somos tres, y el Lobo ha sacado de su refrigerador la última lata de cerveza (y está justo a la temperatura perfecta y él repite esto y vuelve una y otra vez a su asombro por lo perfecto de la temperatura de esa última lata de cerveza ) y los tres bebemos de ella y se acaba, se acaba y está por amanecer pero hay algo en el ambiente, una música, un hablar en voz baja y no me quiero ir y no te quieres ir y el Lobo sonríe, tan dueño de sí mismo.

    ASOMBRO En su libro Una breve historia del tiempo, Stephen Hawking escribe que la tasa de expansión del universo al momento del Big Bang es uno de los factores que permitieron que se formara la vida en la tierra. Al momento de la explosión, el radio del universo se multiplicó por un millón millón millón millón de millones (un uno con treinta ceros) en una fracción de segundo.

    Si un segundo luego del Big Bang la tasa de expansión del universo hubiese sido más pequeña de lo que fue, siquiera por una parte en cien mil millonésimos, el universo se hubiera vuelto a contraer mucho antes de llegar a su tamaño actual. Para el planeta tierra, para la raza humana, una parte en cien mil millonésimos de un millón millón millón millón de millones es la diferencia entre la existencia y la nada.

    Estamos vivos de milagro, Martín. No un milagro que viene de un Dios, de una conciencia, un destino o una decisión divina. Hablo del milagro de que esa tasa de expansión haya sido exactamente la que fue y no otra, permitiendo que la materia se alejara tan velozmente que la fuerza de la gravedad no pudiera hacer nada para evitarlo, que se impusiera la inercia por encima de la gravedad y que entonces la materia se enfriara lo suficiente para dar forma a estrellas y planetas y una cosa llevara a la otra y de pronto estuviera el sol (a la distancia perfecta del planeta Tierra) y que en la Tierra se hiciera la bacteria y la hoja y el pelo y el pétalo y los dientes y las patas y raíces y eventualmente el pasto, y que en un trozo de pasto en particular hubiera un columpio (ver COLUMPIO) y dos niños se sentaran sin mirarse, una leve tensión milenaria entre los átomos del cuerpo de ella y las partículas del cuerpo de él, una tensión entre la tendencia a expandirse y la atracción de la gravedad, y que de pronto el fruto de un árbol (hay árboles) les llamara la atención y en ese instante un estallido silencioso diera a luz esta historia.

    Camila Urioste en breve

    Camila Urioste es escritora nacida en La Paz. Entre 2002 y 2006 publicó una columna de opinión en el periódico La Prensa, llamada Las Peras del Olmo. El 2005 ganó el Premio Nacional de Poesía con su libro, Diario de Alicia. Su segundo libro de poemas, Caracol, fue publicado por Plural Editores el 2014. Como dramaturga, ha escrito varias obras de teatro llevadas a escena por directores Como Fernando Arce, Cristian Mercado y Antonio Torres, participando de festivales nacionales e internacionales. Su obra El Pacto ganó los premios Premio Peter Travesí y Abaroa al mejor texto dramático el 2015. Sus obras El Espejo y 9 Minutos se presentaron en Buenos Aires y Budapest, respectivamente, en el marco del proyecto internacional Long Distance Affair el 2013 y 2014. Sus obras El Crimen, El Pacto y El Cuerpo se publicaron en un solo tomo por la Secretaría de Cultura de Cochabamba el 2015. Su primer cuento, El Péndulo, se publicó en la revista cultural Kana el 2016.  

    Camila Urioste, escribir en estos tiempos

    La era de la tecnología lo que ha hecho es distorsionar los conceptos y las vivencias de la presencia, la ausencia y la distancia. Para mí, escribir siempre ha sido una manera de moldear, romper y lidiar con estos conceptos. La distancia ha generado más textos míos que cualquier otra cosa. Las nociones de la presencia ausente y la ausencia poblada, que son tan comunes hoy en día con el Skype y el Whatsaap y el Facebook me siguen generando preguntas que respondo escribiendo. Escribir, dice Stephen King, es nada más y nada menos que un acto de telepatía. Es que yo esté pensando estas respuestas en un día y a una hora, y que tú las estés leyendo en otro tiempo y otro espacio. La telepatía anula el tiempo, moldea la distancia, puebla la ausencia. Y eso es literatura y es por eso que es urgente e imprescindible, sobre todo en esta era de la tecnología.

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