El Obelisco de la Plazuela Libertad, Obelisco de los panaderos
Publicamos uno de los textos de Sucre, crónicas patrimoniales, un paseo por 32 sitios y edificios simbólicos de la Capital, del investigador y escritor Felipe Medina.
Publicamos uno de los textos de Sucre, crónicas patrimoniales, un paseo por 32 sitios y edificios simbólicos de la Capital, del investigador y escritor Felipe Medina.
Entre los sitios representativos sucrenses legados por nuestros antepasados desde hace más de cuatro siglos y medio de su existencia, existe un lugar que fue motivo de inspiración de muchos poetas, artistas plásticos y por qué no a músicos, es la plazuela del Hospital o plazuela “Libertad”, y dentro de ésta, casi equidistante del Teatro Mariscal y la puerta principal del Hospital Real, en el medio, se encuentra erigido un singular obelisco conocido en el tiempo, desde su erección (1804), como “Obelisco de los panaderos”.
Y su historia, como su origen, son sumamente curiosos; durante la última presidencia de la Real Audiencia de Charcas a cargo del señor Ramón García Pizarro (1797-1809) existe una anécdota que los cronistas e historiadores recuperaron para la posteridad, subrayándose de sobremanera la actitud pulcra y justiciera en su administración. Resulta que los panaderos de entonces, en esa primera década del comienzo del siglo XIX, elaboraban el pan de batalla faltándole el peso reglamentario y precio elevado, y ante los reclamos del vecindario por este engaño, Ramón García Pizarro, impuso fuertes multas a todos los fabricantes de este imprescindible alimento popular de todos los tiempos, pues, con el ahorro de las multas, mandó erigir un primer “cuerpo” del obelisco. Pero pese a este castigo los panaderos continuaron incurriendo en la falta de peso y tamaño del pan de batalla; por tanto, el justiciero presidente de la Real Audiencia de Charcas, convocó enlistarse presencialmente dos veces a la semana delante del obelisco a todos los multados, y una vez formados, les preguntaba: - ¿A qué huele esto, señores panaderos? Contestando ellos en tono de burla y sorna: -A cal, yeso, a tierra. -No, señores; esto huele a pan, y todo el que pasa por aquí tiene hambre y maldice a los que le imponen el suplicio de no poder comerlo. Y ahora, señores panaderos, podéis iros y meditar sobre lo que hacen.
De esta manera, de forma por demás práctica y sentida en favor de los más pobres, García Pizarro logró poner fin a este abuso.
Pasando los años, tras conocerse el rechazo por los porteños a la invasión inglesa encabezado por el Gral. Beresford a la colonia española en Buenos Aires, en homenaje a esta “victoria” la “columna de los panaderos” cobró un segundo cuerpo más airoso y más elegante (1807); y finalmente, tiempo después, a raíz de la llegada del Libertador Simón Bolívar a nuestra Chuquisaca (Sucre) en el año en que iba a nacer nuestra patria, 1825, se completó la edificación de un tercer cuerpo nombrándole "Columna de la Libertad", colocándole en su cúspide un busto de Bolívar; y en 1946, retirándose el busto se lo coronó de un sol y un gorro frigio; finalmente con el correr de los años, fueron remplazados por un escudo de Armas de la Ciudad, el que actualmente ostenta en la cima de la inicial “columna de los panaderos” .
Al pie de este sitio y su entorno, hubo un tiempo en que se realizaban las ferias tradicionales de pascua y Semana Santa; asimismo instrucciones militares, de ahí conocida también como Plaza de Armas.
Dentro de la memoria popular y hasta cierto punto pícara que los bohemios sucrenses procuraron a sitios como el Prado (Parque Bolívar), a La Rotonda, lo propio a este “obelisco” de la plazuela del Hospital de San Juan de Dios, están perennizados ya no solo en la memoria textual vivencial que los cronistas en el tiempo les damos, sino también a través de pentagramas y ritmos populares chuquisaqueños. Pues, es muy conocido en el repertorio popular la cueca intitulada “En el Prado” : “Ayer tarde, en el Prado/mi palomita me decía:/palomitay, no me olvides, /que nunca te olvidaré/etc”; lo propio el huayño sucrense: Desde la Rotonda: “Desde la Rotonda vengo, palomitay/ solamente por quererte/ etc”. Y no faltó bohemio cantor que a su amada le cantó:
¡Plazuela del Hospital
Causa de mi perdición,
Obelisco puntamanta
Me has robado el corazón!
Ama mamay kachawaichu
Prado calle esquinaman
Waka chawa tumpakuwan
Kaspi chaki wawantawan
He ahí nuestro patrimonio al que no solo los recordamos a través de sus hacedores, hombres como mujeres, curas como militares, bohemios y hombres sencillos que los edificaron, ellos perduran en la memoria de la ciudad que edificaron.
Plazuela del Hospital, causa de mi perdición…
Felipe Medina, investigador
Nació en Sucre. Es investigador en ciencias sociales, elaboró fascículos especializados en historia: “Documentos para la Historia", “Tras las Huellas de la Historia”. Responsable del programa documental televisivo “Estampas Chuquisaqueñas”.
Gestionó la emisión de Cinco Cortes de Estampillas circulando en los cinco continentes, la Moneda del Bicentenario. Realizó el suplemento de cultura popular “La Gran Siete” de CORREO DEL SUR entre 1992-1998, realizó otros suplementos culturales.
Cuenta con una docena de libros, todos relacionados con la cultura, identidad e historia de la ciudad de Sucre, entre los que sobresalen: Crónicas de la Ciudad de los Cuatro Nombres, Recetas de Aderezos Sociales, Historia de la Universidad Popular, Chuquisaqueñadas, Desde el Morro de Aullagas, Carnaval Chuquisaqueño, rasgos históricos, Sabor de la Memoria y recientemente Sucre, crónicas patrimoniales.