Centenario de páginas bárbaras
El investigador Gonzalo Molina Echeverría, nos envía una nota preliminar para acompañar un extracto de la introducción del libro Páginas Bárbaras de Jaime Mendoza, que cumplió el 2017, cien años de su publicación.
Este 2017 se cumple el centenario de una de las obras emblemáticas del ilustre escritor Jaime Mendoza: Páginas bárbaras; novela. 2 vols. La Paz: Arnó Hermanos Libreros Editores, 1917.
v. 1, Dos, XX, 1-220 p.; v. 2, Dos, 2-436 p. Fotografías del autor y de escenas y tipos regionales.
Al final va una lista de “Términos indígenas empleados en este libro”.
La liquidación de Arnó Hermanos por la edición está fechada en La Paz el 10 de diciembre de 1917.
En la “Introducción” (p. I-XX) Jaime Mendoza resume la situación socioeconómica y geopolítica del Territorio Nacional de Colonias (Noroeste) a comienzos del siglo XX. En esta ocasión presentamos un extracto.
En la novela se podría decir que Jaime Mendoza se identifica con el principal protagonista Jorge Verdugo, médico joven y disconforme, venido a la región de la goma elástica de Bolivia con una expedición militar contra el Brasil, acaba por desengañarse de la civilización en medio del drama que viven los soldados y los siringueros (trabajadores de aquella industria) en el escenario de la selva amazónica, y se interna en ella para juntarse a una tribu de bárbaros.
Una segunda edición se publicó por el Gobierno Municipal de Sucre el año 1998. Referenciamos que anticipadamente Jaime Mendoza había publicado fragmentos o partes de este libro:
-“Páginas Bárbaras. Cuentos”. Mundial. Magazine, vol. 2, N° 11 (París, marzo, 1912), p. 451-455.
-“Páginas Bárbaras. (Fragmento de un libro inédito de Jaime Mendoza)”. El Norte. La Paz, 20 y 21 de junio de 1913.
-“Páginas Bárbaras. (Fragmento de un libro inédito)”. La Mañana. Sucre, 3 y 4 de julio de 1913; 14 de abril de 1914.
Jaime Mendoza González (Sucre, 25 julio 1874-29 enero 1939). Médico y escritor. Cultivó la poesía, la novela, el cuento, el ensayo; como médico, escritor y periodista, escribió una variedad de temas sobre medicina, literatura, historia, geopolítica, geografía, política internacional, educación, sociedad, costumbres, etc. Fue profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Francisco Xavier (1916-1929), Rector USFX (1930), Senador (1931-1936).
Entre sus obras, destacan: En las Tierras del Potosí (novela, 1911), Páginas Bárbaras (novela, 1917), La Universidad de Charcas y la idea revolucionaria. Ensayo histórico (1924), El factor geográfico en la nacionalidad boliviana (1925), La tragedia del Chaco (estudio 1933), El Macizo Boliviano (ensayo 1935), Voces de antaño (1938).
En 1902 recién titulado de médico de la Universidad de San Francisco Xavier, Jaime Mendoza se incorporó voluntariamente a un compañía militar en el Acre (Batallón Murillo), escenario del conflicto boliviano-brasileño. Allí prestó sus servicios en favor de la salubridad de soldados y siringueros (trabajadores de la goma) y se originan los materiales para su novela Páginas Bárbaras. Junto a En las Tierras del Potosí (1911), ambas obras se constituyen en pioneras de la literatura social del continente.
Su irrenunciable compromiso con los desposeídos y su preocupación por las condiciones de vida y de trabajo en la explotación de la siringa (goma elástica) se expresó en su conferencia “Por los obreros”. En ella, renovó su experiencia en las remotas comarcas del noroeste boliviano, con estas palabras:
“He sido testigo presencial en las cosas que afirmo, y aun algunas veces actor. He estado en la cueva del minero y bajo el árbol del gomero. He sido compañero de ellos. He compartido muchas veces su pan. He tenido parte en sus placeres y penas. He penetrado o he creído por lo menos penetrar en las profundidades de esos cerebros. He sido, en fin, su amigo”.
Con Páginas bárbaras, en pensamiento y acción, llama la atención -que mantiene vigencia actual- sobre aquel entonces y recóndito Territorio Nacional de Colonias, relegado y olvidado.
INTRODUCCIÓN (extracto)
Jaime Mendoza
Sucre, 1917
Entre la gran variedad de territorios que constituyen a Bolivia uno de los más dignos de estudio es el llamado Territorio Nacional de Colonias. Esta región, que después de los últimos tratados con el Brasil y el Perú se han achicado muchísimo, no es sino la continuación del gran sistema de bosques extendido desde los ríos Madidi, Madre de Dios y Beni hasta las fronteras brasileñas y peruanas, cubriendo un área de más de 200.000 kilómetros cuadrados.
Semejante bosque está aún inexplorado en una extensión considerable, y no obstante hallarse dotado de inapreciables recursos para la vida humana es una de las zonas más despobladas y atrasadas del país.
En Bolivia pasa el curioso fenómeno de que precisamente las tierras más extensas, ricas y fecundas en todo género de producciones yacen todavía inhabitadas, al paso que la parte menos extensa y más inhospitalaria por sus condiciones físicas, como son la tierra y el altiplano andinos, han concentrado en sí la mayor suma de poder y actividad de la República. Basta dar una ojeada al mapa para convencerse de esto. Allí se ve gráficamente cómo en el altiplano y derredor de él se han desparramado las poblaciones, mientras que en las dilatadas regiones del norte, oriente y sudeste se ven claros enormes denunciando que allí el hombre civilizado apenas ha dejado las huellas de un paso.
Naturalmente ese fenómeno se explica por la proximidad de la altiplanicie al mar porque en ella se halla el principal núcleo de las minas. Bolivia se encuentra actualmente en pleno periodo minero. Dotada de riquezas metalíferas incalculables, hoy sigue aún por el camino del Coloniaje. Sus hijos se consagran al trabajo de las minas con el mismo ardor que lo hacían antaño los conquistadores españoles. Pero cabe decir que este exclusivismo y este afán ya no durarán mucho tiempo. Las minas constituyen sólo uno de los recursos naturales más ricos del país, sin que por eso deba creerse, como creen muchos, que en ellas exclusivamente se cifra el porvenir nacional.
Pero Bolivia posee también tierras magníficas, aptas para toda clase de producciones. Su Territorio de Colonias, sus llanuras orientales, su Gran Chaco, son otros tantos emporios vegetales donde hoy mismo, sin el trabajo humano y nada más que por la acción de la Naturaleza, se dan productos innúmero que se desperdician toda vez que no hay quien los aproveche.
Después de las minas una de las pocas industrias que ha dado algún provecho al flaco erario boliviano ha sido la de la goma elástica. Es así cómo apareció el Territorio de Colonias en el mapa del país. El Territorio de Colonias es, en efecto, la región clásica de la goma elástica, como la sierra y el altiplano son de las minas. Fuera de la goma no se aprovecha allí ninguna de las demás ingentes riquezas de que está colmado, y es posible que sin ella permanecería aún desconocido e inhollado. La goma ha sido el mágico talismán que ha esparcido allí a gentes de diversas partes del mundo; que ha hecho brotar como por arte de encantamiento las barracas en las márgenes de los ríos; que ha convertido a los salvajes en civilizados y a los civilizados en salvajes; que ha suscitado tragedias terribles, aventuras de leyenda. El mismo conflicto entre Bolivia y el Brasil ha sido originado por la goma. El Brasil quiso tragarse la región gomera más rica de Bolivia y lo ha hecho. Esa es la verdad. Sin la goma es seguro que esa lejana región permanecería aún desconocida e indisputada. Es más: hoy mismo, si la industria gomera muriese, morirían allí toda actividad y todo progreso, y nada raro sería que esa región volviese a barbarizarse.
El Territorio de Colonias ocupa todo el noroeste de Bolivia. Su configuración, como ya hemos dicho, es la de un solo bosque, el bosque real, como allí se llama. Es el término opuesto de esa otra región enorme sin árboles que es el altiplano. He aquí dos de los más grandes contrastes entre los muchos que ofrece el variado suelo de Bolivia. Dos inmensidades extrañas, grandiosas, imponentes, aunque monótonas como todo lo que es desmesuradamente grande y uniforme.
El altiplano, una llanura a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar, con fríos que llegan a 30° bajo cero, sin más que una vegetación reducida a trechos, amurallada por un marco de piedra y nieve, torva, implacablemente hostil, que no ofrece al hombre otro lecho que la pampa desnuda y pétrea abierta a todos los vientos, ni más techo que el domo inmensurable de un cielo de sorprendente belleza glacial. El bosque real, una llanura también, más cubierta de una vegetación gigantesca que edifica magníficos palacios bajo cuyas galerías verdes se puede caminar meses enteros sin salir a plena luz; región admirablemente rica, poblada, si no de hombres, de otros infinitos seres desde el microbio al antropoide; con calores que llegan hasta 40° sobre cero; pródiga hasta el derroche de los dones de su selo inagotable. Ciertos puntos del altiplano hacen pensar en la región polar; el Territorio de Colonias lleva la imaginación hacia el seno misterioso de África. El uno cansa por su austeridad; el otro por su derroche de vida. El uno es el imperio de la piedra; el otro es el imperio del árbol.
“El más amplio de los literatos”
José Antonio Arze, en 1938, dijo sobre Mendoza que es “el más amplio de los literatos de su generación en materia de opiniones sociales; y el escritor que, por otra parte, ha explotado con más realismo que ningún boliviano, con sentimiento apostólico que cualquier otro, el campo, literariamente casi virgen, de la vida de nuestras gentes oprimidas".
Jaime Mendoza en un momento de reflexión decía: "Se podría comparar el territorio boliviano con una gran fortaleza cuyos torreones se levantan en torno de la altiplanicie, pero cuyos pies llegan por un lado a mojarse en el mar, y por otro a apoyarse en las llanuras centrales del continente. / No es, pues, Bolivia un simple 'conglomerado'. Es, por el contrario, una admirable síntesis de factores físicos que hacen de su territorio un terreno apropiado para construir, con él, una gran nación".
(Diccionario cultural boliviano)
En las tierras de Potosí
Autor de cuatro novelas, inició su trayectoria con En las tierras de Potosí, publicado en Barcelona (España) en 1911, obra que trata precisamente sobre la vida y tragedias de aquel territorio esencialmente minero. Lleva un prólogo de Alcides Arguedas, quien en partes alega a favor del libro de Mendoza: “Lector… Está en tus manos uno de los mejores libros que se han escrito en mi tierra. /…/ de principio a fin he leído su obra, y, créeme, es, de entre las de mi tierra virgen y bravía, las más objetiva, la que hasta ahora, mejor da la sensación de la realidad, amorosa y piadosamente observada. / Los cuadros de esta novela, de un vigor y de un realismo no superados quizás en ninguna otra de escritor hispanoamericano, reproducen con aterradora exactitud ese medio de las minas, donde, abandonado por todas las justicias, el obrero, según frase de uno de los personajes de la novela, ‘rarísima ves llega a la vejez; pues muere, o por accidente del trabajo, o por el agotamiento gradual producido por el mismo’, y sin conocer grandes alegrías ni acariciar deleitosos ensueños. Los personajes, movidos por apetitos, se suceden unos a otros, vivos, reales, retratándose, sin quererlo, en sus diálogos de una precisión y realidad desconcertantes, en sus gestos vivamente trasuntados”.
(Diccionario cultural boliviano)