Darío Torres: “Soy el invitado confianzudo de esta obra”

La última obra propuesta por el dramaturgo, director y actor chuquisaqueño Darío Torres se viene con las mejores críticas en sus primeras presentaciones.

Darío Torres: “Soy el invitado  confianzudo de esta obra” Darío Torres: “Soy el invitado confianzudo de esta obra”

Puño y Letra
Puño y Letra / 28/10/2019 00:28

La última obra propuesta por el dramaturgo, director y actor chuquisaqueño Darío Torres se viene con las mejores críticas en sus primeras presentaciones. Protagonizada por Cintia Cortez y Alejandra Quiroz, “La última horquilla” es “un homenaje a la familia y al amor incondicional”. Torres habló con Puño y Letra. La obra se presentará en Sucre en noviembre. Aquí lo dicho.

“La última horquilla” ha sido calificada como la sorpresa teatral del año por la crítica paceña ¿Cómo te sientes con el estreno de tu última obra? ¿Estás a gusto con el resultado?

El tiempo invertido a veces es proporcional a la calidad que se puede esperar de una propuesta artística, “ a veces”, otras veces uno se entrega con fe ciega a ese mítico gran golpe de suerte que a veces nace de miles de intentos de ensayo y error y muchos “cuartos de mamá” vueltos depósitos de escenografías que no pudieron, pero quisieron ser.

Con la obra “La última horquilla” tuve el privilegio de otorgarle el tiempo necesario al trabajo de escritura que nace del encuentro con Cintia Cortez y Alejandra Quiroz en este lugar de vértigo donde la página en blanco te cuestiona como espejo, y te lleva a lugares extraños como el meme del perrito “por qué eres así”.

Todo proceso creativo puede alimentarse de este desequilibrio que marca dónde poner el peso en la obra, y es por eso que estoy feliz y especialmente atento a estos primeros días en el que la obra nos regala los primeros silencios, comentarios, risas, aplausos y miradas llenas de historia.

La obra ahora está en un tiempo de sopresas y regalos, en este momento la obra se ilumina o se pone en penumbra en lugares que yo no tenía previstos y eso se disfruta en los ensayos en los continuamos trabajando.  

¿Cómo construyes “La última horquilla”? ¿De dónde nace la idea que da origen a la obra?

El encuentro fue el detonante de la historia, la obra pasó por los momentos, “ de qué queremos hablar”, “desde dónde podemos hablar”, “a quién queremos llegar”, y la forma de trabajo nació de “qué quiero llevarme”, “qué quiero compartir”, “qué quiero descubrir”, y todas estas preguntas mezcladas se trabajaron en una primera etapa de donde salimos confundidos y preocupados, pero este lugar dio paso a la obra que nos compromete con el acto de reconciliación con la memoria y que también nos limita y nos pone los pies en la tierra con el tema de los deslizamiemtos de tierra.

En esta obra has tenido el apoyo del Programa de intervenciones Urbanas, es bueno no tener que preocuparse por asuntos materiales a la hora de montar un espectáculo de esta naturaleza, supongo.

El Programa de Intervenciones Urbanas nos permitió pagar a los amigos artistas que nos acompañaron en la creación de esta obra; al encarar un proyecto hay consideraciones de gestión que se plantean pero todas son inciertas y a veces eso determina el tiempo de trabajo que uno se puede involucrar en un proyecto pero este no fue el caso de “La última horquilla”, que como obra nace con el Fondo del PIU de Poryectos Integrales, el Focuart y el apoyo de Impulsarte del Espacio Simón I. Patiño, y con los aliados de La Escuela Superior de Maestros Simón Bolívar y la Defensoría del Pueblo, donde hemos realizado funciones muy especiales y que nos ha permitido acercarnos a un público muy honesto y con la mirada limpia.

Has trabajado con varios artistas nacionales de diferentes disciplinas para la concreción de esta obra (como Daniela Peterito en el diseño, o Quimbando y José Carlos Auza en la musicalización) ¿Cómo te ha sentado esta colaboración? ¿Cómo ha sido esta experiencia?

Cada uno de los artistas que han formado parte de la creación de la obra, son piezas idóneas de esta obra de teatro que nos ha convocado a todos y nos ha permitido dialogar desde nuestros lenguajes.

Daniela Peterito creó el diseño gráfico y fue la primera que dio colores a la atmósfera que proponía el texto, Gonzalo Callejas diseñó una escenografía precisa que nos permitió soñar con los movimientos en escena, el diseño de luces de Miguelangel Estellanos dialogó en armonía con los materiales de la escenografía y el vestuario de Nayana Paton liberó y dio volumen a los movimientos de las actrices que Vassil Anastasov supo capturar en la fotografía.

La composiciones musicales de Quimbando (Arpad Debreczeni, Mauricio Canedo y Marcelo Arias) y en la producción José Carlos Auza, son piezas fundamentales en la obra que van más allá de crear una atmósfera o complementar la narración de una historia sino que además nos permite acercarnos a la sensibilidad de estos grandes músicos trabajando en complicidad con la obra.

El año pasado ganaste varios premios con el texto de “Manzana”, ahora han elogiado el texto de “La última horquilla” ¿Cómo te sientes con respecto a tu desarrollo como dramaturgo, como constructor ya no solo de imágenes sino de textos?

Motivado, cuando uno escucha esas letras mezcladas, trasnformadas en palabras, en imágenes en el cuerpo de una actriz o un actor es maravilloso, disfruto mucho lo que hago, disfruto mucho sorprenderme con esas voces que son las mismas que me exigen y que a veces le bajan el volumen a la palabra para dar paso al cuerpo.

“La última horquilla” es una consecuencia también de “Manzana”, todas las obras que escribo están entrelazadas la mayoría de las veces no me doy cuenta, pero un elemento como “Manzana” que propone una fuerte crítica hacia la familia tradicional y la violencia me acerca a un homenaje a la familia y al amor incondicional. 

Diriges a dos jóvenes y talentosas actrices de la nueva generación, Cintia Elena Cortez y Alejandra Quiroz ¿Cómo fue trabajar con ellas? ¿Encontraste la química esperada?

Ellas se encontraron primero y pensaron en quién podía dirigirlas, yo soy el invitado confianzudo de esta obra, ellas son grandes actrices que tienen un gran trabajo profesional y desprendido, como anécdota a veces en algunos ensayos yo perdía el rumbo de la obra, y el silencio incómodo se transformaba en pretexto de pausa conmigo y premisa para que ellas investiguen o jueguen en busca de alguna respuesta, cuando yo volvía siempre “siempre” estaban riendo y eso bastaba para limpiar el ambiente y empezar de nuevo.

La química que se genera entre ellas es maravillosa.

Por último, el teatro sucrense tiene uno de sus mejores momentos en la escena nacional, ya no solo con el Teatro de Los Andes como su representante permanente, sino con varios artistas que le dan brillo al teatro nacional en los últimos tiempos. ¿Crees que hay una renovación general en el teatro boliviano los últimos años? Y si es así ¿cuáles son las nuevas apuestas?

Sucre vive un momento interesante que hay que saber fomentar, hay mucho público nuevo, hay muchos jóvenes que quieren jugar en el teatro, que quieren investigar, investigarse en el teatro, y esto es consecuencia de varios proyectos exitosos en el que se pudieron crear espacios de encuentro esporádicos entre jóvenes con ganas de hacer teatro y actores, actrices, gestores, especialmente grandes “gestoras” profesionales en Bolivia.  

Hay riesgo, eso es nuevo, y el riesgo con responsabilidad y sin pretensiones es en el que más potencial veo, en este momento me investigo como director y en este camino estoy atento a nuevos actores y actrices que tienen un energía que pueda estallar en escena y volver a nacer sin quedarse sólo en la destrucción. 

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