Acerca de Marcelo y el socialismo vivido

Se cumple un año más del asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, en 1980.

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Pablo Barriga Dávalos (PBD): Hugo, gracias por concedernos e
Puño y Letra / 15/07/2019 01:32

Se cumple un año más del asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, en 1980. Publicamos un fragmento de la prolongada entrevista realizada por el cineasta y escritor chuquisaqueño Pablo Barriga Dávalos, al autor de la minuciosa biografía “Marcelo Quiroga Santa Cruz. El socialismo vivido”, Hugo Rodas Morales. Este diálogo tuvo lugar el 2010, en Ciudad de México; el azar y la colaboración de varios amigos permiten que este fragmento se publique hoy en Puño y Letra. Además, acompañan este especial artículos de Ramón Rocha Monroy y de Alex Aillón.

Pablo Barriga Dávalos (PBD): Hugo, gracias por concedernos esta conversación.

Hugo Rodas Morales (HRM): Agradecerte a ti, Pablo, por atender este tema y este trabajo. 

[…] 

PBD: El 95 tú te vienes a México, ¿tenías al principio la idea de que esta biografía fuese tu tesis de maestría, de doctorado? 

HRM: En realidad esta es una investigación que se ha hecho al margen de toda adscripción académica, no comenzó como una tesis, sino que comenzó como una obligación, una tarea que me parecía que cualquier boliviano estaría en la necesidad de realizarla, y tenía la esperanza, en realidad, de que esta tarea la hiciera otro, otra persona, porque quería creer entonces que seguramente el tema ameritaba por muchas razones escribirse, reflexionarse, y que habría muchos con más experiencia y mayor capacidad que quien habla, para hacerlo. En parte mi salida de Bolivia tuvo como motivación el desarrollar esta investigación, porque ya sabía que Marcelo había estado los últimos años de su último exilio, entre 1975 y 1978, en México, y suponía que iba encontrar acá bastante material que tal vez en Bolivia no encontraría, porque varios de sus libros se publicaron aquí y no se han reeditado hasta la fecha en Bolivia.

Yo no me reconozco como un académico en rigor, soy profesor universitario por necesidad de vivir de un trabajo, en este caso de un trabajo intelectual, pero no relaciono directamente esta actividad con otras de tipo, digamos, ético político, como me parece fue esta investigación. Por eso mismo, no rechacé, pero sí desde el principio decidí que no habría ningún tipo de financiamiento ni apoyo externo en lo que sería esta investigación e incluso elegí metodológicamente, no averiguar, a través de entrevistas directas en la familia de Marcelo, por la cuestión delicada de reabrir el tema doloroso de la desaparición del líder socialista, de modo que me propuse a hacer una investigación documental que apelara a entrevistas seleccionadas y que fuera muy heterodoxa en cuanto a la metodología. 

PBD: La escritura de este libro te ha llevado aproximadamente 12 o trece 13 años, me gustaría saber,  no sé si la pregunta es pertinente, cómo organizabas tu día, tu trabajo, para poder cumplir por un lado con tu actividad laboral y la investigación 

HR: Es interesante explorar esto. Como no había ningún requerimiento en términos de plazos, lo primero que hice fue tener un horizonte abierto en el tiempo, y eso me garantizaba que podía cumplir otras tareas necesarias, más urgentes, digamos de sobrevivencia o de trabajo propio, pero creo que, para tratar de contestar esta pregunta de la manera más honesta, más o menos he trabajado de la siguiente forma: 12 años o 13 es mucho tiempo como para escribir un libro, entonces eso supondría que hubo o tiempos muertos en el sentido de grandes lapsos en los que no trabajé, o hubo otra forma de trabajo, y creo que lo que hubo fue esta otra forma de trabajo: yo suelo hasta la fecha, escuchar los discursos de Marcelo, en distintos momentos, cuando me es posible, y durante esos años lo que hacía era esto, [además de] madurar el archivo y la información que yo había podido [ya] conseguir. 

Lo segundo, esta investigación no fue, como suele pensarse, una tarea de enorme esfuerzo y de enorme sacrificio y de un tiempo muy largo dedicado, que yo hubiera quitado, digamos, a la vida cotidiana, al contrario, fue un diálogo, creo, entre el ir explorando estos materiales y pensarlos y reflexionarlos de manera reposada, lenta. 

Por una parte, es verdad que hubo un ordenamiento del archivo y una segunda intención metodológica muy precisa, y racional, creo que es necesario decirla, me propuse leer y de alguna forma repetir los caminos que el mismo Marcelo había hecho. Eso quiere decir que si él había leído en literatura a Michel Butor o a otros autores que yo desconocía, yo iba a leerlos para tener esa experiencia de lectura y de conocimiento, en general, aunque sea otra época, aunque sea otra persona,  caminos por los que creía que podría encontrar algunos cruces. Esa es una idea de la biografía crítica, porque el biógrafo crítico, que relaciona vida y obra, intenta ser un poco mimético, intenta un poco simular que es también el biografiado, y por tanto tiene que leer aquello, escuchar otras experiencias, entonces eso me llevó un largo tiempo. 

 Y después intentar decir algo por mi cuenta sobre el biografiado, pero que estuviera apoyado en haber hecho lecturas semejantes, de haber compartido por lo menos lecturas históricas del periodo en el que vivió Marcelo, y por eso esta no es propiamente ni siquiera una biografía crítica, sino una reconstrucción histórica de una buena parte del siglo XX, desde Bolivia, pero en el contexto mundial, intentando limitarme a las lecturas que hizo Marcelo.

[…]

PBD: En algunas entrevistas, tú has sostenido que Otra vez marzo es una novela superior a Los deshabitados, ¿podrías comentarnos por qué?  

 HRM: Primero, lo dice el biografiado. Él sostuvo que Los deshabitados, destacada por la crítica, lo había dejado enormemente insatisfecho, él no había podido lograr en esa novela transmitir algo que le importaba mucho. Y esto es algo que él dijo en más de una ocasión. La razón, esta es una interpretación, es la siguiente: Marcelo no sólo escribió Los deshabitados, sino que hizo también un cortometraje llamado El combate, que tampoco lo satisfizo y le parecía apenas un ejercicio. No estoy hablando del cine y de literatura, sino de la relación que tiene el arte en general en la vida de Marcelo, como para que Otra vez marzo pueda entenderse como una novela que no es sólo una novela, sino que realiza y satisface en cierta forma a su creador.  En el cortometraje El Combate Marcelo intenta encontrar una tercera salida a la dicotomía entre lo bueno y lo malo, entre un gallo blanco que pertenece a un niño, es muy simple la idea, y un gallo negro que vence al gallo blanco, y entonces el niño imagina que su gallo, el gallo blanco, en una segunda pelea vence al negro, allí sigue habiendo una dicotomía entre lo bueno y lo malo, ejemplificada digamos cromáticamente con el blanco y el negro, y sin embargo ya hay una pista que es la imaginación, hay un recurso técnico visual por el cual el niño el protagonista del combate, después que pierde su gallo, se acerca la cámara a su ojo y entonces el ojo imagina, es imaginación visual, primero, el ojo imagina que hay una segunda pelea y gana el gallo blanco, algo así como un ejercicio de justicia poética, donde se equilibra, digamos, el mundo. Pero es insatisfactorio, porque allí esa imaginación visual no logra poner una tercera alternativa plena. 

 En Los deshabitados sucede lo mismo, y creo que esta era la impresión de Marcelo. Él era joven, y Los deshabitados fue, lo dice textualmente, como una secreción, algo que salió naturalmente de su capacidad creativa literaria, pero que no tenía todavía una respuesta madura. Qué ocurre en Otra vez marzo. Otra vez marzo es el intento de dar esa tercera salida que es no solamente literaria sino política al mismo tiempo; es una simbiosis de literatura y política, y lo que yo sostengo es que literatura y política son inescindibles en Marcelo, que él al hacer literatura no traicionaba a la política y al hacer política no utilizaba la literatura, sino que ambas forman una unidad. A eso he llamado, en cierta forma, la tercera salida  del socialismo vivido, y creo que Otra vez marzo realiza esa salida que consiste en lo siguiente. El año 1966, él da una entrevista a unos jóvenes estudiantes, y ahí les dice algo que no dice en ningún otro lugar, que es muy importante, me parece. Allí dice él que como escritor, está buscando dar una salida, esta tercera alternativa, que él llama realismo trascendente, y que en mi opinión se podría llamar, en términos de corrientes filosóficas, como empirismo trascendental. Y creo que la idea de ésta es la siguiente: Marcelo dice que hay tres dimensiones conocidas en la realidad, pero que él cree haber encontrado una cuarta, o así la puede llamar,  que sería la de la fantasía, para él la imaginación o la fantasía vendrían a generar esta salida que él llama realismo trascendente, y que no lo ha logrado en Los deshabitados, allí también lo dice, y que quisiera conseguirla en la obra que estaba escribiendo que en ese entonces se llamaba El combate y que finalmente él decide llamar Otra vez marzo. Qué ocurre en Otra vez marzo, que en Otra vez marzo él entiende que la respuesta para esta tercera salida no está en la teoría, no está en la filosofía, por supuesto no en la filosofía existencialista, como se interpretó mal, no está en el cine, en la pura imagen, en la imaginación visual, sino que está en lo que él llama la vida misma, es decir la respuesta está en aceptar la vida tal cual es en toda su complejidad, esta es una cita, que es como el final de Otra vez marzo, y que significa la solución de esas tres etapas que él marca en esa novela que tienen que ver con la realidad política boliviana sólo que aquí ficcionalizada, y eso se sintetiza en esto que Marcelo repitió cotidianamente, en textos escritos y también en discursos, que es, y lo repitió desde los 31 años, él tuvo ya esta intuición, esta claridad, que para atender a lo que son soluciones frente a problemas de la realidad, también la política, digamos el socialismo pero no como un socialismo teórico sino como socialismo vivido, vital, lo que hay que decir es que es la propia realidad la que da las respuestas, y para cerrar esta respuesta que creo que está en Otra vez marzo, él dice en un discurso algo más claro, dice que la realidad es la fe de erratas de todas las teorías, es lo que corrige todo el saber, entonces esta impresión de él de que es la propia realidad directa, y se ve en su vida, en las distintas circunstancias, es salida que él logra encontrar, sólo que aquí está pensada, está madurada y en Otra vez marzo es explícita. Es decir, es la propia fuerza de lo que significa vivir que responde, que es la que da las respuestas. En Bolivia a él el socialismo le parecía una respuesta política, porque eso era necesario para la vida que se vivía en Bolivia, no porque fuera una teoría superior ni algo mejor que el capitalismo como sistema, sino porque la realidad exigiría esa manera de relacionamiento para salir del dramatismo y de las circunstancias que se vivían.  Entonces creo que esa es la diferencia que hace que Otra vez marzo sea superior como novela, y logre sintetizar literatura y política en una simbiosis que yo he llamado el socialismo vivido o poética de la multitud, que son dos conceptos que intento justificar en este trabajo. 

[…]

PBD: Finalmente, quisiera hablar del homenaje o de los homenajes que proliferan de distinta manera en torno a Marcelo. Tú habías señalado en el pasado de que se corre el riesgo de que estos homenajes lo que hagan en el fondo es esconder la memoria. ¿En qué consistiría un homenaje que podríamos llamar significativo? 

HRM: Creo que es conocido que la manera de reificar una memoria, de inmovilizarla, es justamente levantarla como monumentos visibles, públicos y físicos en el espacio que compartimos en las ciudades. En Bolivia tenemos algunos ejemplos de esto, algunos mal hechos y hay otros, tal vez más meritorios, en cuanto al espacio arquitectónico, como el memorial, si bien un poco abandonado, pero todos ellas, creo, por el origen y por cómo han quedado para el recuerdo, no para actualizarse sino para el recuerdo representan esto que se conoce como la reificación de la memoria histórica, es decir como su anulación, porque al exaltarla, desaparece. Y es que una escultura o una construcción arquitectónica suele ser lo menos visible en un espacio público, precisamente porque es algo que está detenido, y Marcelo en una escultura es justamente algo que está inmóvil. Me parece que el único [homenaje] que es el válido respecto a esta vida, a la de Marcelo, como cualquier otra vida vital y que además ha sido apagada de manera injusta y autoritaria es el continuar el ejemplo no en las formas sino el ejemplo del espíritu de esta vida, y creo que el ejemplo del espíritu de esa vida era el de una tolerancia democrática enorme, que es lo que hay que defender y sostener como un valor en cualquier circunstancia, y lo otro, no olvidar que esta vida cuando menos tenía como horizonte un horizonte socialista, es decir, un horizonte de una sociedad completamente distinta y en contradicción con la sociedad capitalista de esa época [y de este tiempo] , entonces creo que la forma de actualizar ese pensamiento, es no olvidar esas dos dimensiones de valores ético políticos, democráticos y socialistas, y no olvidar que tienen que estar apegados a la realidad. 

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