Tres poemas de Chary Gumeta Desaparecido
Publicamos tres poemas de la mexicana Chary Gumeta de su reciente libro Como una lágrima en la lluvia que acaba de presentar con Ediciones Andesgraund este año en el vecino país de Chile.
Sólo Veracruz es bello
Para Omar, quien lleva este luto, y también para Joel.
En este país
a nadie le importa los muertos.
Ayer despertaron almas
para mostrar donde se encuentran
sus cuerpos mancillados
con marcas de tortura
y el tiro de gracia.
En un humilde hogar de Cosamaloapan
una madre prende una veladora ante el altar
pide a Dios el regreso de su hijo desaparecido.
A Virgilio lo levantaron una mañana
en la que se dirigía al trabajo
su familia lo buscó sin descanso
hasta entre las piedras más pequeñas de su pueblo
se perdió a la vista de los árboles
se fue en un viaje sin destino.
Cuando se han secado lágrimas
cuando la esperanza es un recuerdo
reciben la notificación de su muerte.
Era una mañana de un sol oscuro
la que entregó a su viuda y a sus hijos
entre doscientas almas
el cuerpo mancillado de Virgilio.
Nadie da una explicación.
Vivir extraviados de los ojos de Dios
y la carencia no permiten
el esclarecimiento, sólo aumenta el dolor.
Virgilio uno más en la cuenta perdida
del fantasma deambulando por los campos.
Parte del botín de guerra
que se libra por las plazas
de los cárteles.
Su muerte es daño colateral
la venganza absurda
entre gobiernos y capos.
Veracruz es el paraíso tropical
de los muertos.
Migrantes
Para Memo Acuña
Escucho un ruido a la distancia,
todo tiembla.
“¡Ahí viene el tren de las moscas!”.
Grita alguien
mis ojos se preñan
de imágenes desalentadas y escuálidas,
con hombres hambrientos.
Todos estiran los brazos ansiosos,
parece quieren volar,
de repente sus manos alcanzan
lo que ofrecen aquellas mujeres de las vías.
Se aleja el sonar
hasta que la mirada lo pierde.
Sólo son fantasmas,
no volverán.
Desaparecido
Para las madres
del Colectivo Solecito,
Veracruz, México
Es verdad Alejandro,
no duermo como debe ser, hace años
arrinconé la vida junto a la cama
donde abrigue los sueños que ya no tienes.
Anoche escuché tu entrada
tarareando esa canción que solías cantar en las mañanas
corrí a tu encuentro,
mis ojos se toparon con tu ausencia.
Sí, Alejandro,
el aíre se queja
trae tu nombre entre murmullos,
vuelvo a recordar el día cuando saliste de casa.
Desconsolada por tu extravío,
El desaliento me apresa
mientras camino en medio de todo lo que existe.
Traigo a cuestas un sinfín de culpas,
como aquel día que fuiste a la cantina
y yo molesta
Te insulté, ahora me arrepiento
Alejandro,
estoy a solas en tu cuarto
mis lágrimas miran todo lo que tocabas
te gustaba esa camisa
ahora bien planchada cuelga de su gancho
la tomo entre brazos
imagino tu calor a mi lado.
Te fuiste,
no encuentro el camino de tus huellas
recogí hasta mi último paso
y no te puedo encontrar
Alejandro, no desesperes
te sigo buscando.
Marcela,
cuando vengan por nosotras
sacudiremos el polvo de los recuerdos
sin cerrar los ojos
para que permanezcan grabados en la retina.
Recordaremos los días de fiesta
cuando los demonios nos daban de beber
licor infernal.
Hasta el suceso menos gracioso
nos hacía reír a carcajadas.
Cuando vengan por nosotras
detendremos el tiempo,
nos abrazaremos fuertemente
y por primera vez
nos diremos la verdad,
hablaremos de la lluvia mojando el pasto
del silencio que éramos
cada vez que destruíamos las palabras.
Cuando vengan por nosotras,
Marcela,
nos acordaremos de nuestra complicidad
y de cómo el exilio no destruyó nuestros corazones.
Ya reunidas
nos daremos cuenta
que fuimos asesinadas.