Hasta ahurita

Manuel Monroy Chazarreta cumple 40 años de carrera artística y lo hace publicando un libro en el que selecciona 40 temas.

40 temas 40 temas

Alex Aillón Valverde
Puño y Letra / 23/09/2019 19:27

Manuel Monroy Chazarreta cumple 40 años de carrera artística y lo hace publicando un libro en el que selecciona 40 temas y en el que pide a varios escritores y artistas de trayectoria nacional contar su encuentro con sus canciones. Y mientras en Sucre esperamos la presentación de este volumen esencial para la cultura contemporánea de Bolivia, publicamos el texto de Alex Aillón incluido en este volumen sobre una de sus canciones más queridas, "Hasta ahurita".

 

Primero una certeza: a estas alturas de nuestra historia la banda sonora de la vida de muchos bolivianos no estaría completa sin una canción del Manuel. 

Eran inicios de los horrorosos ochentas y el José Luis “Pepe” Medina, músico y compositor sucrense, había vuelto delirando de una reunión, no recuerdo si en La Paz o en Cochabamba, de lo que se vino a llamar, en algún momento, el Movimiento de la Nueva Canción Boliviana; enseguida, guitarra en mano y botella en mesa, comenzó a tocar una canción de este compositor loco que había conocido en esa especie de cumbre de guitarristas y cancionistas, y que lo había impactado de manera muy particular.

“Cuando me traicionaste vidita, sin cerveza sentí mareo, y apretando mis tres dientes, fui peleando contra el viento. Cuando me dejaste kolila sentí un odio subversivo. Ya me voy cansando vidita del capital abusivo”.

Así comenzaba “Hasta ahurita”, y joder que estaba buena y era extraña la canción, porque era pues algo que no habíamos escuchado jamás. Para nosotros que en ese entonces estábamos colonizados por toda la trova cubana y demás música revolucionaria, esta era una especie de huayño heavy metal, porque se rebelaba contra el desamor de la manera más boliviana posible, su poesía era la poesía que luego se instalaría de manera cómoda en la obra completa del Papirri, una poesía que descansa su lomo de manera luminosa en lo popular/urbano, en la oralidad de nuestra gente. 

Pero además, no dejaba de ser un mínimo pero contundente tratado anticapitalista, un ensayo que mezcla amor, clase e insurgencia en algo más de tres minutos de profunda kalampeada, hecho que nos dejaba conformes tanto a creyentes como a los no creyentes de la revolución latinoamericana.

“Más yo te aseguro kolila con esta tu gran traición, la ciencia ya va progresando caminos sin corazón. Ya me voy cansando vidita de este engaño de por vida, por mi sueldo y mi amante al patrón nomás lo envidio”.

Luego de algunos años conocí personalmente a Manuel (seguían siendo los ochentas) en un Festival Internacional de la Cultura aquí en Sucre, cuando yo tanto como él cuando escribió esta hermosa canción, sufría la debacle de mi primer gran amor, una paceña miraflorina de ojos negros, enormes y profundos. Hasta ese entonces, como dice la canción, yo no entendía, no engranaba, por qué agujero de su alma se fue chorreando mi amor.  

Luego, caminando por los pasillos del Colegio Sagrado Corazón, donde se iba a estrenar “La Nación Clandestina” de Jorge Sanjinés, encontré a Manuel charlando feliz en uno de los arcos de sus hermosos patios coloniales, con alguien que luego reconocí inmediatamente. Era ella y también se la veía feliz y más coqueta que nunca, hablando y compartiendo miradas, nada más y nada menos que con el Papirri. 

Entonces entendí, entonces engrané. Maldito Manuel.

 

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