De Frida a Elena: Dos mujeres, un destino

Un paseo por Coyoacán y por la memoria de dos de las mujeres más influyentes de la cultura mexicana del Siglo XX.

De Frida a Elena: Dos mujeres, un destino

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De Frida a Elena: Dos mujeres, un destino


    Alex Aillón Valverde
    Puño y Letra / 10/12/2018 01:05

    Un paseo por Coyoacán y por la memoria de dos de las mujeres más influyentes de la cultura mexicana del Siglo XX.

    Un fantasma recorre México D.F., y no es precisamente el fantasma del comunismo. Es el fantasma del consumismo y, puntualmente, el fantasma del consumismo de la imagen pop de Frida Khalo.

    Convertida desde hace mucho tiempo en un emblema de la cultura y de la industria cultural mexicana, la Kalho se pasea oronda por todas las calles de la megápolis mexicana (20 millones de almas chilangas o más) en todas las formas posibles: carteras, bolsas, billeteras, muñecas, llaveros, así como rodando por el asfalto en enormes buses o ubicada en alguna esquina, observándote desde sus profundos ojos y sus cejas tupidas, en gigantescos carteles.

    Frida ahora no vive a la sombra de su esposo, uno de los titanes de la pintura mexicana del Siglo XX, el grande y enorme (literalmente) Diego Rivera, al contrario es su esposo, o el recuerdo de su esposo, el que vive a la sombra de ella, de su poder magnético, de ese poder suyo de erigirse como un personaje sobre ella misma, a pesar de ella misma.

    Pero todo lo que digo es ya una obviedad.

    Su casa en Coyoacán (la famosa Casa Azul) es un lugar obligado para el turista, desde la mañana hay colas enteras de gente que esperará su turno pacientemente, bajo sol o bajo lluvia, para ver cómo vivía una de las parejas más famosas de la cultura mexicana.

    “Quizá esperen oír de mí lamentos de lo mucho que se sufre viviendo con un hombre como Diego. Pero yo no creo que las márgenes de un río sufran por dejarlo correr”.

    Esto está escrito en una de las paredes de su casa/museo. Y sí. Hubo amor. Hubo dolor. Hubo traición. Hubo todo lo que se pueda imaginar uno, porque esas cosas ocurren y son parte de la vida misma, en un espacio que ahora es patrimonio de todos los mexicanos.

    Pero esto que les digo es otra obviedad.

    Lo que se viene descubriendo, debajo, todavía, de la sombra de Frida Khalo, que cubre básicamente gran parte del imaginario de Coyoacán (la casa donde vivió y asesinaron a Trotski queda a unas pocas cuadras de la suya), es la sombra de otra mujer, igual de poderosa, escritora, en su tiempo también ensombrecida por la estatura gigante de su marido, el premio Nobel Mexicano, Octavio Paz.

    Elena Garro nació, vivió y murió para amar, pero más para odiar a Octavio Paz. Quizás este sea uno de los odios más grandes de los que se tenga idea en la historia cultural latinoamericana. Un verdadero ejemplo a seguir para todos los buenos odiadores del mundo.

    “Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí indios contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él (…) en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi enemigo es Paz”.

    Garro sentenció de esta manera, antes de su propia muerte, su relación con el autor de El laberinto de la soledad.

    En cambio Paz llegó a decir de Elena: “Ella es una herida que nunca se cierra, una llaga, una enfermedad, una idea fija”.

    Elena Garro fue muy odiada y excluida en su tiempo por los círculos literarios progresistas.

    El 2 de octubre de 1968, los estudiantes fueron masacrados en la plaza de Tlatelolco. Garro, en un gesto inconcebible, producto posiblemente de la presión del régimen contra ella, culpó a varios intelectuales, entre ellos a Carlos Monsiváis, Rosario Castellanos y Leonora Carrington, de haber provocado el derramamiento de sangre. Según documentos secretos, luego empezaría a delatar.

    Hay muy poca gente que no odie a Octavio Paz en el México actual. Es interesante, sobre todo, ver cómo los jóvenes tratan sin perdón el recuerdo de quien en su tiempo gobernara como un emperador las letras mexicanas.

    En cambio, el cariño y reconocimiento por la obra de quien fuera su compañera, su sombra, su enemiga, crecen cada vez más.

    Sin ir muy lejos, de la Casa Azul y de la Cineteca Nacional de México, donde las entradas para ver Roma de Alfonso Cuarón están agotadas hasta el último día de su proyección este mes, en el mismo Coyoacán, nos encontramos con el Centro Cultural Elena Garro, dedicado a rendir tributo de manera permanente a su obra y a su aporte a la literatura mexicana.

    Garro es considerada la escritora más potente, por lo menos del Siglo XX, de México. Su Recuerdos del porvenir es solo comparable en dimensión narrativa con la obra de Juan Rulfo. Estudiada, reconocida, la eléctrica escritora mexicana, quien murió rodeada de gatos sorbiendo reiteradas tazas de café, en una situación precaria, comparte hoy, junto a Frida Khalo, la gloria después de la muerte.

    Las dos tuvieron matrimonios casi imperiales, tuvieron amores descarnados, vidas al límite. Las dos vivieron a la sombra de sus dos maridos, su arte vivió a la sombra de ellos, pero las dos, monstruosas y maravillosas al mismo tiempo, supieron enfrentar la tormenta y navegar su historia con la belleza y poder de dos hermosas serpientes aladas.

    Coyoacán en breve

    Coyoacán es una de las 16 demarcaciones territoriales de la Ciudad de México y se encuentra en el centro geográfico de éste. Dentro de él se encuentran importantes zonas verdes como la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, los Viveros de Coyoacán y Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), declarada en 2007 como Patrimonio de la Humanidad.

    Es un sitio con una alta concentración de infraestructura cultural y turística. Dentro de ella se encuentran las sedes de instituciones educativas de México, como la mencionada UNAM y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Alberga recintos como los museos Nacional de las Intervenciones, el museo del Anahuacalli, el museo Nacional de la Acuarela, el Museo Casa de León Trotsky, el Museo del Automóvil, el Museo Frida Kahlo, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo y el Centro Cultural Universitario.

    El centro histórico de Coyoacán es uno de los barrios intelectuales y bohemios de la capital mexicana. Numerosos personajes públicos nacionales y extranjeros —artistas, intelectuales y políticos—, han tenido su residencia en Coyoacán o en sus barrios.

    Elena Garro en breve

    Elena Garro nació un 11 de diciembre de 1916 en la hermosa Ciudad de Puebla. La obra tan diversa y profusa de esta artista la ha posicionado como una de las escritoras más importantes que ha dado México. Y pese a que muchos la identifican por haber sido la esposa de Octavio Paz, Elena Garro, todavía hoy brilla con su propia luz.

    Creció en la Ciudad de México, lugar donde estudió coreografía y literatura en la UNAM. Fue en la universidad donde conoció a Paz. Alguna vez Garro contó que el escritor la robó, pues la hizo faltar a su examen de latín para cautivarla y posteriormente casarse con ella.

    Fue guionista, periodista, dramaturga, cuentista y novelista. Se le relaciona constantemente con el realismo mágico, y pese a que ella siempre rechazó esta categorización, su novela Recuerdos del porvenir es considerada un antecedente de este fabuloso género literario, ya que fue escrita cuatro años antes que Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

    Frida Kahlo en breve

    Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en la Ciudad de México, en la casa que fuera propiedad de sus padres desde 1904, y que hoy se conoce como la Casa Azul. A los seis años Frida enfermó de poliomielitis, causándole que su pierna derecha quedara más corta; esto fue motivo de burlas. A los 18 años, el 17 de septiembre de 1925, Frida tuvo un trágico accidente. El autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía. Las consecuencias para ella fueron graves: fractura de varios huesos y lesiones en la espina dorsal. Debido a la inmovilidad a la que se vio sometida varios meses, Frida comenzó a pintar. Así, se relaciona con varios artistas, entre ellos la fotógrafa Tina Modotti y el entonces ya reconocido artista Diego Rivera. En 1929 Frida se casó con el muralista. El matrimonio vivió en la Casa Azul, hogar de la infancia de Frida, así como en el estudio de Diego, en San Ángel. Sus cuadros se encuentran en numerosas colecciones privadas de México, los Estados Unidos y Europa. Su personalidad ha ido adoptada como una de las banderas del feminismo, de la discapacidad, de la libertad sexual y de la cultura mexicana. Frida Kahlo se ha convertido en un referente que rebasa el mito que la pintora creara de sí misma.

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