OJO MÁGICO
Concebida como una película ligera, El gran Lebowski es dos décadas después de su estreno un imponente fenómeno de culto.
Concebida como una película ligera, El gran Lebowski es dos décadas después de su estreno un imponente fenómeno de culto.
A los sones del tema Tumbling Tumbleweeds, un estepicursor o matorral rodante atraviesa el desierto, recorre el asfalto y culmina su recorrido a orillas del mar en una playa californiana durante los primeros minutos de El gran Lebowski (1998) de los hermanos Coen. Acomodándose al lánguido ritmo de ese trayecto, la voz en off de Sam Elliott —quizás el actor que, con permiso de Gene Autry, John Wayne y Clint Eastwood, mejor ha encarnado la esencia del cowboy— desgrana, masticando con delectación cada palabra, su texto introductorio, que sirve de presentación para el inolvidable personaje central de la película: The Dude. Definido como un hombre que encaja a la perfección en su tiempo y lugar, a todo espectador le resulta evidente que ese antihéroe —encarnado por Jeff Bridges con perpetua mirada de cuelgue canábico— es el superviviente de unos tiempos utópicos y que ha naufragado en la América que alienta el triunfo de la cultura neocon.