Sobre las Kori Warmis y su Deja vú

Se dice que el arte no solo debe ser un deleite para los sentidos sino también, y fundamentalmente, debe ser capaz de sensibilizarte ante situaciones cotidianas. Que revele invisibilidades. Que produzca reflexiones.


Fernando López Serrano
Puño y Letra / 02/10/2018 18:35

Se dice que el arte no solo debe ser un deleite para los sentidos sino también, y fundamentalmente, debe ser capaz de sensibilizarte ante situaciones cotidianas. Que revele invisibilidades. Que produzca reflexiones.

Pero cómo lograrlo sin caer en clichés, sin repetir una y otra vez lo que ya se ha dicho tanto, sin recurrir al drama que nos venden las telenovelas, a la risa fácil, a vociferar palabrotas creyendo que sólo así pueden escuchar o entender.

Anoche, sentado junto a mi hijo fuimos testigos de una de las mejores obras de todas las que hemos ido juntos.

Con los justos recursos escenográficos las Kori Warmis, el elenco dirigido por Érika Andia, nos llevaron de un lugar a otro, a fiestas, a mercados, a hogares. A momentos, la risa nos inundaba pero también el silencio, ese silencio que te hace sentir fantasma, ese silencio que corta el suspiro.

Y quiénes son las Kori Warmis. Pues son niñas, adolecentes, mujeres, madres, abuelas; son generaciones que se han fusionado arriba de las tablas para expresar de manera genuina el talento que cada ser humano lleva consigo.

Las Kori Warnis en su mayoría son mujeres artesanas y gremialistas de El Alto, son mujeres que, como dijo su directora: le han quitado tiempo a sus oficios para hacer teatro, para decir lo que ya se sabe pero mostrándolo de otra manera...a su manera, con sus palabras, con su cultura, con sus ritmos.

El mensaje fue claro, los colores precisos, las imágenes potentes y los silencios exactos

Detrás de todo ese despliegue magnifico que presenciamos ayer, está la mano de Freddy Chipana, a quien tuve la suerte de ver actuar cuando formaba parte del Teatro de Los Andes.

Hay una virtud en Freddy como director y es el convencer a sus actores de ser eso: actores, y aquella virtud anoche fue por demás evidente; actrices y actores brillaron en cada intervención, con la seguridad y comodidad de un director que cree y sabe lo que hace; destiló lo mejor del teatro popular, lo mezcló con lo mejor del teatro contemporáneo y nos echó caliente a la cara la realidad de nuestro país.

Nuestro viejo teatro Tres de Febrero retumbó con el sonido de los aplausos.

El teatro, creo yo, es un mensaje envuelto en capas de diálogos, de música, de poemas y de imágenes, pero algunas veces esas capas son tan gruesas que no todos logran vislumbrar el mensaje que está latiendo adentro.

Una noche que mi hijo y yo volvíamos del teatro me preguntó qué debía tener una obra para que sea buena y fue anoche cuando terminé de explicárselo.

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