Hacia el centenario de Óscar Alfaro
En septiembre del 2021 se cumple el centenario del nacimiento de Óscar Alfaro, el poeta tarijeño de los niños. Desde ahora se preparan comisiones y se habla de la importancia de su obra.
En septiembre del 2021 se cumple el centenario del nacimiento de Óscar Alfaro, el poeta tarijeño de los niños. Desde ahora se preparan comisiones y se habla de la importancia de su obra. Comentan Liliana de la Quintana, Óscar Alfaro Mendizábal, Virginia Ayllón y Víctor Montoya sobre la trascendencia de esta fecha y sobre por qué es fundamental que nuestros niños conozcan y lean al autor de El pájaro revolucionario.
¿Por qué los niños de Bolivia deben leer a Óscar Alfaro...?
Óscar Alfaro Mendizábal
Bueno, supongo que en primer término, por ser un poeta boliviano con reconocimiento internacional, cuya obra se ha traducido a muchos idiomas y cada vez es más y más reconocida.
Segundo: No es en vano que se lo conoce como "El Poeta de los Niños": Una parte importante de lo que escribió lo escribió para sus pequeños lectores. Muy directo, muy claro, sin palabras rebuscadas, con una sensibilidad y ternura inmensas, les dice, les habla de las realidades, de las injusticias de la vida, pero siempre con delicadeza, destaca las bellezas que ofrece la vida.
Tercero: Los niños que lo leen o escuchan leerles sus poemas y sus cuentos, gustan de ellos, los disfrutan y comprenden. Pero cuando han pasado los años y vuelven a leerlos, encuentran que eran mucho más profundos de lo que creyeron.
Por último y no menos importante: el carácter universal de su obra, hace que su mensaje llegue a los niños de todos los países, del mundo entero. Dentro de cien años Óscar Alfaro será tan conocido como Andersen o los hermanos Grimm.
Óscar Alfaro, trascendencia universal
Entrevistamos a Liliana De la Quintana, reconocida escritora de literatura infantil e impulsora de la creación de la comisión para la conmemoración del centenario del nacimiento del poeta, sobre los planes y avances que se tienen para el 2021.
Puño y Letra
P. Se viene el centenario del nacimiento de Óscar Alfaro. Estuviste en Tarija reuniéndote con la familia del escritor. Dinos, tú que trabajas tanto por la literatura infantil en nuestro país, ¿los niños en Bolivia conocen la obra de Alfaro?, ¿los niños tarijeños la conocen?
R. Cada año con la productora NICOBIS y en el marco del Festival Internacional para la Niñez y Adolescencia KOLIBRI realizamos talleres de formación audiovisual para niños. Este año estuvimos trabajando en Tarija en el mes de agosto y septiembre con unidades educativas, donde consultamos sobre los temas que desarrollaríamos.
Gran sorpresa cuando preguntamos sobre Oscar Alfaro y su obra. No conocían a Alfaro y tampoco a su obra.
En su ciudad natal y pese al gran trabajo de su familia por tantos años, hay estos vacíos. Las nuevas generaciones no cuentan con un plan nacional de lectura, que permita conocer a los principales autores de literatura infantil y juvenil.
P. Tengo entendido que están en procura de conformar una comisión en cada ciudad de Bolivia para organizar los actos del centenario, ¿cómo va eso?
R. La Sra. Fanny de Alfaro trabajó intensamente en divulgar la obra de su esposo, pero hay aún varios aspectos que su hijo Oscar está recuperando, para festejar de la mejor manera el centenario del nacimiento de Alfaro, que será en septiembre de 2021. Las personas interesadas, amigos, intelectuales que desean colaborar con este gran acontecimiento, nos vamos sumando desde cualquier punto de Bolivia, para homenajear a nuestro mayor poeta de los niños, que es admirado y conocido en muchísimos países del mundo. Su obra se ha traducido a varios idiomas.
Pero también es un llamado al Estado boliviano en sus diferentes niveles, para apoyar esta iniciativa y darle el merecido homenaje.
¿Qué se ha avanzado y qué se tiene proyectado para un posible programa conmemorativo? Sabemos que se editarán las obras completas, y también se piensa en trasladar su cuerpo a Tarija, puesto que él murió en La Paz.
R. El mayor desafío es editar sus obras completas, tanto en un formato especial, pero también en una propuesta masiva. Óscar Alfaro siempre pensó en su público y que su obra pudiera estar al alcance de todos.
Óscar Alfaro, el príncipe de la literatura infantil boliviana
Víctor Montoya
Óscar Alfaro (Tarija, 1921 - La Paz, 1963) dedicó su vida y talento a los niños bolivianos, escribiendo obras que tenían la finalidad de desatar la fantasía y despertar el hábito de la lectura entre los pequeños lectores, a quienes los consideraba, por antonomasia, los futuros lectores de la gran literatura universal.
No cabe duda de que él mismo, en el fondo de su alma, se sentía un niño viejo o un viejo niño. No en vano escribió en su poema “Viaje al pasado”, dedicado a su madre, estos hermosos versos: “Desde adentro, desde adentro,/ desde el fondo de un abismo,/ viene corriendo a mi encuentro/ un niño que soy yo mismo./ Iluminando el olvido,/ con este niño en los brazos,/ yo voy haciendo pedazos/ los años que ya he vivido...”.
Sus poemas son profundamente bolivianos, profundamente contemporáneos y profundamente maravillosos, casi siempre pensados desde la perspectiva cognitiva de los niños, consciente de que ellos, como el “El principito” de Antoine de Saint-Exupéry y a diferencia de los adultos, tienen su particular modo de contemplar el mundo y sus asuntos.
En la creación de su literaria, tanto en verso como en prosa, se empeñó por plasmar la exuberante naturaleza, con sus montañas, valles y selvas, pero también la riqueza del folklore, las costumbres ancestrales, las creencias y hasta las supersticiones de un país multilingüe y multicultural; más todavía, Óscar Alfaro, a contracorriente de los dictados de su época, escribió sin usar el didactismo ni la moraleja; recursos pedagógicos que, durante el siglo XX, fueron monedas corrientes en los textos literarios destinados a la educación primaria y secundaria.
Sus cuentos y poemas son una suerte de alimentos espirituales para los escolares, quienes, aparte de enriquecer su vocabulario con los códigos lingüísticos del autor, se sienten plenamente identificados con sus expresiones llenas de símbolos, aforismos y metáforas, que les llegan como dardos y flores hasta lo más hondo del corazón.
Por estas razones, los maestros están en la obligación de difundir y promover la literatura de Óscar Alfaro en sus unidades educativas, no solo porque se trata de uno de los escritores más notables del país, sino también porque sus libros, por la temática y la caracterización de los personajes, son excelentes materiales para fortalecer la malla curricular dentro del sistema educativo.
Óscar Alfaro, en su condición de educador y hombre comprometido con la realidad social, no dejó de reflejar a través del arte de la palabra escrita su más airado repudio contra las injusticias sociales, la discriminación racial y el despotismo de los poderes de dominación. Es cuestión de leer un puñado de poemas para encontrar versos dedicados a los proletarios, al pájaro revolucionario, a los niños mendigos y las niñas desamparadas en una sociedad donde pocos tienen mucho y muchos no tienen nada.
Al morir el poeta, a sus escasos 42 años de edad, dejó una gran parte de su obra inédita, que fue conocida y reconocida de manera póstuma, gracias al empeño de su viuda, la profesora Fanny Mendizábal de Alfaro, quien concluyó con la tarea de sacarlos a luz y difundirlos entre los lectores interesados en zambullirse en los sentimientos y pensamientos de este eximio escritor, cuya fama, con el trascurso de los años, fue creciendo como la espuma. ¡Enhorabuena!
Óscar Alfaro se ganó el sitial que le corresponde en el parnaso de los más grandes, con una prosa diáfana y reflexiva, llena de magia y valores humanistas; y, por supuesto, con una colección de poemarios que, amén de su calidad ética y estética, se echaron a volar por el mundo como palomas mensajeras de paz, amor y libertad.
Faltando dos años para conmemorar el centenario de su nacimiento, las instituciones culturales del Estado, los establecimientos educativos, los editores, escritores y lectores en general, debemos prepararnos, con compromiso moral y cívico, para izar las banderas de la literatura infantil y juvenil en homenaje a Óscar Alfaro, quien fue una de las lumbreras de la literatura boliviana, con una obra indispensable y sustancial, en la que se funden el talento creativo, la galanura del lenguaje, la pasión por la escritura y el amor desmedido por la infancia.
Óscar Alfaro y la literatura infantil
Virginia Ayllón
La literatura infantil es cosa seria lo mismo que el humor. Evidentemente, contra lo que comúnmente se piensa, la literatura infantil tiene una pelea constante contra el moralismo y el didactismo, y el humor, ya se sabe, es una de las facetas más difíciles de conseguir en el habla común y, cómo no, en la literatura.
El humor no es crear o repetir un “buen chiste”, menos aún reírse de las desventajas sociales o culturales de los otros. Todo lo contrario, es la capacidad de ironizar, con fineza, sobre aspectos del devenir humano, lo que implica una profunda reflexión y, sobre todo, un agudo uso del lenguaje; he ahí su dificultad y los buenos resultados han dado las mejores páginas de la literatura de todos los tiempos.
La literatura infantil acusa similares dificultades precisamente porque los destinatarios son seres que aún están en la etapa de la “fantasía natural”. Sin embargo, los sistemas educativos y moralizantes han cooptado esta literatura con fines “formadores” de la infancia, cercenando, de este modo, dos de los bienes más preciado de la niñez y de la propia literatura: la libertad y la imaginación.
No interesa si la adscripción ideológica fuera la razzia o el “nuevo hombre”, todos los sistemas ideológicos han hecho uso de la literatura para fines no literarios.
Tal vez por eso, los destacados escritores de literatura infantil son quienes han evitado el tono moralista y han huido del fácil diminutivo para su creación. Así, por ejemplo, cualquier poema, cuento o novela de la argentina María Elena Walsh es un delicado, finísimo y humorístico producto destinado a la niñez, precisamente porque se advierte el esfuerzo de la escritora de mantener y optimizar aquellos rasgos de la libertad de esta edad.
Para los adultos muchas de estas piezas son inentendibles y ese es su valor, porque informa de un mundo al que los adultos no pueden acceder, salvo que “bajen” a esa hermosa edad. Solo así es posible entender eso de que “cabe un oso en una nuez,/ que usan barbas y bigotes los bebés/ y que un año dura un mes”. El absurdo es un anhelo del escritor, porque promete salirse de este lugar e instalarse en ese otro perdido, ya no nombrado. Solo quien persigue el absurdo comprende que el cuento se llama, en realidad, “El enanito y las siete blancanieves”, deliciosa pieza narrativa de Walsh.
En Bolivia, Oscar Alfaro es considerado como el principal exponente de la literatura infantil. Su producción infantil, a diferencia de su poesía y narrativa regional o chapaca, es un proyecto doble, por así decirlo. Por una parte, busca y suele encontrar esos rasgos infantiles que detallamos en el caso de Walsh. Por el otro lado, sin embargo, suele incorporar valores provenientes de su militancia política de izquierda, como en el caso de su celebrado poema “El pájaro revolucionario”.
Pero si coincidimos en que implícita o explícitamente, toda pieza literaria incluye valores, sea cuales fueren, a más explícitos sean tales valores, menos literatura leeremos por el peso del didactismo.
En ese sentido, destacan algunas piezas infantiles de Alfaro que son muestras de su tesonero trabajo en este género. Por ejemplo, “El pájaro de fuego” es un hermoso cuento, en el que el sacrificio se opaca por la entrega amorosa de un pájaro por revivir un árbol añejo. La belleza atacada y la envidia también están presentes, por ejemplo, en su lindo poema “El sapo que quería ser estrella”. Y es que parece que la brega entre el deber ser y la libertad imponen siempre una nota nostálgica y triste a la obra de Alfaro, que se cuela también en su producción para niños y niñas. Quien sabe esa sea la veta por dónde hay que leer al que fue denominado como el poeta de los niños en Bolivia o, mejor, el poeta niño.
Y tal vez la pieza que mejor refleja esta nostalgia es su poema “Viaje al pasado”, mi preferido:
Desde adentro, desde adentro,
desde el fondo de un abismo,
viene corriendo a mi encuentro
un niño que soy yo mismo.
Iluminando el olvido,
con este niño en los brazos,
yo voy haciendo pedazos
los años que ya he vivido.
En el fondo del pasado,
hallo mi casa materna
donde está mi madre eterna
frente a un Dios crucificado.
Junto al molino coplero
lleno de antiguas fragancias,
sigue jugando mi infancia
con la hija del molinero.
En los vientos pastoriles
desgranan su florilegio,
de canciones infantiles
las campanas del colegio
Y, perforando los años,
desde el abismo profundo
salgo de nuevo a este mundo
lleno de niños extraños.