Para una resaca del 25 de Mayo

Documentamos en estos 20 microcuentos el amor de sus habitantes por nuestra ciudad. Puño y Letra les presenta esta post celebración como homenaje a la Ciudad de los Cuatro Nombres, a Sucre, la imperecedera. Fotos de Camilo Bejarano, Gaby Gutiérrez y Fredom Mich-aoui.

Para una resaca del 25 de Mayo Para una resaca del 25 de Mayo

Puño y Letra
Puño y Letra / 27/05/2019 02:20

Documentamos en estos 20 microcuentos el amor de sus habitantes por nuestra ciudad. Puño y Letra les presenta esta post celebración como homenaje a la Ciudad de los Cuatro Nombres, a Sucre, la imperecedera. Fotos de Camilo Bejarano, Gaby Gutiérrez y Fredom Mich-aoui.

Desencuentro 

Sucreando andaba con el estómago lleno del cuchillo. En las bajos dominios de mi mente nicolaseando, así me caminaba. De tanto en tanto pensaba en el día que te conocí recoleteando por ahí, entre mesas y vasos. Estabas pancha, doña y señora del tu mundito personal, bebiendo sorbo a sorbo esas canciones sulckísticas, que para muestra basta un ratón. Así te recordaba, así te extrañaba. Sabía que me iba aplazear bien feo si no conseguía volverte a ver, tal vez hasta estirar una de mis patas, una de las tantas. 

(Christiam Avilés Vacaflores)

Al pie de la letra 

La profesora dijo: vivan el día como si fuera el último. Comió dos salteñas; dejó dos rosas blancas en el cementerio, rezó; comió sándwich de chola; manejó sin brevete, la pillaron, dio una coima de veinte luquitas; se sentó con los jipis a hacer manillas, le regalaron una; fue hasta La Recoleta a tomarse una foto, vio el atardecer. Pausa. Corrió hasta el Parque, se mojó la cabeza en la pila; comió mondongo; se unió a la manifestación, gritó; se encontró con él, fueron hasta su colegio (católico, claro), subieron a hurtadillas a la terraza, hicieron el amor. Se mató. 

(Andrea Bravo Ramos)

Cazador de salva 

Y por último, guardé el cuchillo, me puse las botas y el sombrero camuflado, recogí el arma y me despedí de la familia; tomé el micro A, me bajé en el Parque Cretácico, entré y disparé toda la munición que había llevado; doblé mi cuchillo de tanto clavárselo pero el desgraciado ni se movió.

 (Ismael Loayza Daza)

Locura 

Vaya sorpresa que me llevé cuando recibí aquella llamada: “¿Agente K, lista para su próxima misión?” “Lista”, dije. Me sorprendió la respuesta que de mis labios salía y no niego que quise echarme a reír como si no lo creyera. “Un gusano de proporciones gigantescas invadió la ciudad ¡Impida que se acerque al casco viejo! Como sabe está tan viejo que peligra su permanencia”. Al final ganó la locura. “Todo apuntado jefe”, repliqué. Activé el turbo de mi coche y subí una montaña, visualicé al enemigo y arremetí contra él. Lo dejé tieso entre la calle Lemoine y Marzana.

(Valeria Bravo Rocabado)

Taciturno 

La gente de Sucre, entre sus quehaceres y aparatejos costosos, no detiene los ojos en nadie: ni el sujeto de traje y caminar petulante, ni el rokero estilo Guns N’ Roses. Sí, la Plaza es un lugar idóneo. De pronto aparece ella, hermosa y juvenil. Se sienta en el banco frente a mí; abre un libro y se sume en sus pensamientos. Yo la observo reclinado cerca de los leones. Ella no percata mi presencia. Los minutos pasan lentos. Finalmente me decido a decirle las palabras que he pensado expresarle todo este tiempo: !Quieta, esto es un asalto! 

(Adriana Brozovic Villa)

¿Quién pues? 

-¿Quién pues? 

- ¡La Gerarda pues! 

- Ahh, el quiwa Gerardo. ¿Qué pues? 

- Le están premiando, dice. 

- ¿El Evo? 

- Nee. - ¿El Linera? 

- Nee. 

- ¿Las Juanas? 

- Nee. 

- ¿Las mujeres criando? 

- Nee. 

- ¿Quién pues? 

- ¡Confidencias! 

- ¡Uta!...¿ciertito? 

- El Roque no ve es de Sucre, su amigo era dice. 

- ¡Uta! bien, y? 

(Guadalupe Amusquívar Peñaranda)

Recuerdos 

Mientras esperaban el taxi, la niña preguntó –Papá, ¿dónde besaste por primera vez a mami? En silencio, el padre trataba de recordar inútilmente si fue en el parque, en la plaza, o quizás en La Recoleta. En ese momento, muy cerca de donde se encontraban, pasó una pareja disfrutando un tocinillo. El padre sonrió al recordar, no donde la había besado sino a qué supo el beso. 

(Fernando Marcelo López Serrano)

Home sweet home 

Entró en la habitación arrastrando los pies por el cansancio. Se desvistió descuidadamente. Se tendió sobre la cama con los zapatones puestos. Posó la cabeza en la almohada y miró las manchas que la humedad había producido en el tumbado. Había sido una jornada plena. Aquel día, en la Asamblea, se resolvieron la Declaratoria de Independencia de Bolivia y la canonización de Juana Azurduy. Después se jugó un partido de fútbol que se vivió como una batalla épica. Satisfecho, cerró los ojos y soñó con ángeles en su cama reglamentaria del Hospital Gregorio Pacheco 

(Vadik Barrón)

En la parada 

Mientras esperaba que se llene el trufi para poder partir a Tarabuco, me di cuenta de que como el mío, todos los trufis de alrededor estaban chocados. Me bajé preocupado, pero tenía que viajar urgentemente y por eso me quedé esperando a que llegue otro. Llegó uno más pero ese también se chocó con otro trufi que llegaba y así, uno a uno, todos los trufis que llegaban se chocaban y no se movían más… Al parecer nunca podré llegar a mi apacheta. 

(Edwin Loayza Daza)

Sin pilas 

Iba rumbo a La Recoleta. Él me dijo que llegaría puntual para poder contarle la noticia, pero nunca apareció: el reloj de sol se paró. 

(María Isabel Terrazas Díaz)

El loco 

Hoy te espero. Tomo un helado y bajo al Rosedal. Minutos antes de tu llegada arrancaré el trébol más bonito que encuentre para regalártelo. “Los ritos son necesarios...” diría un zorro conocido mío. Te daré el poema que escribí el día que subí a lo más alto de la torre, cuando te vi llegar con tu uniforme blanco, pese a que dijiste que no volverías más. Te miré, y mirándote no vi a los guardias que me arrastraron de nuevo al Instituto. Hoy escapé de nuevo y tengo el trébol entre mis dedos... y te espero, aquí en el Rosedal. 

(María del Carmen Thompson Pérez)

Sucre bajo la lluvia 

Entonces lo comprendí, el tiempo se había detenido y se le había asignado un lugar en todo el cielo de mi ciudad a esas frías gotas, cuyo destino, al igual que el mío, es por siempre tocar el suelo. 

(Inti Boris Villasante Choqueconza)

Yo invoqué a la ciudad una vez 

Yo invoqué a la ciudad una vez, como se invoca al destino o a la suerte, y lo hice a plena voluntad, con un ritual primitivo, cerrando los ojos y apretando los dientes, deseando… Estaba muy enamorada y era muy joven, el amor era un malestar estomacal más que un sentimiento; así que le pedí a la ciudad un encuentro fortuito y, como un zombie muy aseado,caminé sin rumbo fijo. El sol era inmenso y él !oh, pobre muchacho sonámbulo!, apareció caminando en la acera hirviente más improbable. Hola, le dije, y la ciudad me sonrió bien amarilla. 

(Eva Loayza Amusquívar)

El loco 

Toca la campana. Martha alista sus cosas y sale del colegio con sus amigas. Recorren el camino de siempre; todas viven por el mismo barrio. Pasan por el parque. Un loco las mira y les pide cigarros. Ellas lo ven, se asustan y apresuran el paso para alejarse. Luego de un momento olvidan el incidente y vuelven a reír y cotillear sobre el último chisme de la temporada. Llegan al Rosedal y se despiden; cada quien continúa su camino a casa. Martha saca el celular, llama a su madre y dice: ¡Mamá, el abuelo anda suelto de nuevo! 

(Juan José Mayora Gonzales)

Te vi 

Vi tu cabellera al viento, tus ojos grandes y tu cola batiéndose desordenada. Sonreías a todos y todos te saludaban felices al verte cruzar la calle. Me quedé paralizado. Desde la esquina parecías hablarme con los brazos en alto, saltando. Yo miraba atrás, a los lados, no había nadie. No estaba equivocado, en verdad me hablabas a mí… Levanté la mano para saludarte y todo oscureció; un dolor profundo invadió mi cuerpo, mientras una bocina retumbó en mis oídos. Así aprendí a hablar con las cebras.

 (Juan Pedro Debreczeni Aillón)

Los amantes silenciosos 

Existen misterios que asolan el aire melancólico de nuestra tierra, ciudad blanca con dos guardianes que nos observan; nadie sospecha, pero son macho y hembra, eran uno solo en carne y esencia. Dios dijo: pongo de ejemplo a toda la naturaleza estas dos almas gemelas, que se amarán eternamente en esta bendecida tierra. Pero un día uno de ellos fue seducido por una estrella; su castigo fue separarlos y recibieron nombre de Sica-Sica y Churuquella; ya no se tocan pero aún se desean. Hoy solo ven las desventuras de los hombres que a sus pies, unos van y otros llegan. 

(Dedicado a Sara Rivera, mi madre, que cultivo en mí el gusto por la escritura Q.E.P.D

(Ana Gladys Flores Rivera)

No me importa lo que opinen 

No me importa lo que opinen las malas lenguas, pero ir al cementerio, llenar tu tumba de flores y rezar a tu almita, me parece una hipocresía. Me da miedo imaginarte en esa tumba fría, inerte, sin vida. Prefiero esperarte esta noche. He preparado tu comida preferida, he puesto a enfriar el vino que te gusta, he llenado de flores nuestro lecho y me he comprado un neglillé nuevo; he peinado mis cabellos y me he maquillado con esmero, para que me veas como era yo cuando te fuiste, porque sé que esta noche te darán permiso para regresar conmigo. 

(María Mostajo Cossío)

La cuesta de “Tanana” 

Cuando se inauguró en nuestra ciudad el primer servicio de pasajeros que unía a las ciudades de Sucre y Potosí, éste consistía en un automóvil de alquiler, tal como se llamaba antiguamente a los taxis. Lo curioso del caso es que el chofer decía que el precio estaba determinado por la categoría. Cuando la gente quiso saber en qué consistía esto, él les dio la siguiente explicación: –Los de primera van sentados, los de segunda, parados. –¿Y los de tercera, maestro? –Empujan el carro en la cuesta de “Tanana”, que era el nombre de la actual cuesta de “El Retiro”. 

(María Virginia Samos Gutiérrez)

Cuento de 100 palabras 

En aquel lugar la música del piano no cesa, en su casa de altos pisos con una azotea de cristales a partir de la cual él mira (desde su cama de sábanas blancas y otras veces en su silla rodante de inválido). Observa con el telescopio que ella le ha obsequiado al conocerse en un hospital, en las emergencias del accidente que sufrió y la dejó coja. Ella toca, y él nos observa, desconocidos para nuestras propias almas, como larvas desnudas nos debatimos en conquistar las estrellas mientras cae la tarde y los débiles faroles se encienden desde La Recoleta. 

(Miki Alcaraz Flores)

Los cuadros que encontré 

Eran de un amigo, un cronopio de bigote samurái. Habían escandalizado a la población en muchas ocasiones. Su autor había desaparecido repentinamente, y sólo nos restaron aquellos paisajes alucinados de la ciudad, que en nada diferían de lo real. Cuando los revisé, encontré algo que despertó mi atención: todos parecían las piezas de un rompecabezas. Así que los fui uniendo con la mayor calma del mundo. Pero al concluir, sorprendido, vi la imagen de la ciudad chorreándose. Su tinta se esparcía con una lentitud moribunda, abúlica. Ahora vivimos como en un rostro desfigurado. 

(Fabricio Callapa Ramírez)

*Esta selección fue tomada del libro Sucre en micro, de Editorial S. 

Etiquetas:
  • 25 de Mayo
  • resaca
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor