Puro heavy metal
Ser un hombre grande.
No moral ni espiritual.
Sólo un hombre de cincuenta años
perdido en una selva oscura.
En el bolsillo derecho de la campera
piedras para sujetar al animal
en el otro, la caja liviana y éterea
con nombres fosforescentes: alplax, rivotril, lexotanil,
el alfabeto de los que no pueden dormir (queridos tranquilizantes
les debo un poema hermoso y largo para agradecer
lo que hicieron por mí: la manera en la que activaron
un casamiento, la reunion familiar: esa milicia
que te hostiga hasta debajo de la cama
y que ustedes volvieron obsoleta. Gracias
gracias gracias: no sé por qué tienen mala fama.)
La naturaleza es de derecha: los que no sirven,
los débiles, los tullidos tienen que salir de stock.
La izquierda es un cáncer
con pronósticos inestables. El foquismo,
pura metafísica. La idea de trabajar sobre
la desilución del peronismo,
un cuento de hadas.
¿Y si pudieras encontrar la caja negra
del matrimonio de tus padres, te gustaría escucharla?
¿Distinguirías entre el ruido publicitario
a las voces que te engendraron,
discutiendo una tarde de calor
adentro del auto de cuatro puertas?
Desde que el universo empezó a latir
todo tiende a separarse, en realidad no hay nadie
que no se esté separando: los objetos expandiéndose
en la luz del amanecer, tu hija creciendo
como una planta carnívora que sujeta
al insecto de manera religiosa.
Puro heavy metal.
El Diablo está avergonzado
de que se lo asocie a esa música blanda.