Luis Miguel, como siempre

Un artículo sobre el regreso de Luis Miguel a partir de la serie de Netflix.

Luis Miguel, como siempre

Luis Miguel, como siempre

Los protagonistas de la serie

Los protagonistas de la serie


    Alex Aillón Valverde
    Puño y Letra / 25/06/2018 06:58

    Cuándo hace un par de años (ahora todo pasa tan rápido) supimos que Luis Miguel había suspendido algunas funciones en el Auditorio Nacional de México por estar en “mal estado físico” y que, además y encima, era buscado por la policía y por el boludo del Alejandro “Potrillo” Fernández, porque se encontraba en bancarrota y con un montón de deudas acumuladas, sentí lástima y me dije: “El mundo se acaba aquí.”

    No era normal, no era natural sentir pena o lástima por El Sol de México. La lástima es un sentimiento reservado para el resto de la especie humana, no para deidades como Luis Miguel, este güero pendejo que ha gobernado de manera casi absoluta las comarcas sentimentales de toda mi generación y de otras cuantas más.

    Claro que no es natural. Todos quienes crecimos de la mano de Luis Miguel siempre pensamos que El Sol la estaba pasando muy bien, cuando ahora nos vienen con la novedad de que, en realidad, la estaba pasando muy mal. ¿Por qué carajos no nos lo dijiste antes LuisMi? Te hubiéramos ayudado. ¡Ese cabrón de tu padre!

    Pero en este tiempo de extremas transparencias, hasta El Sol ha tenido que humanizarse y bajar de su constelación, de su olimpo repleto de yates lujosos, playas paradisíacas, mujeres hermosas y de silencio, contradictoriamente, de mucho silencio, totalmente bronceado, para decirnos que él también es humano, que él también sufre como nosotros, como el panadero de la esquina, como cualquier pinche mortal. Mierda, hasta ahora no puedo creerlo.

    Ver la serie de Netflix ha tenido su efecto para quienes hemos sido fans de Luis Miguel prácticamente toda la vida. Las primeras veces sin quererlo, en secreto, desde la clandestinidad (¡Qué tipo de maricón podías ser para que te gustara Luis Miguel en el colegio! ¡Per fever!), y otras queriéndolo, asumiendo ya de viejos, que El Sol es parte fundamental de nuestra vida, de nuestra educación sentimental, que nos enamoramos, amamos y sufrimos un poco como LuisMi nos lo canta, que nos ha acompañado en las buenas y en las malas, y que encima ha sido el gran cantante del pop latinoamericano, con las voz más chingona del universo.

    Ahora, extrañamente, lo queremos más. Sabemos que hay verdad en sus mentiras y que hay mentira en sus verdades. Pero eso no nos importa mucho. Estamos en una etapa de canibalismo pornográfico visual maravilloso, queremos saber más de la vida de nuestro ídolo, y nos lo están presentando más que bonito, como un maldito culebrón mexicano, como no podía ser de otra manera. Ya lo dijo alguna vez el gran Carlos Monsivais, hablando de uno de sus conciertos, ahora mejor que nunca entendido: “Aquí se viene a todo menos a escuchar a Luis Miguel, ya lo oyeron y ya lo oirán. Aquí se viene a ver a Luis Miguel".

    Y es que la verdad hace tiempo que dejó de estar en juego. La vida del cantante mexicano ahora ha pasado a ser menos sustancia que forma. Como diría Roland Barthes (ferever Barthes) aquí no se trata de suprimir u ocultar, sino de deformar. Esa es la re creación del mito actual de LuisMi, es una readecuación de lo que pudo ser y fue o no fue, la verdadera vida de El Sol.

    Pero como dijimos al principio, la verdad no está ya más en juego, ésa, si es que existe de alguna o de varias maneras, se perdió hace tiempo en la vorágine acumulativa y fugaz de los momentos que son los que conforman el viaje de una vida. Lo que acaba haciendo la serie de Netflix y a lo que colabora, sabiéndolo o no, el mismísimo Luis Miguel es a la ruptura de un continuum que es su vida y a la creación de un otro continuum, otro plano, otra vida sobre la vida, otra narrativa, un otro relato.

    Eso es lo que estamos viviendo y a lo que estamos asistiendo estas semanas en las que andamos atrapados por la sobre/diabólica maldad de su padre (qué gran actor es Oscar Jaenada, dice la Cecilia), por el silencio cómplice y resignado de su madre, por la soledad y búsqueda del amor verdadero y de la madre del ídolo, y toda la serie de fórmulas conocidas que nos hacen reivindicarnos en nuestras raíces “bananeras” y tele noveleras latinoamericanas extremas.

    Hijos directos de Televisa y del feeling de todos los cantantes que alimentaron “Siempre en Domingo” de Raúl Velasco y el Tigre Emilio Azcárraga, a mi generación qué carajos le puede importar si gran parte de todo esto es mentira, si lo que necesitamos es que nos mientan, por favor, LuisMi, miénteme, miéntenos…como siempre.

    Nosotros, totalmente agradecidos.

    Los protagonistas de la serie

    El encargado de dar vida al artista mexicano es Diego Boneta. “Es el papel más importante que he hecho en toda mi vida”, asegura Boneta. “Desde que me quedé con el papel sabía que la preparación que implicaba, la disciplina y la seriedad iba a ser algo súper fuerte. Luis Miguel es alguien que yo he admirado desde niño. Yo cantaba ‘Suave’ cuando tenía tres años. Fue el primer artista que vi en concierto. Ha habido muchas coincidencias en nuestras carreras. La primera canción que yo canté fue una de él a los 12 en ‘Código Fama’, que fue donde me inicié”.

    El padre de Luis Miguel, quien le marcó la carrera para bien y para mal, está interpretado por el español Óscar Jaenada, que ya trabajó en México para dar vida a “Cantinflas”. “Era un tío muy inteligente, un artista con malas decisiones”, explica. “Un tipo muy sentido. Si eras su amigo, eras su amigo. Si eras su enemigo, eras su enemigo. Un gaditano por el mundo”, dijo de su personaje.

     

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