Tres autores potosinos

En la presente edición de Puño y Letra publicamos una pequeña muestra de escritores potosinos contemporáneos. Dos narradores, Jorge Barriga y Eliana Soza; y un poeta, José Américo Cárdenas.

Jorge Jesús Barriga S.

Jorge Jesús Barriga S.

Eliana Soza Martínez

Eliana Soza Martínez


    Puño y Letra
    Puño y Letra / 24/09/2018 01:17

    Jorge Jesús Barriga S.

    Nació Potosí 19 de enero de 1979. Lic en Comunicación Social egresado de la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca con una maestría en Comunicación y Nuevas Tecnologías de la Educación en la Universidad Andina Simón Bolívar. Interesado en la escritura de guiones cinematográficos tomó varios cursos sobre el tema. Uno de sus guiones forma parte del libro digital “Cómo se escribe un guión: doce guiones de cortometraje” del guionista español Ramón Aguyé. Forma parte de “Macabro Festín” Antología de cuentos de terror de la Editorial Soy Livre. Así mismo dos de sus cuentos: “Moneda al aire” y “La máquina” se han incluido en las antologías de cuentos de “Paradojas” y “Onomatopeyas” en sus versiones electrónicas y audiorevistas de la Página Web de literatura Historias Pulp de España.

     

    MONEDA EN EL AIRE

    Al final para él, las dos, irse o quedarse tenían tantas ventajas como desventajas, no podía posponer más su decisión, resuelto, buscó en su billetera, sacó una moneda y con su dedo pulgar la hizo volar al aire. Durante las centésimas de segundo que la  moneda se mantuvo girando en el aire, emitiendo ese sonido metálico al chocar con la uña de su pulgar, y destellando  la luz con cada una de sus caras sucesivamente, un Diego se quedó en su pueblo natal a jugar futbol con sus amigos cada sábado, y enamorar a la Sandra, y otro Diego partió a la ciudad donde no jugaría futbol hasta muchos años después, pero tendría sexo con la Roxana, y luego tendría varias novias de las que poco se acordaría.

    Diego en el pueblo la pasaría mal, sin trabajo y sin dinero, al regreso de su hermano podrían trabajar juntos en un taller. Diego en la ciudad la pasaría mal. sin amigos y trabajaría en el empleo que le había conseguido su mamá y después en muchísimos otros trabajos más, enviándole la mayor parte de su sueldo a su viejita.

    Diego del pueblo terminaría con la Sandra, y tiempo después se enamoraría de la Karina, se casarían y tendrían tres hijos, y Diego de la ciudad después de innumerables novias y otras relaciones se casaría con la Martha, pero ocho años después se divorciaría, con un hijo.              

    Cuando muriera su madre, Diego sostendría su mano, pero Diego regresaría apenas a tiempo para el entierro, a partir de ese día no volvería más al pueblo.

    Los fines de semana Diego a menudo los pasaría con familiares y amigos haciendo una parrillada en su casa, y Diego trabajaría en su tienda, a veces invitaría unos amigos a una parrillada, pero cada vez menos.

    Diego tendría al Doki que lo recibiría, moviendo la cola, cuando vuelva a casa, y otra vez le rechazarían el préstamo mientras que Diego se acordaría siempre del Rambo, qué macana tener departamento. Lo bueno es que ese año terminaría de pagar el préstamo.

    Y 20 años después, una noche, los dos mirarían a la Luna, uno desde el patio de su casita, el otro desde el balcón de su apartamento, y se preguntarían cómo habría sido su vida si esa mañana la moneda caía del otro lado. 

     

    Eliana Soza Martínez

    Nació Potosí. En 2017 participa en la “Antología Iberoamericana de Microcuento” compilada por Homero Carvalho. En 2018 es parte del libro colectivo “Armario de letras” de la Editorial Caza de Versos de México; también es parte del libro “Sombras en la Obscuridad” de la REED Potosí (Red de escritores Potosinos). En Junio publica su libro de cuentos “Seres sin Sombra”. En Julio junto a la Editorial Soy livre publica la antología de cuentos de terror “Macabro Festín” y es invitada en el I Encuentro Internacional de Microficción de la Feria del Libro en Santa Cruz y en agosto a la Feria Internacional del Libro en La Paz.

     

    LA VIDA DE UN HAZ DE LUZ

    La vida de un haz de luz depende de su procedencia y también de su entorno, como un cálido rayo de sol travieso que se filtra por una ventana para despertar a un matrimonio gastado, su duración será apenas hasta que ambos sin decirse una palabra dejen la habitación para iniciar su día sin el entusiasmo del amor de los primeros años.

    O el haz de luz de la linterna —de él— en medio de la oscuridad tupida del campo, buscando el camino para regresar a casa, vivirá hasta que se abra la puerta del hogar, donde ella lo espera preocupada por los peligros de la selva, recibiéndolo con un café caliente y un beso tierno.

    También está el haz de luz que se multiplica en una discoteca para llenar de colores a las parejas que bailan, ella tratando de conquistar la mejor billetera y él buscando un objeto del deseo para saciar su lujuria, en medio de un ambiente repleto de humo de cigarrillos y excesos; estos duran hasta que el cansancio haga presa de los cuerpos.

    Otro haz de luz es el que se cuela por una puerta abierta en una habitación en la que dos amantes se entregan la piel en cada caricia y en cada beso prometen un amor que a veces solo dura hasta el amanecer o toda una vida.

    Pero el haz de luz más hermoso es el que nace a través de un cielo completamente encapotado, ése que a fuerza de candor se abre paso por las nubes pintadas de gris y logra por un momento, como un milagro, iluminar un tramo de ciudad como un rayo de esperanza en medio de la penumbra de la desolación.

     

     

    SONETO N°17 de josé Américo Cárdenas

     

    Ayer te vi los ojos radiantes y la tarde en los míos murió,

    el sol pereció en mi cielo y la esperanza en mis deseos,

    como gorjeos de paloma fue tu amor, frágil y sin secretos

    que el viento en un soplo arrasó con el anhelo entre tú y yo.

     

    Ayer te vi los ojos radiantes y tu cabello mecido en el aire,

    el viento a tu favor acariciaba tu rostro risueño en el cielo,

    y el amor perdía la fuerza en mi silencio inmerso en el miedo,

    el miedo a sentir tu soledad y al destino que mis sueños desaire.

     

    Ayer te vi los ojos radiantes y tu sonrisa endulzaba tus labios;

    eres alondra del cielo cuajado de estrellas que constelan tu cuerpo;

    ave de paso que por la noche me trae tu recuerdo entre mis sueños.

     

    Ayer te vi los ojos radiantes y el cariño agonizaba al deseo perdido;

    nuestro lento caminar por las calles que un día visaron nuestro amor,

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