Tres preguntas para Micaela Mendoza
P. Áticos sonoros es una forma de encontrar equilibrio entre tu pasión por la música y la poesía. Cómo explicas este diálogo en tu obra. R. Tanto la música como la poesía son fuentes transversales en mi vida, que en...
P. Áticos sonoros es una forma de encontrar equilibrio entre tu pasión por la música y la poesía. Cómo explicas este diálogo en tu obra.
R. Tanto la música como la poesía son fuentes transversales en mi vida, que en Áticos sonoros se articulan como un lenguaje sensorial que comunica estados, emociones, significados y los sonoriza.
Lo sonoro, en este sentido, viene a ser un territorio donde se pueden desenvolver innumerables tramas y desde donde condenso los recursos poéticos que manejo en cada texto.
Ejemplificando esto de forma más personal, puedo aseverar que la banda sonora de mi mudanza a La Paz ha sido la prosa poética de Guillermo Bedregal que desde su murmullo frío, su latido de altura y polvo, su melodía de montaña me ha acompañado entre minibuses y laderas periurbanas a redescubrir la geografía y la mística del lugar donde nací, posesionando en mí otra forma de concebir el eco del verbo.
P. Cómo se fue gestando el libro. El conjunto que hace Áticos sonoros.
R. Áticos sonoros nace a partir de una temporada de autoexilio necesaria para una amplificación creativa, mediante la cual he podido reordenar ese desván interno artístico, que aún estaba cautivo esperando su propio parto, revolviendo telarañas de material viejo y dándole aliento a nuevas germinaciones como proceso de desempolvar los escondites íntimos y convertirlos en una propuesta temática.
Armar este libro para mí ha sido como abrir una caja de Pandora y encontrar bitácoras de viaje, material onírico, historias de ancestros, diarios de ciclos, peregrinajes de identidad, ritos cotidianos, posturas existenciales, donde todo estaba contenido por la sonoridad, esa es la razón por la que he seleccionado de este reservorio los textos poéticos que de alguna manera podían diseñar una fuente auditiva a través de su lectura o hacer hincapié en la exploración metalingüística dentro de sí mismos.
P. No publicaste desde el 2010 y ahora ganas el "Opera Prima". Cómo es tu proceso de escritura poética.
R. Concibo a la escritura como un rito alquímico, en el que primero van naciendo bocetos, imágenes, sensaciones, mensajes (el plomo) que luego se transfiguran en un continente o en una superficie poética que ya está dispuesta a ser pulida y transmutada a una forma específica (el oro).
Si bien han pasado ocho años desde la gestación de mi primer libro (“Lo mágico sombrío”), la poesía siempre ha sido cómplice de mis procesos y en ningún momento he dejado de escribir o de situarme en la vida de forma poética; ni de vincularme a espacios literarios y compartir tertulias, eventos, publicaciones. Simplemente deseaba explorar otras formas sensoriales de hacer poesía, de ahí viene la idea del disco Éter de Mandala (2016) que contiene una exploración cultural y espiritual de diversas melodías y también mis poemas musicalizados junto a Álvaro Dávalos.
A partir de esta experiencia y también de intervenciones poéticas dentro de la obra musical de otros artistas (como Sibah y Ruddy Franco), es que reconozco en mi poesía la posibilidad de darle una atmósfera con diversas vibraciones sonoras (llaves, cuencos, cártalos, campanas, chajchas, entonaciones, etc.) que jueguen con las palabras y presenten una propuesta no lineal sino propulsora de experiencias acústicas.
De igual manera me parece muy interesante que la Cámara del Libro de Santa Cruz haya designado precisamente este I premio como “Ópera prima” pues resuena de forma muy armónica con esta obra, e incluso me permite concebirla como una partitura verbal de nuevas revelaciones e interpelaciones que escribir (y volver voz lírica).
Micaela Mendoza Hägglund
Nacida el año 1981 en La Paz, boliviana-sueca. Poeta, psicóloga transpersonal, enlazadora de círculos de mujeres, Coordinadora nacional de la “Asociación boliviana de Musicoterapia” MUSAB. Publicó el libro "Lo mágico sombrío" el 2010 (Editorial Pasanaku). Parte del grupo literario “Letras Transgresoras” (Sucre). Ha participado en festivales y publicaciones de poesía nacionales e internacionales. Lanza el 2016 el disco musical (mantras y canciones de diversas culturas) y poético sonoro “Éter” de Mandala. Su libro “Áticos sonoros” (2018) es condecorado como I Premio Nacional de poesía “Ópera Prima” convocado por la Cámara del Libro de Santa Cruz.
Selección de poémas de Áticos sonoros
AFONÍA
Tu boca,
un despeñadero
en el que
las sílabas
saltan
como suicidas
errabundas.
Hay algo dentro
que no logra trepar.
Quizás
el tarareo
de un vértigo.
KHIPUS FONÉTICOS
El dialecto de los nudos,
desata el afán del enredo
en los verbos atragantados.
Khipus de leyendas,
enhebran el espacio destejido
de las urdimbres olvidadas.
Mientras que en la siguiente cuerda
las voces hacen macramé
con sus amarres antiguos.
CARDIOGRAMA
Soy taciturna,
íntima caminante
de palpitaciones ígneas.
Lato y gravito
formando una hélice,
de arriba / abajo
de abajo / arriba
Desenfrenado sístole
que emerge y grita.
Corazón aerostático
que se dilata explotando.
Afuera el sonido,
adentro el compás.
SOBREHUIR
Sobrevivirá
el murmullo
de lo inorgánico
cuando las palabras
hayan huido
del mundo.