La ciudad como encarnación de la Historia
Puño y Letra conversa con Milován España, quien acaba de publicar con 3600 su primera novela Ciudad humana.
Puño y Letra conversa con Milován España, quien acaba de publicar con 3600 su primera novela Ciudad humana. España es uno de los miembros del último Taller de Narrativa de Jorge Suárez en Sucre y esta obra nos recuerda el talento de toda una generación que todavía tiene trabajo por delante.
P. Se podría decir que Ciudad humana, tu primera novela, es una obra tardía. Luego de más de 20 años de la experiencia del taller de narrativa dirigida por Jorge Suárez en Sucre, del cual formaste parte junto a gente como Oscar Díaz y Miguel Ángel Gálvez, se publica al fin esta esperada novela ¿Qué ocurrió en todo este tiempo?¿Qué fue lo que disparó el gatillo?
R. Después del taller, la intención de escribir estaba siempre ahí, una intención que sin embargo nunca concretaba. Hace algunos años, después de un asalto, tuve que aceptar y con tiempo para pensar durante una noche muy larga, que la vida si tiene un final. Que las ideas o historias que tenía se perderían si no las plasmaba en forma escrita. Esa noche decidí cambiar el rumbo de las cosas. Empecé a escribir. Y aunque todavía he dedicado la mitad de mi tiempo a una vida fuera de la literatura la otra mitad sí la he dedicado a esa decisión. Uno de los resultados es esta novela.
P. Ciudad humana viene a alimentar el imaginario de la ciudad, de Sucre en concreto, vives hace mucho fuera, ¿cómo juega el escenario y cómo abordas la ciudad en tu novela?
R. Creo importante aclarar que mi novela se encuentra muy lejos del costumbrismo y aunque no lo aparente, busca también alejarse de cualquier localismo. La Ciudad, en general, es para mí un concepto que en mi novela cobra un nuevo significado. Es una concepción que unifica varios temas que me han interesado y vengo investigando desde hace mucho. ¿Qué concebimos como historia? En nuestro tiempo, se entiende tradicionalmente a la historia como una investigación del nexo objetivo entre causa y efecto; pero, ¿no es esto una limitación reducida por las reglas formales del conocimiento establecidas por Kant y que llevan a una reinterpretación, normalmente sesgada e interesada? ¿Es posible obtener evidencias fácticas que nos permitan ordenar y entender de otra manera eventos o fenómenos que ya han sucedido? ¿No son estos eventos en sí mismos, expresión, signo, alma hecha forma que busca comunicarnos algo? ¿Estas evidencias, nos ayudarán a entender el cómo hombres comunes logran aceptar un sistema que; defina lo que es bello de lo que no es bello, que diferencie entre lo justo de lo injusto, que dictamine lo que es el crimen o lo que no es crimen? ¿Cómo es que logramos justificar crímenes que en otro momento o en otros se vuelven su contrario? ¿Existe el crimen perfecto? Al construir mi novela ésta me fue mostrando que si se responde estas preguntas solo desde los aspectos teóricos, las respuestas que se encuentren desencadenan una otra infinidad de preguntas que pueden ser muy interesantes, pero que a mi entender, no son suficientes. Respuestas que sin embargo y siendo conscientes de sus carencias, en muchos casos, pretender dar una respuesta total y final. Descreo de las verdades finales o totales. El Arte por otro lado, soy un convencido de esto, para permanecer vital debe aferrarse con humildad a cuestionar antes que caer en la trucada complejidad de dar una respuesta final, última. Prefiero este tipo de respuestas.
Fue así que encontré una respuesta en mi novela, una respuesta que puede ser considerada como “fantástica” por aparentar ser más producto de la imaginación que de la investigación formal. Yo conceptualizó a la Ciudad, como la encarnación de la Historia. La Ciudad humana, (esta encarnación de la historia visible y palpable) no puede ser entendida como un organismo estático o mecánico, es algo más bien orgánico y que está en constante cambio. Por eso la Arquitectura y el Urbanismo son fuentes que permiten comprender de forma objetiva su morfología.
La arquitectura nos muestra la riqueza material o calidad técnica que una sociedad ha logrado y que se ponen de manifiesto en sus construcciones, así como los valores estéticos o prácticos que la rigen y los símbolos que esconden sus secretos. En este sentido y como propone el arquitecto francés Henri Gaudin “ … Pensar la arquitectura es establecer una relación entre el espacio privado y el espacio público, entre el individuo que somos y el ciudadano”
El urbanismo, al cualificar los espacios dentro de una determinada geografía nos muestra cómo organizamos políticamente las relaciones socio-económico-ambientales a los que se enfrenta una sociedad en un determinado momento y lugar. Estudiar ambas campos, me parece más útil, que el simple listado o interpretación causa efecto de sucesos importantes.
Mi novela se produce en Sucre, no por romanticismo con ella, sino porque es la ciudad que conozco mejor, y como don Jorge Suárez enseñaba, los escritos se hacen más ricos cuando se escribe sobre lo que se conoce.
P. La novela empieza el año de la caída del Muro de Berlín, de la muerte de Salvador Dalí y el Emperador Hiroito; de la Revolución de Terciopelo y de la masacre de Tiannamen, ¿por qué ese año es importante para la novela?
R. Y en el mismo año que nuestro parlamento de la aún joven democracia elegía como presidente al tercero de las elecciones generales. Cada cambio de época tiene un momento donde se puede visualizar, con la perspectiva adecuada, los eventos que definirán el siguiente periodo de tiempo. Para mí y a nivel general, el período comprendido entre los años 1989 y 1991 y donde situó mi novela, se producen cambios que en el presente los aceptamos como definitorios. No es sólo la caída del comunismo en Europa lo que abre las puertas a un otro momento histórico, es también la aparición de la tecnología como elemento cotidiano en las sociedades del planeta. Soy de la generación que debía esperar dos años para poder tener un disco de vinilo o dos semanas para ver el “selfie” de la última fiesta. Pero el internet ya existía, en 1991 se hace la primera conexión entre servidores. Es un tiempo que a mí mismo, a veces, me resulta difícil reconocer, por lo que también es un testimonio sin ser necesariamente autobiográfico. Estos dos elementos, la caída del muro y los cambios tecnológicos todavía estaban lejos en mi Sucre, ocurrían en una “galaxia muy lejana” para mi generación. Pero son elementos que ya empiezan a redefinir el mundo y sin que los de esa generación pudiéramos siquiera imaginar el cómo nos afectaría. Y en lo esencial, es el periodo de tiempo cuando el concepto de Aldea Global, empieza a hacerse una realidad palpable, es decir, ya ningún suceso en el mundo no es tan lejano. La aldea Global, ahora busca ser Ciudad global.
P. Hace mucho tiempo uno de tus cuentos estuvo seleccionado para la antología Memoria de lo que vendrá en la que participaron varios autores, muchos de ellos ahora consagrados ¿Qué pasó con ese tipo de narrativa? ¿Sigues cultivando el cuento? ¿Qué podemos esperar en un futuro de tu literatura.
R. Creo que el cuento al que haces referencia "Maizena" refleja muy bien cómo me salía más “natural” cierta técnica al escribir, pero ha pasado el tiempo y he cambiado. Ahora prefiero que cada historia encuentre su propia narrativa. Aunque todavía tengo cuentos de esa época que, después de concluida la novela, he empezado a trabajarlos para en algún momento publicarlos. Además, producto de las investigaciones que realicé para mi novela, se me han ocurrido historias y he encontrado ideas que necesito plasmar. Mi novela, es la piedra angular sobre la que quiero armar un ciclo. Este ciclo incluye diferentes partes; unos ensayos políticos que uno de mis personajes deja pero que por obvias razones no pueden ser parte de la novela; un guion que cuente el suceso y el crimen que desencadena los eventos de mi novela y; una novela gráfica sobre la vida de un personaje fallecido ya para la época de mi novela, pero cuya vida e idea sobre la inmortalidad todavía me perturban. Así que, si los hados me son propicios, todavía tengo mucho trabajo por delante.